Otaiza Castillo, este muchacho que está vivo gracias a Dios. ¡Ese muchacho es un soldado! El 4 de febrero no pudo hacer nada porque no le avisamos. Estaba lejos, en un curso. Regresó al país, al ejército y se puso a trabajar. Se metió una vez en la cárcel de Yare disfrazado de mujer, y se veía muy fea, por cierto.
“¿Quién es esta negra grandota que entró aquí?” Otaiza disfrazado de mujer, en Yare, en una celda allá, y tuve que entrar yo y le dije: “¿Pero tú eres loco?”. Era teniente activo, chico, y tenía un plan para sacarnos. Le dije: “No, ya va, un momentico”, porque es un soldado combatiente y andaba encendido: “Mi comandante, lo vamos a Libro sacar. Tenemos tres helicópteros”. Y le dije: “No, no te pongas a inventar, que la cosa va bien. Aquí estamos tranquilos, sigan ustedes allá afuera”. Al tiempo me entero que andan formando los grupos. ¿Quién podía parar eso? Era una ría que se venía encima. El pueblo estaba encendido y los militares también. Nadie podía parar el 27 de noviembre.
Otaiza es un soldado que, con su sangre, regó las calles de Caracas el 27 de noviembre. Fíjate lo que hizo junto a otro muchacho que sí perdió la vida, entrando allá al Palacio. Ellos estaban en las inmediaciones de Fuerte Tiuna en la madrugada, esperando. No tenían comando de tropa porque andaban rebeldes y los tenían muy vigilados. Unas tropas del Fuerte Tiuna que iban a salir hacia Miraflores no salieron, porque algunos oficiales develaron el plan. Estos muchachos ven que sale el sol y no había tropas, estaban solos, solos con sus fusiles y una pistola. Decidieron, cual locos patriotas, irse al Palacio de Miraflores. Y le han entrado a plomo a las puertas de Miraflores. A Otaiza le dieron cuatro tiros de fusil en el pecho. Pero es un atleta, un hombre muy joven, con gran vitalidad. Lo dejaron por muerto. Él confiesa que sintió que se moría. Los médicos del Hospital Militar dicen que llegó clínicamente muerto. Pero le vieron alguna señal, tú sabes, de posible vida, y lo metieron al quirófano, y allí está Otaiza, chico.
Él pasó todos estos años estudiando, es doctor en ciencias políticas, un hombre muy inteligente. Después se recuperó tanto que fue a un mundial de natación y ganó, trajo su trofeo. Y ahora resulta que una madrugada de estas me dijo: “Mi comandante, quiero hablar con usted”. Porque él estaba en mi caravana, fíjate tú, él estaba en seguridad, había hecho cursos especiales de seguridad y es comando. Me dijo: “Mi comandante, yo me quiero ir para la Constituyente”.
“¿Quién es esta negra grandota que entró aquí?” Otaiza disfrazado de mujer, en Yare, en una celda allá, y tuve que entrar yo y le dije: “¿Pero tú eres loco?”. Era teniente activo, chico, y tenía un plan para sacarnos. Le dije: “No, ya va, un momentico”, porque es un soldado combatiente y andaba encendido: “Mi comandante, lo vamos a Libro sacar. Tenemos tres helicópteros”. Y le dije: “No, no te pongas a inventar, que la cosa va bien. Aquí estamos tranquilos, sigan ustedes allá afuera”. Al tiempo me entero que andan formando los grupos. ¿Quién podía parar eso? Era una ría que se venía encima. El pueblo estaba encendido y los militares también. Nadie podía parar el 27 de noviembre.
Otaiza es un soldado que, con su sangre, regó las calles de Caracas el 27 de noviembre. Fíjate lo que hizo junto a otro muchacho que sí perdió la vida, entrando allá al Palacio. Ellos estaban en las inmediaciones de Fuerte Tiuna en la madrugada, esperando. No tenían comando de tropa porque andaban rebeldes y los tenían muy vigilados. Unas tropas del Fuerte Tiuna que iban a salir hacia Miraflores no salieron, porque algunos oficiales develaron el plan. Estos muchachos ven que sale el sol y no había tropas, estaban solos, solos con sus fusiles y una pistola. Decidieron, cual locos patriotas, irse al Palacio de Miraflores. Y le han entrado a plomo a las puertas de Miraflores. A Otaiza le dieron cuatro tiros de fusil en el pecho. Pero es un atleta, un hombre muy joven, con gran vitalidad. Lo dejaron por muerto. Él confiesa que sintió que se moría. Los médicos del Hospital Militar dicen que llegó clínicamente muerto. Pero le vieron alguna señal, tú sabes, de posible vida, y lo metieron al quirófano, y allí está Otaiza, chico.
Él pasó todos estos años estudiando, es doctor en ciencias políticas, un hombre muy inteligente. Después se recuperó tanto que fue a un mundial de natación y ganó, trajo su trofeo. Y ahora resulta que una madrugada de estas me dijo: “Mi comandante, quiero hablar con usted”. Porque él estaba en mi caravana, fíjate tú, él estaba en seguridad, había hecho cursos especiales de seguridad y es comando. Me dijo: “Mi comandante, yo me quiero ir para la Constituyente”.
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