Una reunión entre el jefe del Gobierno de Unidad Nacional de Libia, Fayez Serraj, y el comandante del Ejército Nacional libio, Jalifa Haftar, tuvo lugar el 26 de julio en París. El encuentro se celebró bajo el auspicio de la ONU y contó con la mediación del mandatario francés, Emmanuel Macron.
Las partes lograron fijar los comicios presidenciales y parlamentarios en Libia para la primavera de 2018.
"Las elecciones no cambiarán la configuración interna. Falta la lógica del proceso político. El país está casi a punto de explotar. En muchas regiones reina el caos y predomina la lógica militar", declaró Benraad a Sputnik.
Según la politóloga, mediando en el proceso, Macron trata de corregir los errores de sus antecesores, responsables de la situación actual en Libia, pero no se puede garantizar que los esfuerzos diplomáticos de Francia lleguen a buen puerto.
La analista señala que tal iniciativa fue presentada sin ningún acuerdo previo con otros países europeos y cree que ello se debe a la voluntad de Macron de dejar su huella diplomática.
"Trata de mejorar la posición de Francia, desacreditada en el tema de Libia desde la Presidencia de Nicolas Sarkozy, y no dejar que Libia se convierta en otra Siria, país donde se llevan a cabo las conversaciones a nivel de dos países: Rusia y EEUU. Desde mi punto de vista, [Macron] refleja la voluntad de mostrar su postura, pero no creo que influya en la situación", recalcó.
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De acuerdo con Benraad, Occidente "se da cuenta perfectamente de que (…) el general Haftar tiene una fuerte personalidad. Intenta asegurarse el apoyo de otros países, mientras que ya respaldan al general Egipto, Rusia y Emiratos Árabes Unidos".
"Los libios quieren recuperar el orden y el poder y expresan claramente su postura. Personas como Haftar (…) están consideradas por una parte de la población como idóneas para el país, que está hastiado de tanto caos", mencionó.
La analista explicó que Rusia, EAU y Egipto ven posible estabilizar la situación en Libia.
"Rusia rechazó la idea de cambiar el poder en Libia, censuró las intervenciones de Occidente en la región desde la guerra en Irak de 2003 y apoya los esfuerzos diplomáticos encaminados a estabilizar la situación en el país. Y la postura de Rusia es mucho más pragmática que la de Occidente, cuyas aspiraciones están lejos de la realidad", concluyó.
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