La
semana pasada visité la República Popular China, por invitación del
Centro de Estudios Globales de la Universidad de Shanghái y la
Asociación de Cultura Internacional de esa ciudad para dictar tres
conferencias en el marco del “Simposio de Relaciones Sino-Venezolanas”
organizado por esas dos instituciones de la urbe más grande del país
asiático. Los temas de mis conferencias fueron: la situación política en
Venezuela de cara a las elecciones parlamentarias de diciembre, las
relaciones sino-venezolanas y las relaciones entre Estados Unidos y
Venezuela. Así mismo, participé como comentarista de la ponencia
presentada por el Doctor Xu Schicheng, profesor-investigador titular y
tutor del doctorado del Instituto de América Latina (IAL), anexo a la
Academia de Ciencias Sociales de China, quien cuenta con más de 50 años
de experiencia en los estudios sobre América Latina. El Profesor Xu
disertó sobre el “Desarrollo de las relaciones entre China y América
Latina y el Caribe en el siglo XXI”.
Por la importancia que tiene conocer el
estado de las relaciones entre China y América Latina a partir de su
visión propia, me parece importante rescatar algunos aspectos
fundamentales de la presentación del profesor Xu, quien comenzó
recordando que los vínculos entre su país y América Latina datan desde
hace varias décadas, pero la llegada del siglo XXI los ha potenciado
hasta llevarlos en una tendencia positiva de desarrollo que llamó
“omnidireccional, de amplio alcance y de múltiples niveles”, a partir de
la intensificación de los contactos y la consolidación de un alto grado
de “confianza política mutua”.
En 2008, el gobierno chino publicó un
documento sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe
(ALC) denominado Libro Blanco, en el que se señala que al enfocar las
relaciones con la región desde una mirada estratégica, “el Gobierno
chino se esforzará por establecer y desarrollar con los países
latinoamericanos y caribeños una asociación de cooperación integral
caracterizada por la igualdad, el beneficio recíproco y el desarrollo
compartido”.
Ello hace necesario profundizar la
cooperación estratégica, intensificar los intercambios de alto nivel,
crear mecanismos de consulta intergubernamentales, ampliar los contactos
entre los parlamentos, los partidos políticos y los gobiernos locales y
reforzar el intercambio de experiencias en materia de gestión de
gobierno y manejo de asuntos administrativos. Con esos objetivos se han
realizado en lo que va de siglo las visitas de los presidentes Hu Jintao
en 2004, 2008 y 2010, Xi Jinping en 2013 y 2014 y de los primeros
ministros Wen Jiabao en 2012 y Li Keqian en 2015.
En el plano económico, China ha
fomentado la complementación recíproca con ventajas mutuas. El comercio
bilateral pasó de 12.596 millones de dólares en 2000 a 263.600 millones
de dólares en 2014, siendo China el segundo socio comercial de la región
Así mismo, se ha fortalecido el
intercambio cultural. Hasta ahora se han creado 32 institutos Confucio
para el estudio del mandarín y 10 Cátedras en 14 países de ALC, y se
estableció el primer Centro de Cultura de China en México. De igual
manera, se ha intensificado el envío de estudiantes y profesores entre
ambas partes y los vínculos académicos.
El Doctor Xu expuso que “China ha
reforzado la comunicación y la coordinación de posiciones con ALC sobre
temas comunes como cambio climático, seguridad alimentaria, energética y
financiera, el sistema comercial multilateral, los objetivos de
desarrollo del Milenio de la ONU y otros de carácter global con el
objeto de preservar los intereses comunes. Frente a la compleja
situación financiera y económica internacional, China está fortaleciendo
el intercambio de experiencias con ALC sobre la prevención de riesgos
para proteger la estabilidad financiera y económica nacional y regional y
la participación conjunta para influir activamente en la elaboración de
las reglas económicas, financieras y comerciales internacionales
promoviendo el avance de un orden económico internacional más justo y
razonable”.
En julio del año pasado, el presidente
Xi Jinping visitó la región. Durante su estadía en Brasil, Xi se reunió
con líderes de ALC acordando establecer relaciones de asociación
integral basadas en la igualdad, el beneficio mutuo y el desarrollo
común, y decidieron crear una comunidad de destino compartido entre
China y ALC. Así mismo, se estableció el Foro China-CELAC, con lo que se
crea una nueva plataforma para llevar adelante el diálogo multilateral
sobre aspectos políticos, comerciales, sociales y diplomáticos a fin de
innovar, creando una forma de colaboración y promoción del desarrollo
común, avanzando en la cooperación integral bilateral.
La Primera Reunión Ministerial del Foro
de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y China,
se realizó en Beijing los días 8 y 9 de enero de este año. El
presidente Xi Jinping fijó el objetivo del comercio bilateral entre
China y ALC en 500.000 millones de dólares en los próximos diez años. El
mandatario chino señaló que la inversión directa de China en América
Latina alcanzará los 250.000 millones de dólares en la próxima década.
Propuso un marco de cooperación y varios préstamos, fondos y proyectos
en materia de infraestructura, agricultura, recursos energéticos,
manufactura, alta y nueva tecnología, intercambios entre ciudadanos,
entre otros. En la reunión se aprobó la Declaración de Beijing, el Plan
de Cooperación CELAC-China 2015-2019, y las Reglas Institucionales del
Foro CELAC-China. De esta forma, quedaron formalizados los acuerdos
tomados en Brasil seis meses antes.
Al hacer mis comentarios sobre la
presentación del Profesor Xu, señalé que para ALC, los vínculos con
China marcan un nuevo tipo de relación de la región con una potencia
mundial. Por primera vez, estas no son de subordinación y de imposición
militar por parte de una parte hegemónica. No se puede ocultar, que -más
allá de cualquier crítica o desacuerdo-, ello marca un punto de
inflexión de las relaciones de la región con cualquier poder mundial en
toda su historia. Para América Latina y el Caribe es positivo que China
busque asociaciones estratégicas y de coordinación en asuntos
internacionales y de integración con la región promoviendo consensos en
temas internacionales. Eso ayuda a potenciar nuestro propio proceso de
integración.
En 2012, durante la visita del primer
ministro Wen Jiabao, en un discurso pronunciado en la sede de CEPAL en
Santiago de Chile expresó que ambas partes nos debemos atener al
“…respeto mutuo y al trato en pie de igualdad y atender de conjunto los
intereses esenciales y las preocupaciones trascendentales…” Para nuestra
región, con un historial de invasiones, ocupaciones, intervenciones
militares y económicas y apoyo a golpes de Estado por parte de las
potencias hegemónicas, ese tipo de trato, es ya ganancia.
Las dificultades más notorias tienen que
ver con las diferencias históricas entre nuestros países y las
orientaciones tan diversas de los líderes y los gobiernos, lo cual
obliga a una búsqueda de consensos a partir de los intereses
compartidos. En esa medida, hasta ahora, el ritmo de las relaciones ha
sido trazado en gran medida por Beijing, ante la pasividad de la región
por generar propuestas de conjunto en beneficio de varios países
simultáneamente a partir de los intereses propios. Por ejemplo en el
área de infraestructura la prioridad de China es desarrollar proyectos
que integren las costas del Atlántico y el Pacífico, pero a la región
también le debería preocupar llevar adelante propuestas que potencien
nuestra propia integración y, en esa medida, realizar planes que nos
permitan vincularnos más de norte a sur y viceversa.
En la región hay particularidades que
conllevan distintos ritmos en su relación con China, lo cual hace que
ésta privilegie a aquellas naciones con los que convergen mejor sus
intereses. Por ello, es muy difícil hacer una evaluación global del
impacto de los vínculos entre ambas partes. Hay países que tienen
economías complementarias con China y hay otros (siendo México, el caso
más emblemático) que compiten, sobre todo por el mercado estadounidense.
Por otro lado, es positivo para América
Latina y el Caribe que China tenga necesidades de materias primas que se
producen en nuestros países, pero esto podría conducir a la
potenciación de una reprimarización de la economía, si se perpetúa la
condición de exportadores de productos básicos y se reducen las
posibilidades de industrialización en perjuicio de la empresa local.
Todo ello conllevaría una interdependencia asimétrica que podría
conducir de manera peligrosa a reproducir esquemas clásicos de la
relación centro-periferia si no se establecen oportuna y puntualmente
los correctivos. Pero ello depende más de la parte latinoamericana, de
sus líderes y gobiernos que de China que ha mostrado voluntad de
cooperar en el desarrollo industrial y tecnológico y el intercambio de
conocimientos.
Hoy, cuando la economía china pasa por
un momento de reducción de su demanda interna y un vuelco hacia un
desarrollo endógeno que apunta a una elevación de la calidad en el
crecimiento por encima de la cantidad que la había caracterizado en los
últimos años, tal proceso ha tenido un fuerte impacto en la región, el
que debe ser estudiado y enfrentado para sacar conclusiones necesarias
que minimicen las consecuencias.
Se trata de vincular la agenda regional
con laos necesidades de la agenda china, optando por el desarrollo
productivo para evitar la reprimarización de la economía, creando
políticas de esa índole en múltiples áreas en las que China puede ayudar
estableciendo una relación integral no sólo en materia económica,
también en lo referido a la cultura, la política y la seguridad, por
ejemplo.
Es responsabilidad de América latina y
el Caribe, avanzar hacia su propia integración, aprovechando mejor las
oportunidades que China ofrece, trascendiendo el corto plazo y
estableciendo programas y planes con visión estratégica.
sergioro07@hotmail.com
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