Cuando Noreyda Hernández, una docente jubilada de 62 años, vio el anaquel del supermercado lleno de frascos de
de tomate y papel sanitario se remontó a hace cuatro años atrás, cuando
lo normal era tomar un producto, meterlo en el carrito y seguir dando
vueltas por los pasillos hasta cumplir con la lista de pendientes para
llenar la despensa.
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