“El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños”,
solía decir Eleanor Roosevelt, quien fuera primera dama de los Estados
Unidos, y personaje muy importante en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos en 1948.
La
afirmación es muy ajustada a la nueva realidad de nuestro estado
Miranda, que cuenta ahora con un gobierno regional y una mayoría de
gobiernos municipales que, como toda nuestra población, tenemos la
mirada puesta en el futuro, en un mañana que ya comenzó y que se ilumina
por la dignidad, la justicia, la equidad que lo van a caracterizar
gracias a la decisión y el aporte de todas y todos para edificar la
sociedad buena y bonita que se merece nuestra y las futuras generaciones
de mirandinos y mirandinas.
Y
es que la estructuración de ese futuro sólo puede estar en manos de
quienes vivimos, estudiamos y trabajamos en este estado. Eso significa
que era ajustada la visión del presidente Chávez, quien predicó que sólo
el pueblo salva al pueblo, y nos enseñó que la única forma de gobernar
es obedeciendo, por eso nos dejó las Leyes del Poder Popular.
Allí
están especificadas las reglas de juego de una democracia protagónica y
participativa. Cada comunidad por pequeña que sea, debe nuclearse para
aprender a tomar decisiones colectivas dejando atrás la vieja cultura de
la representación. Esa era la manera de hacer las cosas antes, se le
entregaba todo el poder a unos pocos, era la forma de privilegiar a la
minoría, y marginar a la mayoría, silenciándola y dejándola como
convidada de piedra.
En
muchas de nuestras comunidades, tanto urbanas como rurales se ha
demostrado una y otra vez que cuando se decide en asamblea un rumbo a
tomar, todos y cada uno de nosotros asumimos nuestra cuota de
responsabilidad de llevar adelante la tarea.
Por
ejemplo, en Tío Pedrote, Araira, la comunidad recibió los materiales
para hacer una veintena de casas. Y con la responsabilidad por delante,
hicieron las reglamentadas y varias más, para aquellas familias que
estaban en posición desfavorable.
Lo
mismo podría decirse de la seguridad o de los servicios públicos. Sólo
la gente de cada comunidad conoce al calco una radiografía de sí misma, y
puede aislar y traer al redil a las ovejas descarriadas, y sabe dónde
hay cada bache, o una tubería de agua dañada, y juntos pueden
solventarla con una cayapa, o con un equipo delegado por la propia
comunidad para que vayan resolviendo, con el apoyo de la alcaldía o de
la propia gobernación.
Por eso, para darnos este autoregalo, es necesario seguir el consejo de la escritora francesa Francoise Sagan quien decía que “sólo cerrando las puertas detrás de uno, se abren ventanas hacia el porvenir”.
La cultura cuartorepublicana es cosa del pasado, ahora le abrimos la
ventana a ese futuro con un quehacer comunitario, organizado y
colectivo. Un verdadero regalo en estas fechas navideñas.
Por: Héctor Rodríguez
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