Como lo advertíamos en el artículo pasado, este año será definitorio y la batalla por la autodeterminación nacional será librada con intensidad en el frente interno y en el internacional.
Esta semana que pasó vimos el despliegue del imperialismo más agresivo que nunca, como consecuencia de la soberbia supremacista y la incultura política de quien lo dirige. Vaya por cierto nuestro abrazo bolivariano a los dignos pueblos hermanos de Haití y El Salvador victima de agresiones xenófobas y racistas por parte de Donald Trump. Que nuestra indignación se convierta en aliento para reimpulsar los esfuerzos de unión latinoamericana y caribeña.
En nuestra Patria, en apenas 14 días del año, el gobierno supremacista de los Estados Unidos ha desatado un ataque en todos los frentes contra nuestra soberanía. Nuevas sanciones, amenazas, agresiones, chantajes, acciones de desestabilización violenta a lo interno y una campaña desesperada contra el diálogo político entre venezolanos que se desarrolla en República Dominicana.
Este ataque contra la posibilidad de un acuerdo que nos permita lograr la estabilidad política, económica y la convivencia pacífica mediante el ejercicio de nuestra soberanía nacional, sólo se explica en el afán del gobierno norteamericano de generar una situación de violencia generalizada, a través de sus actores políticos más extremista en el país, dado el autoconvencimiento de que la oposición venezolana no les garantiza una victoria electoral contra la Revolución Bolivariana, en las venideras elecciones presidenciales.
Sólo eso explica tanto empeño en impedir un acuerdo político para ir a las elecciones en un clima de confianza mutua y de garantías electorales, económicas y sociales para que el pueblo de Venezuela elija soberanamente su gobierno. La incapacidad política, manifiesta, de la oposición desespera a sus amos imperiales y los hace actuar al desnudo y de manera brutal contra el pueblo venezolano.
Ante estas amenazas para condicionar nuestro derecho a elegir en paz nuestro destino, como pueblo debemos alzar más alto que nunca la bandera de la unidad nacional para preservar esta Patria nuestra, que nos pertenece a todos y todas, del peligro de la violencia y la subordinación imperial.
La dirección política de la Revolución es la primera responsable de convocar, preservar y cuidar celosamente la unidad del pueblo, tomando acciones que sumen, que multipliquen las voluntades de millones a favor de la Independencia y la paz nacional.
Hoy más que nunca está vigente la consigna de los soldados paracaidistas liderados por nuestro Comandante Chávez, aquella madrugada del 4 de febrero de 1992, “¡La Patria está en peligro!: ¡Volaremos como las águilas!”.
Elevemos el vuelo en lo ideológico, en lo político, en el funcionamiento orgánico, en lo económico, en lo ético por nuestra amada Patria Venezuela. Que Dios nos acompañe¡Venceremos!
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