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Los "contratistas" de operaciones psicológicas con el Pentágono


Equipos privados producen información "encubierta" para el ejército de EEUU: la "cara blanca" y la "cara negra" de la noticia.
La "guerra sin fusiles"
Direccionar conducta social favorable a la ocupación, moldear a la opinión pública con los valores y objetivos del ejército invasor, son algunos principios que orientan la acción de los equipos de operaciones psicológicas que actúan infiltrados en el aparato civil de la comunicación, tanto en Irak, Afganistán, o cualquier país que sea objeto de una invasión militar de EEUU.
Para ello las fuerzas ocupantes se valen de "empresas pantalla" de la comunicación desde las cuales infiltran información ocultando sus orígenes.
"Las operaciones psicológicas son parte indispensable de la guerra, más que nunca en la era de la electrónica”, dijo a The New York Times el teniente coronel Charles A. Krohn, portavoz y profesor de periodismo retirado del Ejército.
Según un reciente informe del diario neoyorquino, la unidad de operaciones psicológicas radicada en Fort Bragg e integrada por 1.200 personas, produce lo que sus oficiales denominan “mensajes fiables” a fin de apoyar los objetivos del Gobierno de los Estados Unidos.
“Denominamos información a nuestro material y propaganda (encubierta) contra el enemigo”, dijo el coronel Jack N. Summe, a la sazón comandante del Cuarto Grupo de Operaciones Psicológicas citado por el Times.
La propaganda encubierta se enmarca dentro del concepto de "guerra psicológica", o "guerra sin fusiles", que fue acuñado, por primera vez, en los manuales de estrategia militar de la década del setenta
En su definición técnica, "guerra psicológica", o "guerra sin fusiles", es el empleo planificado de la propaganda orientada a direccionar conductas, en la búsqueda de objetivos de control social, sin recurrir al uso de la armas.
Los ejércitos y los tanques, son sustituidos por publicistas y expertos en comunicación de masas. Como en la guerra militar, un plan de guerra psicológica está destinado a: aniquilar, controlar o debilitar, las defensas del enemigo.
La función de la conquista, o la represión militar, se revalorizan dentro de métodos científicos de control social, y se convierten en una eficiente estrategia de dominio sin el uso de las armas.
Y para esta tarea, y como sucede en otros estamentos, la inteligencia militar norteamericana se vale de "empresas pantalla" de la comunicación para infiltrar sus mensajes manipuladores en la sociedad.
Estas empresas y estos profesionales de la comunicación -como sucede con los mercenarios y las contratistas de seguridad privada- prestan sus "servicios" al ejército de ocupación mediante un suculento contrato con el Pentágono o con las agencias del gobierno norteamericano.
Según The New York Times, la Agencia (USAID) para el Desarrollo Internacional financia unas 30 estaciones de radio en Afganistán, pero oculta esa operación a los radioyentes contratando a "empresas pantalla" de comunicadores civiles para encubrir el origen de la información.
En realidad la USAID es solo un ejemplo de la compra de estructuras privadas de la comunicación con las cuales el espionaje estadounidense (civil o militar) intenta controlar y/o influenciar opinión pública tanto sea internacional como local en los Estados Unidos.
Estas operaciones, según The New York Times, fueron iniciadas por la Casa Blanca tras los ataques terroristas del 11-S en Nueva York y en Washington.
Según el diario neoyorquino, los funcionarios y expertos crearon un "grupo secreto" para coordinar las operaciones de información del Pentágono, y de otros organismos gubernamentales, con contratistas privados de la comunicación.
Su radio de operación trasciende las fronteras: si bien no hay datos corroboratorios ( la contratación y el pago son secretos y están protegidos por las leyes de inmunidad de la inteligencia estadounidense) se sabe que este sistema de contratación privada de comunicación oficial abarca hasta los estamentos más elevados de la prensa internacional.
Esta especie de "cara negra de la información" es subvencionada por el Pentágono y la CIA, y es solo conocida por los grandes ejecutivos y responsables de esos consorcios que la negocian.
En estas transacciones no intervienen representantes de la CIA o del Pentágono, sino que se realizan con intermediación de las "empresas pantalla" contratadas para ese fin.
Propaganda militar encubierta
En Irak y Afganistán, donde se concentra la mayor parte de las actividades militares de ocupación, y valiéndose de esos operadores privados (disfrazados de empresas periodísticas independientes), la inteligencia militar norteamericana infiltra estaciones radiales, canales de TV y periódicos.
Mediante la compra y el uso de un espacio en esos medios, esas empresas privadas contratadas por el Pentágono difunden material informativo encubierto producido por el ejército o la Casa Blanca.
Según The New York Times, esos medios comparados producen material informativo que, en ocasiones, se atribuye al "Centro Internacional de Información”, una organización cuya localización se desconoce.
La administración Bush ya fue criticada por distribuir videos y artículos periodísticos en Estados Unidos sin identificar como fuente al gobierno federal y por pagarle a periodistas norteamericanos para que promocionaran las políticas del gobierno.
La USAID -según el Times- ha distribuido decenas de miles de dispositivos de audio del tipo iPod (reproductor de música digital con disco duro o memoria flash, creado por Apple Computer) en Irak y Afganistán, los cuales transmiten mensajes cívicos empaquetados, pero lo hacen por intermedio de una empresa contratista que asegura que no habrá "huellas" del Pentágono o del gobierno de los EEUU en los mensajes .
"No queremos que vean el producto y constaten la presencia del Gobierno estadounidense y apaguen el equipo”, le dijo a The New York Times el coronel James Treadwell, quien dirigió el apoyo a las operaciones psicológicas en el Comando de Operaciones Especiales, de Tampa.
A principios de diciembre trascendió que el Pentágono estaba sobornando a la prensa iraquí mientras un equipo de acción psicológica militar diseñaba operaciones para “mejorar” la imagen de EEUU en Irak.
Oficiales de inteligencia destacados en Irak dijeron al diario Los Angeles Times que, en términos generales, la operación e encuentra a cargo de la "Fuerza de Operaciones de Prensa" en Bagdad, bajo las órdenes del teniente general del ejército John R. Vines.
Según documentos obtenidos por el diario estadounidense, el Pentágono paga para que se publiquen artículos escritos por militares de EEUU orientados a presentar una "imagen positiva" de las tropas ocupantes en Irak .
Parte de esos artículos también se presentan en la prensa iraquí como relatos noticiosos escritos por periodistas independientes. Las historias elogian el trabajo de las tropas norteamericanas e iraquíes, denuncian a los rebeldes y critican favorablemente los esfuerzos liderados por EEUU para la "reconstrucción del país".Según Los Angeles Times el Pentágono tiene un contrato con una firma con sede en Washington llamada Lincoln Group, que ayuda a traducir, editar y publicar los artículos en Irak.
Es decir, aquí se visualiza claramente un ejemplo de como los equipos de operaciones psicológicas del ejército adecuan la "comunicación militar" al ámbito civil mediante equipos de profesionales (periodistas, publicistas, etc) provenientes de la prensa convencional.
El personal iraquí de Lincoln Group, o sus subcontratistas, a veces se hacen pasar por periodistas "free lance" o ejecutivos de publicidad cuando envían los textos a los medios de Bagdad, señala Los Angeles Times.La denunciada campaña de operaciones de prensa -según el diario estadounidense- ya desató una ola de críticas entre algunos altos oficiales militares en Irak y en el Pentágono, quienes sostienen que los intentos por influir en los medios podrían destruir la credibilidad del ejército norteamericano en otros países y entre la población norteamericana.Según Los Angeles Times, "el acuerdo con Lincoln Group es una prueba más de hasta dónde llegó el Pentágono en su esfuerzo por desdibujar las fronteras tradicionales entre las cuestiones públicas militares y las operaciones psicológicas y de prensa, que apelan a la propaganda y a veces a la información engañosa para anticipar los objetivos de una campaña militar".
La "cara blanca" y la "cara negra" de la noticia
Ciudadana iraquí exhibiendo el dedo embadurnado con pintura tras votar en las elecciones iraquíes del 15 de diciembre pasado presentadas por Washington como ejemplo de "pacificación y democracia" (Foto: AFP)
Como existe una "economía en blanco" y una "economía en negro", en los medios de comunicación -atendiendo a razones comerciales- también existen una "cara blanca" y una "cara negra" de las noticias que se difunden a diario.
Las "noticias en negro" (que disfrazan la verdadera fuente) en las cadenas mediáticas tienen un amplio espectro de penetración masiva que supera con creces a cualquier operación psicológica diseñada por medios militares.
La consigna de "pacificar y democratizar Irak", por ejemplo, difundida a diario por los titulares de las grandes agencias y cadenas fue decisiva para que los iraquíes se olvidaran de la ocupación militar y fueran a votar en forma masiva en las dos elecciones convocadas por Washington y su gobierno títere en el país ocupado.
Hasta ahora Bush y los demócratas habían dirimido su disputa por la Casa Blanca, utilizando a Irak en la grandes cadenas informativas, valiéndose principalmente de la propaganda "en negro" lanzada por medio de golpes de efecto psicológico presentados como "información objetiva".
Hay que aclarar que la propaganda encubierta (tipo "terrorsimo Al Qaeda" o "torturas en Irak") produce resultados demoledores, dado que el público masivo de la televisión, la radio o los diarios, la consume ignorante de los intereses y objetivos políticos que vehiculiza, y creyendo que se trata de noticias que no conllevan otro ánimo que el de informar.
La peligrosidad extrema de la propaganda "en negro" estriba en que es presentada como si fuera una "noticia" común por medios que el sistema cataloga como "creíbles y serios".
Así por ejemplo, la guerra psicológica electoral entre Bush y Kerry se desarrolló desde titulares y textos informativos del The New York Times, The Washington Post, Reuters, CNN, Associated Press, etc, medios que son considerados como "fuentes confiables" hasta por alguna prensa considerada "alternativa".
A nadie se le ocurre pensar que esas estructuras mediáticas son empresas capitalistas que comercializan y lucran con la información, así como otras lo hacen con petróleo, con armas, o con especulación financiera.
Así, por ejemplo, los demócratas se valieron de las denuncias sobre torturas a presos iraquíes por soldados estadounidenses, o de las clásicas apariciones de ex asesores "arrepentidos" acusando a la administración Bush; en tanto que desde la Casa Blanca se realizó el habitual "aprovechamiento electoral" con las incontables apariciones de Al Qaeda por el universo "informativo" de la prensa internacional.
En realidad, a esta altura de la masificación informativa y manipuladora de la prensa internacional (superior a cualquier operatoria de inteligencia militar con acción psicológica), se duda del efecto real que pueda tener en la opinión pública internacional o local los segmentos infiltrados de "buenas noticias" del Pentágono en las poblaciones denunciadas por los diarios norteamericanos.
Los resultados de esas operaciones son nimios comparados con el efecto de las consignas manipuladoras enviadas a través de los titulares de las grandes cadenas y medios internacionales.
En esa operatoria manipuladora a menudo vale más el "ocultamiento de información" que lo que se dice explícitamente en el desarrollo de las noticias.
Generalmente -y en esto coinciden la mayoría de los expertos- las transacciones del Pentágono y de la CIA con las grandes cadenas mediáticas no giran alrededor de mensajes pactados sino de ocultamiento de información.
Un ejemplo claro de esto saltó a la luz cuando este fin de semana The New York Times reveló que conocía desde hace mucho tiempo la información sobre el espionaje interno ordenado por Bush a la Agencia Nacional de Inteligencia estadounidense.
¿Y porqué no la dio a conocer antes? Sencillamente porque el diario durante ese tiempo todavía no había tomado una posición extrema a favor de los intereses de poder que hoy quieren derrocar a Bush y quedarse con la Casa Blanca.
No son pocos los expertos y los estudiosos que sostienen que los grandes holding mundiales de prensa utilizan una "cara negra de la información" subvencionada por el Pentágono y la CIA, y que es solo conocida y negociada por los grandes ejecutivos y responsables de esos consorcios.
O sea que esa operatoria de contratar información encubierta de la CIA y el Pentágono, forma parte de la "política de mercado" de esos consorcios comunicacionales que no están para decir la verdad sino para expandir ganancias por medio del comercio de la información.
Por supuesto que en estas transacciones con los grandes pulpos de de la información mundial no intervienen representantes de la CIA o del Pentágono en forma directa, sino que se realizan con intermediación de las "empresas pantalla" contratadas para ese fin.
Y, por supuesto, hay algo que The New York Times y el conjunto de la prensa norteamericana nunca van contar:
Los "servicios" que las grandes cadenas le prestan al Pentágono y a la Casa Blanca difundiendo a diario noticias de Irak o de Afganistán proveniente solo de fuentes y portavoces militares de EEUU, son infinamente mucho más redituables que cualquier operación de manipulación realizada con la compra de medios locales.
No se trata solamente -como dice el periodista Robert Fisk- de que los corresponsales "informen sobre Irak" desde sus habitaciones en los hoteles de la Zona Verde, sino que una abrumante mayoría de las noticias sobre Irak en las grandes cadenas masivas provienen de fuentes del ejército de los EEUU.
Ese es el punto medular de la cuestión, y en el cual están imbricados no solamente las grandes cadenas televisivas y agencias sino también el conjunto de los diarios norteamericanos encabezados por The New York Times y The Washington Post.
De manera tal, que estos grandes medios (como es el caso del Times y el Post) que denuncian operaciones puntuales de acción psicológica del Pentágono en los medios locales, sirven de vehículo de transmisión de información sobre Irak provista por los portavoces del Pentágono.
Este contrasentido, solo se explica por la guerra interna que mantienen una parte del establishment del poder y los grandes medios estadounidenses con la administración republicana de George W. Bush.
Todo lo que "revelan" o "denuncian" las grandes cadenas contra Bush (aunque respondan a una realidad objetiva, como es el caso de Irak) va en la dirección de los intereses de esos sectores que quieren sacarlo al actual presidente de la Casa Blanca.
O sea que, y resumiendo la cuestión, las grandes cadenas mediáticas "anti-Bush" denuncian las operaciones "menores" del Pentágono utilizando "empresas pantalla" y medios locales, pero esconden celosamente las "grandes operaciones de ocultamiento y manipulación masiva de información" de la que forman parte a través de transacciones secretas con la inteligencia norteamericana.
La desinformación (o falta de contrainformación) a nivel masivo, posibilita que estas operaciones de acción psicológica se sigan desarrollando en forma de "noticias", o de información objetiva, sin que ningún medio de comunicación del sistema ponga en duda su veracidad.
Y esto indica claramente que el verdadero escenario donde se va a definir la guerra por el control de la Casa Blanca, de aquí en adelante, es el campo mediático de la propaganda "en negro", desde el cual Bush y los demócratas combatirán sin darse tregua, y con la mayoría del mundo ignorando de que se trata.
Al margen de eso, y como lo fueron siempre, las cadenas y diarios norteamericanos continuarán siendo los más grandes contratistas privados de información con la Casa Blanca y el Pentágono.

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