De derecho, el nuevo período presidencial de Nicolás Maduro no empieza antes del 19 de abril de 2019. De hecho, ya empezó. Todos los indicios están ahí: renovación de la propuesta de diálogo, cambios importantes en el gabinete y uso oficial de la frase "Un nuevo comienzo". Es una perspectiva políticamente correcta. En efecto, los primeros anuncios del Presidente han generado algunas expectativas, lo cual es un arma de doble filo. Si las expectativas son respondidas favorablemente, se dará una real gran victoria revolucionaria, se alargará la vida de los gobiernos chavistas y se recuperará el amplio respaldo popular que alguna vez tuvieron (llegó a estar, en su pico máximo, en más del 60%). Pero si ocurre lo contrario, si las expectativas se ven frustradas, entraremos en un campo minado, en arenas movedizas con consecuencias impredecibles. De allí la importancia de que todo el mundo se tome en serio lo del "nuevo comienzo". Las palabras son objetos, tienen cuerpo y peso. Algo "nuevo" solo se hace posible cuando se desecha, aunque sea parcialmente, lo viejo. Y para que algo comience, otra cosa debe terminar ¿Necesito explicarme más en ese sentido?
Para que lo del "nuevo comienzo" sea más que una huera frase propagandística habría que cambiar el artículo (¡y dale con el peso de las palabras!): no hace falta "un" nuevo comienzo sino "el" nuevo comienzo. Es decir, acciones bien definidas, claras, inconfundibles. Por ejemplo, las medidas que promueven el diálogo y la liberación de los presos políticos tienen claro apoyo mayoritario del pueblo (que suele pensar muy diferente a los "radicales"), según un estudio de la segunda quincena de junio, creíble, hecho por un grupo que trabaja desde adentro del chavismo y que la experiencia comprueba que posee un alto promedio de aciertos. Muy bien, el problema con esto es que, a fin de cuentas, estas son cosas que preocupan más a los políticos de oficio que a los ciudadanos de a pie. No se trata de ningún apoyo popular entusiasta, aunque sí evidentemente racional. Lo cierto es que "a la final", como se dice en Venezuela, volvemos siempre a lo mismo: la economía.
Hoy aparecen por todas partes "expertos" economistas. Suerte con eso, ya yo me he declarado lego en la materia. Pues bien, que los "expertos" se apuren, porque tiempo hay pero no sobra. Yo lo único que siento (siento todos los días en mi bolsillo)… ¡y acaso hasta lo sé! es que nuestra economía está dominada ampliamente por el capitalismo salvaje. A ver si los "expertos" entienden eso primero que nada y después propongan qué hacer: ¿acabamos con el capitalismo de raíz, nacionalizamos la banca y expropiamos a Mendoza? ¿Hay condiciones para eso? ¿Someteríamos al pueblo a mayores sacrificios y carencias en lo inmediato en aras de un hipotético futuro socialista? ¿O alcanzamos algunos acuerdos macro con los grandes capitalistas que nos permitan seguir desarrollando, sin prisa pero sin pausa, nuestra incipiente economía comunal, que por ahora puede ayudar pero está lejos de poder resolver esta charada por sí misma? ¿Hay otra opción? Bueno, "expertos", ilumínenme por favor, porque de verdad no termino de entender mucho de lo que ustedes proponen ¿Por qué no han caracterizado claramente nuestra economía, que es lo primero que deberían hacer? El diagnóstico, como acertadamente asomó Jesús Faría.
Nuestra economía no es solo capitalista sino además altamente dependiente del capitalismo internacional, comenzando porque nuestro principal producto es el petróleo, una industria ampliamente dominada por el capitalismo, como casi todo en este atormentado mundo. Pero además, abra usted una caja del Clap o compre en un Mercal, y verá allí productos que son elaborados y exportados por grandes empresas capitalistas en sus países de origen, como las corporaciones mexicanas Molinos Villafañe (con capacidad para almacenar hasta 110 mil toneladas de maíz), Rice & Beans (que exporta a los cinco continentes alpiste, alubias, arroz, avena, frijoles, garbanzos, habas, lenteja y maíz) o el grupo Gruma, fabricante de la ya famosa en Venezuela harina de maíz Maseca (líder mexicano en la producción de harina de maíz y tortillas a nivel mundial, además de producir otros alimentos, con una notable expansión internacional que incluye operaciones en América, Europa, Asia y Oceanía con 79 plantas y una importante presencia en 112 países a través de sus marcas globales Maseca y Mission y una gran cantidad de marcas líderes locales como Guerrero en Estados Unidos, y Tortiricas y Tosty en Costa Rica). O sea, parece que no queremos nada con los capitalistas de aquí, pero estamos enriqueciendo a grandes capitalistas extranjeros ¿Qué hacer, entonces? Bien, que hablen los "expertos".
Hay algo en lo que sí me considero "experto": la comunicación, con la mala suerte de que todo el mundo se cree "experto" en eso, como si fuese un oficio que no necesitara estudios y larga experiencia para tratar el asunto con suficiente pertinencia, tal como la economía, donde también parece que sobran los "expertos". La comunicación es una cosa que sin duda requiere, necesita, exige a gritos un nuevo comienzo, desde la perspectiva del movimiento revolucionario.
La comunicación del movimiento revolucionario es más poderosa y abierta en la calle, en las redes digitales no oficiales, en portales de Internet que incluyen el debate de ideas y en algunos medios impresos y audiovisuales alternativos, que en los productores de comunicación oficiales y partidistas, en los cuales reinan la rutina, el discurso reiterativo, el dogmatismo, el sectarismo y el pensamiento único ¿Acaso no va a haber un "nuevo comienzo" en la comunicación oficial? Por ahora, de eso no hay ni asomo.
Lo que pasa es que los comunicadores oficiales están muy cómodos y en sólido dominio del escenario, y como en otras áreas de la Revolución, no se verían favorecidos por un nuevo comienzo, así que no va a ser fácil que haya cambios en la comunicación oficial. Por supuesto, no quiero ser el Quijote luchando contra los molinos de viento, así que seguiré opinando con tranquilidad y también con limitadas esperanzas de que se me escuche.
Uno de los grandes problemas de la comunicación oficial es el de confundir propaganda con comunicación. La propaganda es solo una parte de la comunicación, importante, sin duda, pero insuficiente. La propaganda le ha sido útil al chavismo oficial para ganar elecciones, aun siendo una minoría. Aclaremos esto último, antes de que los fanáticos me crucifiquen. Según los mismos estudios que señalé más arriba, el apoyo al chavismo es ejercido por poco más del 30 por ciento del país, esto se mantiene invariable desde 2014, más o menos. La primera minoría es la de quienes se definen como no alineados, alrededor del 40% y de terceros están quienes se definen como opositores, no muy lejos de la minoría chavista. Solo 3 de cada 10 venezolanos apoya expresamente al gobierno bolivariano. Esto se comprobó en la pasada elección presidencial, donde por Maduro votó solo el 30% del padrón electoral.
Sin duda la propaganda oficial ha sido efectiva en cohesionar a la numerosa minoría chavista y, con ello, mantener a los bolivarianos en la posesión del Gobierno. Eso es un mérito, por supuesto, lo que pasa es que el objetivo estratégico de los revolucionarios no es mantenerse en el gobierno, sino conducir al pueblo en la realización de las metas ulteriores de la Revolución y eso no será posible sin el apoyo consciente y mayoritario del pueblo. Es hora, pues, de un nuevo comienzo comunicacional, para que podamos no solo vencer, sino sobre todo convencer. Para ello se necesita una comunicación inteligente, creativa, abierta, crítica, en la que juegue un papel decisivo el debate de ideas y la tramitación pública de las grandes contradicciones presentes en el escenario.
No estoy pontificando, sé que es un tema complejo y arduo, pero ya que hablamos de un "nuevo comienzo", por algo hay que comenzar ¿Qué tal por un debate público, democrático, libre, nacional de los revolucionarios sobre el tema comunicacional? ¿Qué tal si ponemos los medios públicos al servicio de este debate, con participación de toda las voces interesadas y no solo la de los voceros partidistas, funcionarios del Estado o comunicadores oficiales?
Ciertamente se acepta que la comunicación es uno de los principales frentes de batalla en el escenario contemporáneo (en mi opinión, el más importante). La verdad es que nuestras armas para esa batalla mundial están un tanto melladas, por eso pasamos tanto trabajo en ese terreno. Estoy entre quienes quieren ayudar a sacarle filo a esas armas. Permiso, por favor, para seguir adelante.
Continuaré con esta discusión, como la ladilla china que soy.
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