Autor: Luis Britto García
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No hay comedia sin guión. Es raro el improvisador genial; el mediocre no pasa del apuntador y el teleprompter. En el sainete que la oposición monta en las cortes internacionales para condenar a Venezuela los guiones están escritos, con todo y trampas. Así, el 25 de septiembre de 2009, violando el artículo 46. a. de la Convención Americana (que le prohíbe conocer de casos que no hayan sido resueltos por los tribunales internos) la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos acoge una denuncia de Allan Brewer Carías. Para excusar esta grosera infracción de su propio estatuto, la Comisión recomienda a Venezuela “1.Adoptar medidas para asegurar la independencia del poder judicial, reformando a fin de fortalecer los procedimientos de nombramiento y remoción de jueces y fiscales, afirmando su estabilidad en el cargo y eliminando la situación de provisionalidad en que se encuentra la gran mayoría de jueces y fiscales, con el objeto de garantizar la protección judicial establecida en la Convención”. O sea, el poder judicial venezolano no sería independiente, y la Comisión y la Corte Interamericana deberían suplantarlo.
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