Pedro Pablo Kuczynski (Foto: Archivo)
YVKE Mundial/UN/Carola Chávez
Entonces
el perrito se secó. Duró poco más de año y medio echado en la
alfombrita, el obediente perrito amaestrado por su amo gringo, que a la
hora de la chiquita ni un huesito le lanzó.
Hemos visto perritos en nuestras tierras, la
historia, tristemente, está llena de ellos. Lo que nunca vimos fue uno
que admitiera serlo, meneando la colita fascinado, haciéndose pipí de la
felicidad de ser un perro con amo. Empeñado en la vergonzosa misión de
hacer de nuestro continente una gran alfombrita, auto erigiéndose como
líder de una infame manada, se inventó un club canino donde solo mueven
la colita los perros de pedigrí.
Juan Manuel Santos se anotó
rapidito, porque nadie en estas tierras tiene más pedigrí que él. Santos
de los Santos de toda la vida, de los que siempre han mandado en Colombia según les manden a mandar desde el norte. Santos,
el perro más fino, que por no apurarse, por no ser gringo como el
peruano perruno, no fue el perro alfa de aquella rastrera manada. ¿Quién
iba a decirle que habría una vacante tan pronto? ¡Qué mala suerte que Santos ya va de salida!
Macri que saliva como ninguno
cuando ve las barras y estrellas, que mueve esa colita con desparpajo y
sin una pizca de gracia, ladra desde el club canino y pela los dientes
de lejos, siempre de lejos, con el gringo grandote detrás, como el
cobarde perrito alfombrero que es. Macri ve la alfombrita vacía y aúlla
de ganas, pero mordiéndole la cola tiene a Piñera, que está reestrenando turno al bate y viene con los dientes pelados ladrándole a Venezuela.
Porque de eso se trata esta perrada, de ladrarle a Venezuela que
no se deja amaestrar. Que seamos todos perros para que ellos no se les
note tanto, para que sus pueblos no se contagien de la dignidad
venezolana y se rebelen, y les saquen la alfombrita, y los boten a
patadas.
Aunque a patadas los saca su amo cuando se vuelven
molestos, cuando ponen la plasta en medio de la alfombrita y el hedor
es tal que no hay prensa amiga que pueda taparlo. Cuando hay un perro
más simpático, cuando al amo le de la perra gana, porque para eso es el
amo y el perrito es un perrito. Así le pasó al perrito alfa del Grupo de Lima, que ladrándole a Maduro, prometiéndole su fin, no vio que el suyo estaba tan cerca.
Moraleja: Perro que ladra no muerde, y si le ladra a Venezuela, se seca.
Carola Chávez
@Tongorocho
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