El accionar político de nuestra dirigencia actual es un tema que hoy preocupa a una gran militancia necesitada de novedosas prácticas políticas con ejemplos de conductas revolucionarias dignas de apoyar e imitar. La disciplina revolucionaria de todos nuestros actores es necesaria, una disciplina que no se confunda con sumisión ante lo que requiere de nuestra irreverencia, la cual debe estar acompañada de propuestas novedosas y constructivas, más bien, debe ser un acto que nos recuerde el deber revolucionario que tenemos en controlar la práctica política y la gestión gubernamental de todo aquel servidor público con responsabilidad revolucionaria, recordemos que la eficiencia no está reñida con la Revolución. Toda acción humana no está exenta de errores, pero tampoco puede estar separada de la acción rectificadora que nos permita reforzar nuestros planes,re-direccionando nuestras acciones para reforzar lo que requiera ser reforzado.
Aspectos importantes debemos tomar en cuenta si es que en realidad queremos implementar una nueva forma de hacer política, desarrollemos la conciencia y la fidelidad de la vanguardia, así como también la firmeza de sus convicciones y el espíritu de sacrificio ante las dificultades que a diario se presentan. La capacidad de vincular los liderazgos con las grandes masas para que identifiquen sus deficiencias y carencias es necesaria para que se consolide nuestra Revolución, nuestra dirección política desde la vanguardia hasta la retaguardia debe preocuparse por la aplicación de estrategias acertadas con sus tácticas políticas, tratando en todo momento que las grandes masas revolucionarias se convenzan por su propia experiencia de lo apropiado de las acciones y decisiones que desde el liderazgo revolucionario se asumen para el logro de los objetivos planteados.
Tenemos un compromiso histórico, debemos ser ejemplo de lo que predicamos, evitando convertirnos en lo que criticamos.
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