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Claves para entender la “guerra económica” en Venezuela

    
La “guerra económica” en Venezuela consiste básicamente en el uso de mecanismos propios de la lógica de mercado del capital para reducir o limitar la oferta de bienes esenciales de consumo masivo. Entre los mecanismos se incluyen técnicas de “merchandising”, que son acciones tendentes a modificar la conducta del consumidor en los puntos finales de venta. También la utilización de sistemas no formales de distribución, contrabando de extracción y reducción deliberada de la producción alegando falta de algún insumo. Estos mecanismos son habituales e inherentes al proceso de circulación de las mercancías en un sistema capitalista, por lo tanto son legales y no se consideran ilegítimos.
A continuación algunas claves para entender lo que está pasando.
Nuevos productos
Uno de los mecanismos usados frecuentemente es el desarrollo de nuevos productos a partir de la materia prima o insumos base de productos esenciales. Por ejemplo, en el caso de la harina precocida de maíz, se observa como los fabricantes han introducido variedades dirigidas a la elaboración de empanadas. O han desarrollado mezclas para la elaboración de cachapas, una especie de arepa de maíz tierno. Todos estos nuevos productos se ofrecen a precios sustancialmente superiores a los regulados pues parte del propósito de su creación es maximizar las ganancias del fabricante.
Arroz saborizado
Estos mecanismos han sido exagerados casi que hasta lo ridículo. Por ejemplo se han introducido al mercado versiones de arroz de mesa condimentado, saborizado o coloreado. De esa manera lo presentan como un producto premium al cual no se aplican los precios establecidos para versiones de uso masivo. Es frecuente, por tanto, conseguir en los anaqueles de supermercados diversidad de versiones de un mismo producto, pero nunca el original.
Leche para bebés
En otros rubros, vale anotar, hay situaciones muy parecidas. La leche para lactantes y menores de dos años es uno de esos rubros: las fórmulas infantiles ha registrado incrementos de entre 60 y 80 por ciento en los últimos seis meses. Y simultáneamente surgen nuevos productos con “vitaminas y minerales” que reemplazan aquellos de menor costo. Un ejemplo extremo es el de una formula infantil de la empresa Nestlé, comercializada con la marca Nan, a un precio de 8,40 bolívares en su presentación de 400 gramos. Se trata de una versión regulada que la empresa debe producir conforme a requerimientos legales. Sin embargo su disponibilidad es excepcional. La que se consigue con frecuencia es la misma pero con otra etiqueta con un costo 12 veces mayor, es decir en 103 bolívares. Es sencillamente improbable que haya algún componente en esta presentación que justifique un incremento del precio en más del 1000 por ciento.
Yogurt sí hay
En la misma línea de lácteos es pertinente acotar que mientras escasea la leche en polvo en sus distintas versiones, no faltan derivados a base de leche como yogurt líquido, chichas y bebidas achocolatadas. Si se usaran estos productos como sustituto de la leche para compensar necesidades nutricionales, los costos serían sencillamente insostenibles.
No más de ocho alimentos
Sin ser excluyentes la lista de productos alimenticios de uso masivo que están sometidos a este proceso de “guerra económica” son: harina de trigo, pastas de sémola, aceite vegetal y margarinas, azúcar, caraotas y otros frijoles, así como la harina precocida de maíz, el arroz de mesa y la leche tanto en polvo como líquida.
Papel higiénico
Otro producto de consumo masivo y producción industrial con severas restricciones es el papel higiénico de uso doméstico. Llama la atención que las líneas industriales de estos productos, como rollos de gran tamaño para baños públicos, toallas de papel y similares han mantenido su disponibilidad en el mercado. Lo mismo ha ocurrido con las servilletas y toallas de mesa y de cocina. Asimismo la empresa transnacional de productos de higiene personal Kimbery-Clark ha introducido nuevos productos como toallas de mayor longitud del papel higiénico convencional. Todos estos productos se comercializan con precios aumentados hasta en un 1000 por ciento con respecto al del rollo convencional y regulado. Es destacable que se trate de un producto de uso íntimo sobre el cual es factible hacer chistes fáciles que pondrían de relieve el supuesto deterioro de la economía venezolana.
No faltan golosinas ni enlatados
El resto de los productos alimenticios de consumo masivo no esenciales se mantienen disponibles en el mercado formal. Eso incluye galletas, mermeladas, enlatados marinos, golosinas, chocolates en barras entre otros. Mientras que en la línea de aseo personal no faltan jabones, champú, pañales para bebes y toallas sanitarias.
Informales y contrabando
Todos los productos con oferta restringida, es decir harinas de maíz y trigo, azúcar, aceite, granos, leche, pastas y papel higiénico se pueden localizar casi siempre en redes de comercio informales y vendedores callejeros conocidos como buhoneros. Por supuesto se expenden a precios sustancialmente más elevados.
El otro elemento de características ilegales y delictivas es el llamado contrabando de extracción con destino a Colombia. Este mecanismo incluye el llamado “bachaqueo” que es el transporte en pequeños volúmenes, con la utilización de personas en forma individual, que a través de vías clandestinas y trochas llevan los productos. Y también el traslado en camiones por las rutas formales y con la probable complicidad de agentes policiales y militares.
Transnacionales, importadores y comerciantes
Todos los productos con “escasez” poseen altos niveles de industrialización y son elaborados por grandes corporaciones transnacionales o con conexiones muy estrechas con estas. Entre estas se debe mencionar a Polar, Nestlé, Procter, Kimberly-Clark, Cargill entre otras. A su vez estas corporaciones mantienen alianzas con componentes de la burguesía venezolana dedicados a la importación y distribución. Son quienes manejan las redes de distribuidores de alimentos al por mayor y grandes y medianos supermercados. Esta capa que podemos denominar la “burguesía comercial-importadora” es la que maneja la industria de la publicidad de los grandes medios de difusión y por tanto de la llamada industria cultural. Y por este lado controla a los voceros y actores políticos que adversan a la revolución bolivariana. Para ser precisos hay que mencionar que la principal figura opositora, Henrique Capriles, es hijo (literalmente) de familias ligadas a la importación de alimentos y a la distribución de películas. Su padre fue una especie de franquicitario de Alimentos Kraft y la familia de su madre estableció una de las principales cadenas de cines del país. Asimismo sus más estrechos colaboradores provienen de familias con grandes negocios de importación y venta de equipos de línea blanca y línea gris.
Vegetales y hortalizas
Los productos alimenticios no industriales o de consumo directo, como vegetales y quesos artesanales presentan una mayor disponibilidad. Sin embargo registran importantes variaciones e incrementos de precios según el mecanismo de comercialización. Los grandes y medianos supermercados y distribuidores convencionales manejan precios que pueden hasta duplicar los que presentan aquellos distribuidores informales que ofrecen los productos en ferias y mercados callejeros desde el mismo vehículo de transporte. Es obvio que los componentes de costo incorporados desde los centros de comercialización formal son de muy alto impacto en estos rubros. Vale destacar que estos productos no están sometidos a regulación de precios.
Carnes
Las proteínas de origen animal como carnes bovinas, porcinas y pollo registran una disponibilidad aceptable pero con importantes aumentos de precios. Los incrementos durante el año, y especialmente desde mayo, superan el 80 por ciento en todos los casos. Si bien los principales rubros como cortes de carne vacuna y el pollo tienen precios regulados casi todos los establecimientos comerciales formales los ofrecen por montos muy por encima sin recibir penalizaciones de las autoridades. Los controles sólo se aplican a las grandes cadenas de supermercados. Llama la atención que rubros como el cerdo han comenzado a tener mayor presencia en las neveras y sus precios han crecido a menor velocidad que la carne bovina.
El pescado también se localiza con más frecuencia en expendios de calle con precios muy cercanos a la carnes, mientras que especies muy nutritivas como las sardinas frescas se compran por precios 7 o 8 veces menos que el de la carne bovina.
En todos los casos se registra una mayor disponibilidad y menores precios en aquellos rubros con menos requerimientos industriales o con controles sanitarios menos complejos.
Bombillos y grifos
Es sumamente preocupante el crecimiento de los precios en productos relacionados con el mantenimiento y funcionamiento de las viviendas. Por ejemplo los bombillos de bajo consumo, cuyo uso ha sido promovido por la industria de electricidad para estabilizar el consumo, cuestan al menos cinco veces más que a principios del año. Es decir, de alrededor de 30 bolívares pasaron a costar al menos 150 bolívares. Esta situación no sólo se traduce en perjuicios económicos para los usuarios, sino que de esa manera se sabotea el programa de ahorro energético planteado por el gobierno como parte de los mecanismos para solventar la “crisis eléctrica” por averías y consumos en exceso.
Otra línea de productos con muy elevado crecimiento de precios es el de plomería y grifería. Aquellos componentes expuestos a fallas frecuentes como mangueras, canillas y grifos tienen precios con aumentos superiores al 1000 por ciento. Un grifo para lavaplatos de categoría económica cuesta actualmente 600 bolívares, lo que equivale a 6 días de salario mínimo normativo.
Transporte
Algunos servicios públicos básicos han sufrido grandes ajustes de precios pese a que los más esenciales están regulados o son operados por el Estado. Uno de los más afectados el el transporte público superficial, que mayoritariamente está en manos de particulares organizados en asociaciones empresariales por rutas. En el caso del transporte en las ciudades el incremento no ha superado el 30 por ciento, pero en el servicio suburbano, que involucra a ciudades cercanas y grandes áreas metropolitanas los incrementos superan el 60 por ciento. Por ejemplo los costos de pasaje entre las ciudades de la Gran Caracas pueden representar entre 30 y 40 por ciento del actual salario mínimo normativo.
Bancos cerrados
Otro aspecto que evidencia la “guerra económica” que sufre Venezuela es la resistencia de las grandes empresas a cumplir con las disposiciones de una nueva ley del trabajo promulgada por el comandante Hugo Chávez en abril de 2012. En mayo de este año entró en vigencia una nueva jornada laboral que incluye el disfrute de dos días libres por semana. Las grandes corporaciones bancarias han optado por suspender operaciones los días sábados y domingo. Así evitan que el personal de guardia reciba pagos extras y que disfruten los días de asueto entre semana. Como consecuencia de esto agencias que prestaban servicios los sábados ya no lo hacen y el efectivo en los cajeros electrónicos se acaba los domingos por no existir equipos de trabajo que vuelvan a abastecerlos. Eso impacta en forma alarmante sobre la dinámica de la economía y sobre la calidad de vida y la tranquilidad de la población.
Control de cambio
La escasez provocada se pretende atribuir a las decisiones oficiales de control cambiario establecido en 2003, y el de precios en los productos esenciales.
El control sobre las divisas se sustenta en que el 97 por ciento de las divisas proviene de exportaciones de empresas del Estado, especialmente las de hidrocarburos. Durante 2013, hasta septiembre, se han entregado a través de Cadivi, organismo de asignación de divisas, más de 33 mil millones de dólares, según informó el vicepresidente del área económica Rafael Ramírez. Este monto, que no incluye el último trimestre, es igual al otorgado durante 2012. La expresidenta del Banco Central de Venezuela, Edmee Betancourt, anunció en mayo que durante 2012 entre 15 y 20 mil millones de dólares fueron asignados a “empresas de maletín” que no realizaron importaciones sino que se quedaron con las divisas.
Control de precios
Los controles de precios para los productos y servicios esenciales se han usado en Venezuela incluso durante períodos con políticas económicas neoliberales. Esas líneas no han cambiado y sólo los productos esenciales tienen precios fijados por el Estado. Hace dos años se amplió la gama de bienes con precios oficiales con la incorporación del concepto de “precio justo” y la creación de un organismo para su determinación. El “precio justo” está determinado por la estructura de costos aportada por la misma empresa debidamente sustentada y contempla el respectivo margen de utilidad.
De los 19 rubros regulados con este sistema sólo el papel higiénico registra escasez. Vale destacar que incluso hay rubros donde los precios han sido bajados por el fabricante, como es el caso de los pañales para bebés. Sólo las presentaciones premiun tienen el precio máximo fijado.
Rabia
El objetivo de esta escasez dosificada es causar molestia y generar rabia entre la población. Se trata de productos que articulan la dieta habitual: es decir si falta alguno se imposibilita preparar adecuadamente otros. Aún siendo esenciales su falta no implica que los venezolanos pasarían hambre, ya que pueden ser sustituidos satisfactoriamente. Pero el impacto sobre la calidad de vida es enorme. Son productos que no son exclusivos de un fabricante, por lo que la carencia no se limita a una marca o empresa, y puede ser atribuida al gobierno como se ha venido haciendo.

Víctor Hugo Majano

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