- 1. Introducción:
- Mateo 13: 44.
- Este texto esta englobado en las parábolas del reino que forman un grupo importante en el evangelio de Mateo.
- Estas parábolas tienen como propósito a través de imágenes de la vida cotidiana explicar la realidad del reino de Dios. Su mensaje es claro: el reino de Dios no era lo que los judíos esperaban (un rey terrenal que les trajese riquezas y les librase del opresor) sino un reino de otro ámbito (espiritual): Juan 18: 36.
- Oyendo estas palabras parece mentira que mucha gente hoy en día siga esperando ver a Dios en lo material.
- El hombre de la parábola descubre un tesoro y lo que hace es comprar rápidamente el terreno en que está para poder apropiárselo. Como toda historia no representa fielmente la realidad pero si es muy acertado:
a) Es un tesoro por descubrir: al alcance del que lo busca.
b) Valor incalculable.
c) El hombre renuncia a todo lo que tiene por ese tesoro: lo hace con alegría.
- Desde el principio tenemos claro cuál es el único requisito para obtener ese tesoro: la renuncia. Lucas 12: 33 y 34.
- Lucas 9: 62. Dejar todo lo demás, con alegría para disfrutar de este gran tesoro. ¿Cuántas veces volvemos la vista atrás queriendo recuperar algo ya dejado?
- El concepto de tesoro lo entendemos fácilmente, desde pequeños hemos oído el relato del cuento de Ali Babá y los 40 ladrones y a veces esperamos encontrarnos algo así todavía.
- El amor al dinero sigue moviendo el mundo y lo vemos en como prosperan las estafas de tipo piramidal: reportaje de la sexta.
- La gente sigue jugando en masa a la lotería para obtener algo parecido a un tesoro que solucione repentinamente todos los problemas, la alternativa bíblica es el trabajo y confiar en Dios.
- Míticos son los tesoros de la antigüedad, aunque más legendarios que otra cosa y todavía siguen dando para hacer alguna película: tumbas de Gengis Khan, las minas del rey Salomón, la Atlántida o El Dorado.
- El tesoro de la salvación: nos hace dichosos, es inagotable y estamos llamados a compartirlo.
- 2. Desarrollo:
2.1. Somos dichosos.
- 2ª Corintios 4: 6- 18.
- Vs. 6: la luz que brilla es nuestro corazones es Cristo que nos ha dado a conocer la salvación. Ya no somos culpables de nuestros pecados sino que hemos sido limpiados por su sangre y ahora somos limpios.
- Vs. 7: Este es el gran tesoro, la salvación. El regalo más increíble jamás imaginado regalado por Dios a la humanidad. Lo increíble es que este gran tesoro permanece ignorado por mucha gente. Al descubrirlo somos dichosos.
- Pero este gran tesoro habita en “vasijas de barro”. Esta comparación expresa con gran claridad nuestra condición con respecto a Dios. Él es grandioso y comparado a un precioso tesoro y nosotros vasijas de barro (frágiles y de poco valor). Pero curiosamente es ahí donde Dios ha decido depositar su tesoro.
- Juan 1: 12. Nos ha hecho sus hijos, sus criaturas predilectas, objeto de su cuidado y de su amor.
- Tito 3: 7. Además nos ha dado su herencia más preciada: la vida eterna.
- Vs. 17: Ser depositarios de este tesoro no nos libra de pruebas y tribulaciones. Estos son ligeros y efímeros comparados a la magnitud de la vida eterna.
- Vs. 18: Nuestro tesoro lleva el sello de la eternidad, no perece ni cambia.
- ¿No somos dichosos?, ¿nos sentimos dichosos?
2.2. Tesoro inagotable.
- Juan 4: 13 y 14; 7: 38.
- Todos los tesoros de este mundo tienen fecha de caducidad. Están sometidos a la corrupción (temporal) y al desgaste que supone la avaricia y el egoísmo (nuestro y de los demás).
- Pero la grandeza del tesoro de Cristo es que es inagotable: cuanto más lo descubrimos más tenemos. Crece a medida que crecemos.
- El nacimiento de un río es una imagen muy bella e increíble. Con un pequeño charco o hilo de agua que es continuo se forma un volumen cada vez más grande hasta dar lugar a un río caudaloso.
- Así es el Espíritu Santo en nosotros. Empieza cuando entregamos nuestra vida a Cristo y poco a poco vemos como nuestra vida cambia. Con el paso del tiempo y la obediencia a su palabra ese pequeño manantial se convierte en un gran río.
- Hasta el río más caudaloso ve disminuido su caudal cuando hay sequía o su curso se ve alterado por el hombre, pero este río es inagotable porque su origen es Dios mismo.
2.3. Tesoro para compartir.
- Lucas 9: 1- 6.
- Hay una característica del inicio de la historia que no es literal. El hombre que encontró el tesoro fue corriendo a comprar el terreno para que nadie se lo quitase pero el reino de Dios no es así.
- Fue creado en un acto de compartir y este tesoro debe serlo.
- En el texto de Lucas Jesús se lo encomienda a sus discípulos y curiosamente les deja claro que no tienen nada que ver con lo material porque les dice que no lleven nada durante el camino.
- Para compartirlo con los demás NO NECESITAMOS NADA. Sólo abrir lo que hay en nuestro corazón.
- No seamos egoístas con este gran descubrimiento que hemos hecho.
- 3. Conclusión.
- La salvación, la vida eterna y la plenitud de Dios en nuestras vidas es el mayor tesoro que existe, por lo tanto, somos dichosos.
- Ese tesoro no se agota como lo material sino que se renueva continuamente por la intervención del Espíritu Santo en nuestras vidas.
- No es para uso y disfrute únicamente privado sino para compartirlo con todo el mundo.
- Demos gracias a Dios por ese gran tesoro y seamos buenos administradores del mismo.
- Oración.
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