MANUEL ISIDRO MOLINA
A
comienzos de abril –domingo 7- escribí sobre la imposibilidad del tan
manoseado diálogo bipartidista Psuv-MUD. Sigo considerando que ese es un
“¡Diálogo imposible!”, lo cual no implica que no habrá diálogo ni que
no debamos desplegar esfuerzos encomiables para un verdadero diálogo
nacional que apunte al rescate de la dignidad nacional, el decoro en el
ejercicio de la función pública y la urgente solución progresiva de la
macro crisis que sufrimos en los órdenes político, económico, social y
moral.
No con pesimismo, pero sí con absoluta convicción, escribí en esa oportunidad:
“El
llamado a diálogo nacional acordado unánimemente por la Asamblea
Nacional, esta semana, es un hecho extraordinario que debemos valorar en
su justa dimensión. El exhorto del papa Francisco fue determinante para
que quienes llevan más de tres lustros estrujando y saqueando a
Venezuela, se pronunciaran salomónicamente, como si no fuera con ellos”.
Otro diálogo es posible.
Los esfuerzos de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)
respaldados ahora por la Organización de Estados Americanos (OEA), el
papa Francisco, la Unión Europea y hasta la ONU, deben encontrar eco en
la Venezuela mayoritaria que ha sido maltratada fuertemente por los
embates mezquinos e irracionales de los factores polarizados y
fanatizados en el Psuv y la MUD (antes Coordinadora Democrática).
Esos
factores polarizados son minorías importantes, pero minorías en los
extremos. Si bien el 92% expresa su inconformidad con la situación que
sufre el país, otro 84% que también incluye a chavistas y antichavistas,
exige entendimiento y diálogo en el buen sentido castellano:
"Discusión sobre un asunto o sobre un problema con la intención de llegar a un acuerdo o de encontrar una solución"
Para
ello, se necesita humildad, serenidad de espíritu y rectitud
intelectual, todo lo cual escasea en los predios polarizados. Unasur y
demás organismos multilaterales que pretenden ayudar sabiamente -no lo
dudo- a encontrar soluciones en paz, deben tomar nota de la existencia
de muchos otros factores distintos al Psuv y la MUD, tanto en el mundo
político como en los ámbitos religiosos, gremiales, culturales y
sociales. Y de eso se trata: un encuentro realmente nacional que
trascienda los factores polarizados, que además contienen elementos
fanatizados y extremistas claramente dispuestos hasta provocar una
guerra fratricida, que dejaría pálida a la Guerra Federal del siglo XIX.
Afortunadamente, esos insensatos son ínfimas minorías, las cuales deben
respetar el enorme deseo de paz y reconciliación de la mayoría
aplastante de venezolanas y venezolanos. Con ellas y ellos milito en la
defensa de la paz y la búsqueda civilizada, racional, eficiente y
futuristas de las grandes soluciones requeridas para la reconstrucción
moral, política, económica y social de la Patria.
Este
otro diálogo es posible, y debe ser proyectado desde ya, a través de
los medios de comunicación social y el enjambre comunicacional mundial,
alejados de la tan negativa parcialización sectaria. Sin odios
inmerecidos y extemporáneos, podemos cristalizar este otro diálogo.
Venezuela lo merece; y venezolanas y venezolanos lo necesitamos,
incluidas las decenas de miles de hombres y mujeres de esta Tierra de Gracia que han decidido emigrar, la mayoría por motivos respetables y comprensibles.
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