A contramano de la lógica superficial e inmediatista que suele predominar en el mundo periodístico, una conversación con Juan Carlos Monedero supone enfrentarse a un conjunto de reflexiones y consideraciones que indagan en las cuestiones de fondo de la realidad social, económica, política y cultural. Lejos de la digestión efímera, consumista y condenada a la novedad por la novedad misma, las contribuciones de este politólogo madrileño no dejan indemne al lector, sino que lo llevan a una inquietud interna inevitable que es el primer paso para que emerja concretamente el anhelo de alterar el orden desigual y excluyente que impone el capitalismo.
Conocedor del trasfondo histórico que llevó a la consolidación del modelo neoliberal y atento a los procesos de cambio que se abrieron en América Latina en los últimos años, Monedero entrega en cada respuesta una combinación de elementos que abren nuevas puertas y senderos a la hora de comprender temas tan urgentes como los problemas de la izquierda europea a lo largo del siglo veinte, los ataques por parte de la minoría que gobierna Europa al pueblo griego y el vinculo que esto tiene con la situación en España, el rol de los medios de comunicación o su valoración de lo que implicó la Revolución Bolivariana –experiencia que vivió de primera mano como responsable de Formación del Centro Internacional Miranda de Caracas y que lo llevó a compartir algunos momentos con Hugo Chávez- para el resto de la región.
Profesor en varias universidades del mundo y autor prolífico de ensayos con los que busca intervenir en los debates contemporáneos –el último de ellos es Curso Urgente de Política para gente decente-, Monedero es uno de los cuadros más resonantes de Podemos, el espacio que surgió como alternativa al bipartidismo que gobierna España desde el pacto de La Moncloa. Algunas desavenencias con la conducción lo llevaron a dejar su función como secretario de Proceso Constituyente y Programa del partido, con el objetivo de, cómo él mismo lo dice, "recuperar libertad y traccionar la pata popular, asamblearia, horizontal y deliberativa". Sobre este punto y los otros mencionados más arriba, Monedero se explaya en diálogo con Nodal Cultura.
-¿Qué análisis hace de la situación que llevó a una suerte de callejón sin salida a la izquierda europea luego de la caída del Muro de Berlín?
-El principal problema de la izquierda europea fue no haber confiado en el pueblo. La izquierda socialdemócrata, a través del paternalismo de los Estados sociales, delegó la política en una partidocracia que cuando llegó la crisis se mostró incapaz de hacer valer los derechos sociales. A partir de la victoria de Chávez en el ´98, hay una reconceptualización de ese lugar de antaño llamado izquierda, que pasa por repensar el sujeto de la transformación que ya no es el proletariado y, por lo tanto, repensar también el sujeto político que ya no es tampoco el partido tradicional, ni vanguardia alguna, y repensar también cuál es la forma de conseguir las transformaciones. El punto de inflexión tiene que ver con confiar en la gente y preguntar, interpelar al pueblo cuando el sistema te quiere llevar a callejones sin salida. Se atrevió América Latina con los procesos constituyentes mientras que Europa, supuestamente dotada de una mayor experiencia democrática y mayor madurez política, ha tenido profundas dificultades para enfrentar procesos constituyentes reales tanto en cada país como en el conjunto. América Latina entendió que los desafíos civilizatorios pasan por confiar en la ciudadanía.
-¿Cómo interpreta el nuevo pliego de condiciones de la Troika, con el gobierno alemán a la cabeza, al partido gobernante Syriza y al pueblo griego?
-Nosotros estamos convencidos de que los ataques a Grecia, un país pequeño, que apenas supone el 2 por ciento del producto bruto europeo (PBE), persiguen el objetivo de lanzar una advertencia a los países más grandes, en concreto a España. Para nosotros ha sido evidente desde el comienzo que la suerte de Grecia ha sido utilizada en España para intentar debilitar la emergencia de un proyecto alternativo como el de Podemos. Como ocurrió en el ´73 con Chile, en un momento de crisis del modelo keynesiano, había un país que a través del gobierno de la Unidad Popular planteaba una alternativa al incipiente modelo neoliberal. En ese momento, la decisión de Estados Unidos de apoyar el golpe de Estado contra Allende fue una advertencia para que no se pusieran en marcha proyectos alternativos. Creo que con Grecia, actualmente, ocurre lo mismo. Europa está ahora mismo disputando dos modelos: uno autoritario, que pone fin al propio proyecto europeo, y un proyecto democrático que está llamando a la coparticipación popular.
-¿Cuál es el rol que tienen los grandes medios de comunicación en la puja política y económica que vive Europa?
-La restauración neoliberal tiene las características de un New Deal conservador. En el caso de Estados Unidos implicó deshacer el New Deal de Roosevelt y en Europa todo lo que hicieron los Consejos Nacionales de la Resistencia, con los artículos sociales y democráticos que habían incorporado a las distintas constituciones después del ´45. Como se trataba de cambiar el contrato social había que cambiar el relato y en ese sentido era esencial el papel de los medios de comunicación. Cuando el sistema de partidos entra en crisis quien va a sustituirlo es el partido de los medios de comunicación. Esto es muy evidente en el caso de la implosión de los partidos de la Cuarta República en Venezuela, Acción Democrática y Copei, que son sustituidos por los medios de comunicación, encargados de construir el nuevo sujeto que ya no es partidista. Los medios crean climas de opinión popular desfavorables, en el ámbito no solo nacional sino incluso internacional. Los medios de comunicación dominantes son el elemento central de desestabilización, son armas de desinformación masiva.
-¿Cómo ve a la distancia el proyecto político que lideró Chávez en Venezuela?
-Venezuela abre un camino que, a diferencia de los procesos tradicionales de la izquierda, no es violento, no es insurreccional sino que es electoral, y que realiza las transformaciones a través de procesos constituyentes y que solventa sus problemas apelando al pueblo a través de referéndums y consultas. Esto obliga a quienes rechazan a este tipo de gobierno a situarse en posiciones autoritarias que intentan enmascarar con dificultades. Y eso que era una realidad latinoamericana pasa ahora en Europa precisamente porque el neoliberalismo finalmente está mostrando su lado más virulento en Europa. El sistema capitalista se ajusta por sus eslabones más débiles, durante mucho tiempo esos eslabones han sido América Latina, África, Asia, hoy Europa es un eslabón débil porque no hay acción colectiva desde el Mayo del ´68. Y porque nos olvidamos que las luchas de ayer son los derechos de hoy y la luchas de hoy son los derechos de mañana.
.¿Qué opinión tiene del proceso latinoamericano en su conjunto?
.Creo que en América Latina ha habido tres procesos, tres agendas políticas. La continuación de la agenda neoliberal y allí están México, Colombia, zigzagueante en Perú y tensionado en Chile. Luego ha habido una agenda posneoliberal, que lo que buscaba era acabar con los excesos neoliberales en términos de exclusión y pobreza y ahí, para mí, están Argentina, Brasil y Uruguay. Y, en tercer lugar, hay una agenda poscapitalista que identifica de manera clara que el problema está en el modelo capitalista y que son quienes consiguieron cambios profundos en sus países. El problema es que está agenda del poscapitalismo, que está definida en términos teóricos, en términos prácticos también es una agenda posneoliberal, es decir, que no impugna el modelo capitalista porque también es muy difícil hacerlo en una economía global con tanto años de una dinámica consumista. Afectarías a tus propias bases y entonces tienes que dar pequeños pasos.
-¿Qué aspectos cree que se deberían revisar en relación a la historia reciente de las izquierdas?
-La izquierda ha tenido tres enormes lastres durante el siglo veinte: el primero es un lastre teórico, buena parte de los principios que afectaron a la izquierda ya no valen, son erróneos. Por ejemplo, pensar que el sujeto del cambio es la clase obrera. No es que no exista la clase obrera, sino que no se puede representar. Y si no puede representar, difícilmente el sujeto de transformación va a ser un partido político que dirige a la clase obrera como una vanguardia. Por otra parte, el Estado forma parte de la solución y también del problema y la izquierda, que ha sido siempre estatista, ha perdido de vista elementos que le dejó a la tradición liberal. El Manifiesto Comunista dice: "Y una sociedad socialista será una sociedad donde la libertad individual será la condición de la libertad de todos". Otro elemento importante es la gestión que ha hecho la izquierda comunista autoritaria como la izquierda socialdemócrata paternalista. El tercer problema es que hemos sido derrotados en la construcción de un sentido común comunitarista y que los valores individualistas y consumistas han triunfado. La reconstrucción de las alternativas, como dice Boaventura de Sousa Santos, requiere un pensamiento alternativo de alternativas, porque si no las alternativas conocidas van a repetir los mismos errores de siempre.
-Usted tomó la decisión de salir de la dirección de Podemos pero se mantiene en las filas del partido. ¿Por qué tomó ese camino?
-Cuando tomamos la decisión de convertirnos en partido político y presentarnos a las elecciones y entrar a la rueda de la representación éramos conscientes de que había muchos riesgos. Según íbamos metiéndonos en el engranaje íbamos siendo rehenes de la propia lógica a la que supuestamente teníamos que combatir. Y es que el juego representativo tiene un problema, que lo ve Marx con absoluta nitidez cuando tiene que adjetivar el Estado Moderno y en el Manifiesto Comunista lo llama Estado Moderno Representativo -¡tan listo era Marx!- y se da cuenta que en la idea de la representación hay un problema de fondo y es lo que yo siempre explico con Rousseau, y es que tu representas al pueblo que no está presente. Y lo que tienes que hacer es establecer vacunas para que el juego de la representación no te devore. Como éramos conscientes de esos riesgos, establecimos algunas vacunas: limitación de mandatos, limitación de los sueldos, prohibición de las puertas giratorias –es decir que no vas a hacer gestiones para manejar tu futuro laboral mientras estás en un puesto político- y que las bases siempre pueden revocar a cualquier cargo. Aplicar estos cuatro elementos en el día a día no es tan fácil porque vivimos en sociedades urbanas muy fragmentadas, desconectadas, no es tan sencillo poder activar estos mecanismos para que funcionen. Desde el comienzo, en Podemos nos articulamos con un doble vector: un partido representativo, que quería acceder a elecciones, mediático y otra pata popular, asamblearia, horizontal y deliberativa, y ese doble eje lo hemos tensionado mucho más hacia la parte representativa y partidocrática, que es lo que generó mi enfado con la dirección y mi necesidad de hacer una llamada de atención de que estábamos perdiendo la pata asamblearia y popular. El enfado que nació del 15 M hay que mantenerlo vivo, pero no como un mero enfado, sino reconducido hacia posiciones de emancipación social, de mayor compromiso democrático, de limitación de las desigualdades, de respeto medioambiental, de respeto por la diferencias de género, es decir, una conciencia más amplia que la construyes no solamente en el vector representativo sino también en el vector del debate popular que es donde se sustancia todo lo que construyes en la parte representativa y generas el activismo capaz de poner en marcha transformaciones sociales. Al tomar la decisión de salir de la dirección de Podemos he querido recordar a mis compañeros que no olvidemos esto y, sobre todo, he querido yo recuperar libertad para traccionar ese eje que teníamos abandonado.
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