Escribir sobre los temas que plantean los miembros de la opaca conspiración
venezolana, mal llamada oposición, requiere bajar varios grados de condición
intelectual. Y es que este grupo de desafectos a la democracia no
tiene sentido lógico ni filosófico en ninguna de sus expresiones públicas.
En verdad, como diría el ilustre Cantinflas, a esa gente yo
“ni las ignoro”, pues en su planeta de odio y resentimiento, solo ellos
se entienden y solo ellos se creen entre si. Es inútil, de tal suerte,
tratar de entenderlos o tratar de que te entiendan y por ello hace tiempo
que no malbarato mucha tinta ni tiempo en responder a sus entelequias.
En esta oportunidad, sin embargo, quiero sentar una posición clara en torno a la blasfemia de Yon Goicoechea con respecto a nuestro Pastor Maldonado, no por porque el Yongo la merezca sino porque es necesario que la inmensa masa de compatriotas que él llama imbéciles esté clara en relación con el apoyo que el estado le ha dado a esta naciente gloria del deporte venezolano, y de igual forma, para que todo demócrata verdadero, sea o no adepto al proceso revolucionario, entienda que este tema no es político como lo quieren hacer ver estos desalmados conspiradores, sino que reside en el verdadero centro del amor y sentimiento patriótico que todo nacido en esta tierra bonita debe profesar por ella. Sea, repito, simpatizante o no de la revolución bolivariana. La arenga incendiaria e incoherente de este tristemente celebre personaje no es nueva. Hoy dirigió sus misiles contra Pastor, pero ya en el 2007 había obtenido fama cuando este seudo líder estudiantil salió en defensa del canal golpista RCTV y prometió incendiar Caracas. Remembranzas de Nerón. El mismo que tras ser premiado con 500 mil dólares americanos, y que se gastó un realero en la boda más célebre de Venezuela, de pronto se fue a Estados Unidos a hablar de cómo combatir la pobreza, mientras recibía el premio Milton Friedman; instrumento significativo de la más rancia burguesía capitalista para quien los pobres del mundo importan un bledo. Misterios de la ciencia. En este caso, este individuo se refiere a la condición de Pastor como participante del circuito de la F1 (fórmula uno) de automovilismo, simplifica y reduce el tema de manera tan descontextualizada y banalizada que hace a ver nuestro atleta como una suerte de niño mimado por el gobierno, sin méritos de ninguna índole y olvidando, además, que este insigne aragüeño tiene una intachable hoja de vida en este difícil deporte, que no es más negocio que el que se genera con nuestras selecciones vinotinto de fútbol y baloncesto, solo por mencionar las que más dividendos producen. Se olvida este niño renegado y resentido, que el patrocinio deportivo de PDVSA, que no es exclusivo para Pastor, activa e incentiva desde muchos puntos de vista, dividendos para nuestra economía por el efecto mercadotécnico en cadena, que sobre otros negocios nacionales, tiene un evento de esta naturaleza. Tal vez sea necesario recordar, que gracias a una Vinotinto competitiva (hoy patrocinada por PDVSA y muchas empresas privadas), el país nacional, no solo el estado, pudo obtener ingresos extraordinarios generados por la Copa América y sus negocios derivados; amén de la mano de obra de miles de venezolanos que se empleó para construir la maravillosa infraestructura deportiva que nos quedó como herencia de aquel evento inolvidable y que hoy se utiliza en el desarrollo masificado del fútbol nacional. Quien hubiera pensado, hace unas décadas atrás cuando los gobiernos que tanto añora esta casta conspiradora a la que pertenece Yongo estaban en el poder, nuestro país iba a estar en la posición de respeto mundial en materia deportiva que hoy ostenta. Esto naturalmente, no hubiera sucedido, sin el patrocinio eficiente y efectivo del estado venezolano a través de sus diferentes instituciones, dentro de las cuales está nuestra PDVSA. Patrocinio que no se ha limitado al deporte aficionado, sino a la actividad profesional también; sin hacer acepción ni excepción de personas por la condición de su preferencia política. Les recuerdo, como singular ejemplo entre muchos, que el talentoso y joven director técnico de nuestra vinotinto y tal vez la gran mayoría de sus integrantes no comulgan con el proceso revolucionario. No obstante, hoy en día, PDVSA es quien genera los viáticos y honorarios que merecidamente cada uno se embolsilla. Olvida Yongo, que llamar imbécil a toda una colectividad, dentro de la cual se encuentran sus propios congéneres de Primero Justicia y otros kioscos políticos de la conspiración, no le genera ninguna ganancia política en ninguno de los sectores. Probablemente su resentimiento al ser excluido por su propia gente de toda posibilidad electoral en las últimos comicios parlamentarios todavía le genera delirios de venganza que hoy le hacen despotricar, no de un hombre en particular, sino en contra de un sentimiento que no conoce de divisiones partidistas y que hoy en día, une a venezolanos de toda naturaleza política, cultural, de clases, de edades y de sexo: El orgullo por la patria que nos vio nacer cuando su nombre y su himno se levantan por encima de otras banderas. Tal vez, como posteriormente trató de explicar con unas declaraciones no menos infelices, si Yongo lo que está es preocupado por el erario nacional, debería haber comenzado por pronunciarse en contra del aporte que la vieja PDVSA otorgó ilegalmente a Leopoldo López para engendrar a la tolda política que hoy le da cobijo: Primero Justicia. Una sola cosa celebro de lo dicho por Yongo: Que este es verdaderamente el “gobierno de los pobres”. El mismo gobierno que, a través de Venetur esta promocionando el turismo para venezolanos excluidos en el pasado, haciéndoles disponible la posibilidad de visitar otros países. En esta oportunidad, por cierto, ya están listos los paquetes para las próximas carreras del circuito de Fórmula 1, donde seguramente se volverá a escuchar el Gloria al Bravo Pueblo que a Yongo le pareció irónico, imbécil y hasta asco le dio escuchar. Jamás pensé que alguien superara el bochornoso espectáculo ofrecido por Ozzie Guillén, cuando trató de mezclar incoherentemente el deporte, que es una actividad universal de hermandad y camaradería, con la baja, egoísta, infame, excluyente y xenófoba política que la que la reaccionaria derecha venezolana aprendió de la gusanera cubana. Yongo y Guillén, no son una ironía. Son una triste realidad apátrida. Lgraterolh@gmail.com |
DE YONGO A GUILLEN
Denizer Carter
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