Las clases
dominantes, a todo lo largo de la historia humana, han desatado su odio
contra los líderes populares capaces de dirigir los procesos de cambios y
transformaciones en determinado lugar y en determinado período
histórico. Pocas veces, sin embargo, esta furia alcanzó los niveles que
le ha tocado enfrentar al comandante Hugo Chávez y a los chavistas en
Venezuela y el mundo entero.
¿Pero qué es el chavismo? ¿En qué contexto surgió? ¿En qué ideas se basa? ¿Quienes lo enarbolan? Veamos.
Una era donde las ideologías parecían extinguirse
A
fines de la década de 1980 y principios de los noventa, el mundo estaba
convulsionado. El sueño de más democracia y más socialismo en la Unión
Soviética y el resto del bloque socialista se derrumbaba junto con el
muro de Berlín. El imperialismo norteamericano se afirmaba como potencia
hegemónica y Fukuyama proclamaba el fin de las ideologías.
Al
mismo tiempo, la izquierda europea y el paradigma socialdemócrata se
hundía junto con las conquistas del Estado de bienestar y el
neoliberalismo con su eliminación de políticas sociales, la instalación
de la lógica del mercado en todas las esferas de la economía y la
pauperización creciente de los trabajadores en todo el mundo parecían
haberse instalado para no volver atrás.
En América Latina, Cuba
sufría la abrupta disminución del intercambio comercial con el bloque
socialista y se sumía en el Período Especial, mientras en Nicaragua la
Revolución Sandinista era derrotada en las urnas para dar paso a una
regresión que parecía no tener fondo.
Los gobiernos
entreguistas y corruptos pululaban en todo el continente y a pesar de
que la democracia se había recuperado en todos nuestros países, nuestros
pueblos sufrían una creciente pobreza y marginación social. Reinaban
los Chicago Boys del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
El
dramático corolario de esta situación se produjo el 27 y 28 de febrero
de 1989, cuando el pueblo venezolano se alzó contra la carestía, la
falta de trabajo, la miseria y el hambre a que estaba siendo sometido
por los gobiernos que cumplían fielmente los dictados del FMI. El pueblo
fue masacrado. Al menos tres mil personas pagaron con su vida la osadía
de exigir soluciones para un pueblo despojado de toda dignidad.
El
4 de febrero de 1992, en toda Venezuela, este panorama se vio roto por
una insurrección militar liderada por un joven teniente coronel, el
comandante Hugo Chávez, que si bien fue derrotada, se convirtió en un
hito en la lucha de los revolucionarios latinoamericanos y caribeños.
Una
nueva rebelión infructuosa el 27 de noviembre del mismo año, encabezada
por oficiales más jóvenes aún, pero que se declaraban solidarios con la
del 4-F, daba la pauta de que algo muy importante estaba pasando en la
Patria de Bolívar.
Al poco tiempo todo el país y buena parte
del continente y del planeta tenían claro que esas rebeliones se habían
alzado precisamente contra la entrega de los recursos naturales
(particularmente los energéticos), la sujeción de los gobiernos a los
dictados del FMI, la corrupción generalizada, las dramáticas condiciones
de vida de la gente y la falta de una auténtica democracia.
¿Pero
quiénes eran estos militares? ¿Quién era este joven líder que al poco
tiempo había conquistado un lugar en los altares de las casas de los
pobres venezolanos, junto a las estampitas de los santos y las velas en
honor a los difuntos?
El Árbol de las Tres Raíces
Cuando
Chávez ingresó a la Academia Militar en el año 1971, fuertemente
influenciado por la militancia revolucionaria de su hermano Adán
(actualmente gobernador de Barinas, el estado natal de la familia
Chávez), se apasionó por los estudios políticos que desarrolló allí como
parte de su formación militar en la primera generación de quienes se
graduarían como licenciados en Ciencias y Artes Militares.
Obtuvo
las máximas calificaciones y se graduó como licenciado con el cargo de
subteniente el 5 de julio de 1975. A fines de 1982, junto con otros
oficiales medios forman el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200
(MBR-200, en alusión a los 200 años del natalicio del Libertador Simón
Bolívar, que se cumplirían en 1983) y ya para ese entonces Chávez
hablaba del Árbol de las Tres Raíces, reivindicando a Simón Bolívar,
Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora.
En “El Libro Azul”, de cuya
primera publicación clandestina se cumplen treinta años en 2014, Chávez
decía “Vivimos, efectivamente, una era donde las ideologías parecieran
extinguirse. El “fin de las ideologías”, así la han llamado no pocos
estudiosos de la época (...) precisamente, en este marco desideologizado
y con el propósito de hallar recursos válidos para que nuestro pueblo
avance por el mapa intrincado y complejo del futuro que nos hemos
atrevido a invocar un modelo ideológico autóctono y enraizado en lo más
profundo de nuestro origen y en el subconsciente histórico del ser
nacional”.
Más adelante, se explica cuál es ese modelo
ideológico y se lo identifica con un árbol de tres raíces. La primera de
las raíces de este árbol es el modelo de pensamiento del gran pensador
venezolano Simón Rodríguez (quien firmaba sus escritos con el alias de
Samuel Robinson): “El modelo se fundamenta en un sistema de ideas que
puede ser perfectamente enmarcado dentro de una profunda disyuntiva
existencial, en la cual se deslinda claramente una dicotomía en
movimiento arrollador: “inventamos o erramos””.
“El estudio del
modelo, desde su génesis hasta su desarrollo, demuestra que tal
estructura permanece inalterable y obedece a la misma disyuntiva de
inventar nuevas instituciones para las nacientes repúblicas
latinoamericanas o de errar el camino cayendo en el simplismo de copiar
modelos de otros tiempos, otras actitudes, otros hombres. Es decir, si
no inventamos, caemos fatalmente en el error”, agregaba.
La
segunda raíz es el ideario del Libertador Simón Bolívar, que si bien
surge del modelo robinsoniano, lo trasciende “no en lo filosófico, sino
en su proyección histórica y geográfica. El Modelo Bolivariano (...) se
impulsa sobre aquél y se siembra en un extenso territorio con la misma
semilla dicotómica: inventar una nueva sociedad en la América Española o
errar, tratando de copiar viejos modelos, impertinentes a nuestro
escenario”.
“Los elementos conceptuales que forman el Modelo
Bolivariano son más complicados, pero, no por ello es imposible
identificar una estructura perfectamente homóloga con el modelo
robinsoniano. Ambos son producto de una época y resultan de un proceso
de observación y praxis sobre una misma situación fenoménica”,
complementaba Chávez.
“El Libro Azul” señala que la tercera
raíz viene de la acción de Ezequiel Zamora: “Es el modelo que completa
la trilogía ideológica del proyecto político que ahora resurge de las
entrañas de la historia patria. Está conformado por una síntesis
filosófica orientadora, aquélla que estremeció a la oligarquía
conservadora, cuando Ezequiel Zamora, “El General del Pueblo Soberano”,
lanzó sus tremendas consignas federales: “Tierras y hombres libres” ,
“Elección popular” , “Horror a la oligarquía”.
“La inspiración
del general Zamora viene de las mismas raíces: robinsoniana y
bolivariana. Su discurso lleva el mismo sello de la gran disyuntiva
existencial. Inventó los mecanismos de la insurrección campesina de
1846, para errar y volver a inventar la forma de conducir la Revolución
de 1858. (...) Continúa inventando al ordenar la aplicación de medidas
destinadas a favorecer las mayorías necesitadas: 1. Cinco leguas de
tierra a la redonda y por los cuatro puntos cardinales para uso común de
cada pueblo, villa o caserío; 2. Eliminación del sistema de cobro de
arriendo por el uso de la tierra para fines agrícolas o pecuarios; 3.
Fijar los jornales de los peones de acuerdo con las labores; 4. Que los
amos de hatos empotreren diez vacas paridas de modo permanente en las
tierras del común para suministrar diariamente, y de modo gratuito, una
botella de leche a los hogares pobres”.
El morral de Hugo
El
Árbol de las Tres Raíces y todo el pensamiento elaborado a partir de él
requerían de audacia robinsoniana para “inventar o errar” la
construcción de la nueva República, del ideal bolivariano de unidad e
integración americana, así como de la autodeterminación de los pueblos y
la defensa de los más humildes encarnada en Zamora.
Todo ello
estaba asentado en el anteproyecto del Proyecto Nacional Simón Bolívar
que el MBR-200 impulsó (que veremos en el próximo número de El Popular),
en la Revolución Bolivariana y en la reforma constituyente que dio
nacimiento a la República Bolivariana de Venezuela.
El
pensamiento político de Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana han
devenido en el andar propio del pueblo venezolano por los caminos de
nuestra historia y de nuestro proceso político emancipador.
En
“El Libro Azul” logramos ver el germen de ese pensamiento de Chávez, que
fue el que orientó con absoluta coherencia su militancia política hasta
el último minuto de su vida.
Al despedir a su hermano en el
Cuartel de la Montaña, donde tiene su eterna morada, Adán Chávez recordó
que en diciembre de 1981, recibió de su hermano el libro “País
Portátil”, del venezolano Adriano González León. “En el libro me
escribía (...) que si alguno de los dos caía por alguna circunstancia a
la orilla del camino, es deber del otro, tomar el morral y echárselo a
cuestas y seguir andando”, señaló.
¡A tomar el morral y a seguir marchando, pues! ¡Aquí no se rinde nadie!
Publicada originalmente en el semanario El Popular (Montevideo, Uruguay, número 293, 14 de noviembre de 2014)
Fuente: http://cajaderespuestas.blogspot.com/2014/11/la-ideologia-chavista-ipublicada.html
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