Hace
rato que los dirigentes de los partidos de extrema derecha Voluntad Popular y
Primero Justicia cruzaron la frontera de la civilidad, lanzando al traste y
acabando con todas las formas y modos de hacer política por el sendero democrático.
Estos devaluados políticos, devenidos en criminales y terroristas, han
promovido y financiado, sin ningún tipo de escrúpulos, la ejecución de planes
macabros de violencia y exterminio, dirigidos por sus grupos violentos contra
la Revolución Bolivariana y el pueblo de Venezuela.
La
develación de la existencia de jóvenes dirigentes de extrema derecha,
entrenados y organizados paramilitarmente para matar, destruir y generar caos es
sin duda una muestra de crimen organizado. De gamberrismo, de mafias de la
muerte, desplegados todos en el mero seno de la oposición criolla. Esto, sin
dudas, es muy grave.
En
cualquier otro país se habría generado un arduo debate. Se hubiera increpado a
los implicados, altísimos líderes de la cúpula opositora, la más violenta y
recalcitrante. Pero no, hay silencio total en toda la derecha y en sus medios cómplices.
Docenas de imágenes fotográficas ubican a esta dirigencia fascista, “amenamente”
reunidos junto a asesinos y descuartizadores. Su más que íntimo equipo de
trabajo, una fuerza de choque personal, la cual parece haber desdeñado de los valores
humanos para alcanzar altos niveles de monstruosidad y miseria. Esto solo se
logra con un específico entrenamiento paramilitar, que deshumaniza al
individuo, convirtiéndolo en una máquina para la destrucción y la muerte.
Esto
merecería como mínimo un mea culpa de los partidos de extrema derecha.
Merecería también una autocrítica profunda y una reflexión ante el país y la
comunidad internacional, porque esta violencia es consecuencia del metarrelato
de violencia subyacente en cada palabra, discurso y acción de los líderes y
grupos de la derecha.
Sus
formas de acción política los ha llevado directo y sin escalas al campo minado
(y sin retorno) de la violencia paramilitar y asesina. El fascismo corre libremente
por sus venas y por su mente.
Ante
estos elevados niveles de crueldad y violencia, por parte de militantes de partidos
de extrema derecha, sorprende el modo incólume, estoico e impasible de su
dirigencia. Con el cinismo y el caradurismo más despreciable y soberbio, la
derecha siempre está montada en la Negación,
en la excusa, en la incapacidad para asumir las consecuencias de sus acciones.
Es el burdo modo Yonofui, demostrando
siempre su falta de liderazgo y de solidez moral, ética e ideológica. Llamar “líderes” a estos seudodirigentes de la
cúpula opositora, es un término altamente inmerecido.
Este
tema de la Negación es bien
interesante. El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) señala que viene
del latín negatĭo, y significa “Acción
y efecto de negar” y “Carencia o falta total de algo”. En
psicología, si los freudianos estudiaran a los psicóticos y chiflados de la
derecha, encontrarían una grave, persistente y crónica aplicación de mecanismos de defensa como la Negación, para mantenerse
convenientemente alejados de la realidad a la hora de enfrentar los conflictos
que ellos mismos generan con sus acciones y discursos violentos.
Brindando
apoyo al ejército de psiquiatras que atiende a los líderes de la derecha,
debemos evaluar (psicoanalíticamente) que esta gente solamente está bloqueando
una multiplicidad de sentimientos (rechazo, repudio, soledad) que son demasiado
intensos y significativos, para ser manejados por quienes se “ganaron” su
liderazgo comprando sus propios partidos, conspirando o generando violencia. No
calzan los zapatos que requiere este país, ni siquiera pueden dirigir, decente
y democráticamente, a la oposición venezolana.
Volviendo
a Freud, el maestro del psicoanálisis señaló con contundencia que “La negación es un modo de tomar noticia de
lo reprimido (negar la realidad); en
verdad, es ya una cancelación de la represión, aunque no, claro está, una
aceptación de lo reprimido. Se ve como la función intelectual se separa aquí
del proceso afectivo”. Pareciera, en términos psiquiátricos, que la falta
de apoyo popular ha dañado las capacidades emocionales de esta disociada dirigencia,
obstruyéndole su capacidad de aceptar la cruda realidad: ser una minoría en
decadencia y verse derrotados, una y otra vez, por la vía electoral.
Volviendo
al tema de la violencia, son más de 15 años de agresiones implacables, de
ataques sistemáticos, de locura psicótica ejecutada por la extrema derecha
contra la Revolución Bolivariana y el pueblo venezolano. El historial y
prontuario de Negación de la extrema
derecha está públicamente develado y es harto conocido. Su codicia, ambiciones
y miserias (personales y grupales), les ha generado un insaciable y frenético
deseo por alcanzar el poder, llevándolos a ejecutar un sin fin de artimañas y
crímenes, suficientemente documentados por las autoridades judiciales. Hablamos
de golpes de Estado, paros petroleros, atentados explosivos, “alquiler” de paracos
y sicarios, asesinatos selectivos, golpes suaves, guarimbas, guerra económica,
etc.
La
irresponsabilidad, el descaro y el cinismo con que actúa la derecha develan su
talante fascista y criminal. Su silencio ante estos atroces crímenes, es un
modo evidente de Negación, es
reflejo de la complacencia y tolerancia para con las acciones que ejecutan sus
agentes violentos. Es, en definitiva, su opción de hacer política por medio de
la violencia.
La
extrema derecha venezolana ha importado y hecho suyo el modo de la parapolítica
colombiana. Ha inducido e introducido en el país la figura de la delincuencia
organizada al servicio de la política. Han creado grupos de choque, que
responden a sus fines y estrategias políticas, proveyéndola de cobertura,
recursos y de logística. Sus células de fascistas criollos y mercenarios
importados han ejecutado acciones terroristas, pretendiendo el control
territorial de espacios y comunidades. Estos grupos delincuenciales también se han
nutrido y financiado con las redes de bachaqueo, con el secuestro y la extorsión.
Lo más perverso y putrefacto de la derecha criolla cometiendo crímenes
macabros.
Estos
son ataques directos contra nuestro pueblo, nuestra soberanía, nuestra paz y
nuestro bienestar político, social y económico. Por eso, ha llegado la hora de
la respuesta contundente en el marco de la Constitución y las leyes.
En
esta lucha, todos debemos apoyar y respaldar las acciones de defensa y
protección para nuestro pueblo que adelanta el Gobierno Revolucionario y la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana.
Richard Canan
Sociólogo
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