Anotado en una de desfachatez e irresponsabilidad viene cabalgando el desgobernador Capriles el tema de la inseguridad. Con dejadez, escurriendo el bulto cual avestruz, viene Capriles evadiendo sus competencias en detrimento del pueblo mirandino.
Las tareas de Capriles como gobernador no dependen de sus intereses políticos, sus antojos o sus gustos personales. No, sus competencias están expresamente señaladas en la Constitución y en las leyes, por lo que son de obligatorio cumplimiento. Hay que recordarle nuevamente a Capriles que el artículo 164 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela señala que “Es de la competencia exclusiva de los estados: “La organización de la policía y la determinación de las ramas de este servicio atribuidas a la competencia municipal, conforme a la legislación nacional aplicable” (numeral 6). Y en el artículo 28 de la Ley Orgánica del Servicio de Policía y del Cuerpo de Policía Nacional Bolivariana se señala que “En materia de Servicio de Policía corresponde a los gobernadores o gobernadoras, alcaldes o alcaldesas, en los términos previstos en la presente Ley, las siguientes funciones: 1. Promover la prevención y el control del delito, la participación de la comunidad y de otras instituciones públicas con responsabilidad en la materia para la definición de planes y supervisión; 2. Ajustar los indicadores del desempeño policial al cumplimiento de metas y a la adecuación de normas generales de actuación y respeto a los derechos humanos en su correspondiente ámbito político-territorial, conforme a los programas y políticas generales dictadas por el Órgano Rector”.
Cuando la ley exhorta a Capriles a ajustar el funcionamiento de su policía regional a los indicadores de desempeño, lo conmina a cumplir con los estándares internacionales en cuanto al número de funcionarios policiales y de equipamiento operativo que debe tener el cuerpo policial de acuerdo a la densidad poblacional y complejidad territorial (el estado Miranda cuenta con 6 subregiones). En este sentido, la Policía del estado Miranda debería contar con más de 9.000 funcionarios. Sin embargo, debido al desmantelamiento progresivo de la fuerza Policial, Capriles ha reducido el número de efectivos a cerca de 1.800 policías. Aunado a esto, destaca la preocupante situación de los limitados planes de formación para la incorporación de nuevas cohortes policiales, encontrándose en proceso de formación apenas 70 nuevos efectivos. Esta cifra es evidentemente precaria e insuficiente.
Paralelo a esto Capriles no ha invertido en la adquisición de nuevas unidades móviles (patrullas, motos o bicicletas), por lo que el parque envejecido y deteriorado no pasa de los 260 vehículos. Cabe resaltar que, almacenados y agarrando polvo, Capriles tiene en su parque de armas más de 2.400 pistolas y 4.600 chalecos antibalas, que pudieran estar siendo utilizados por nuevos oficiales.
Igualmente ha sido imposible que la Policía de Capriles se incorpore a la Gran Misión a Toda Vida Venezuela en los Vértices de Prevención Integral y Fortalecimiento de los Órganos de Seguridad Ciudadana. Capriles ha incumplido sus compromisos de brindar protección y vigilancia en los 7 cuadrantes asignados a la Policía de Miranda, ubicados en los municipios Sucre, Guaicaipuro y Plaza. En algunos de estos cuadrantes la incidencia criminal se ha elevado hasta un 90%.
Capriles es reincidente en esto de escurrir el bulto, de hacerse el paisa con el tema de la inseguridad. Esta es una de sus principales competencias y es uno de los mayores problemas que tiene la población mirandina. Pese el clamor popular, Capriles se esconde y pretende pasar agachado.
El Ceplacopp
El Consejo Estadal de Coordinación y Políticas Públicas es una instancia prevista en el artículo 166 de nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la cual señala que “En cada Estado se creará un Consejo de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas, presidido por el Gobernador o Gobernadora e integrado por los Alcaldes o Alcaldesas, los directores o directoras estadales de los ministerios y representación de los legisladores elegidos o legisladoras elegidas por el Estado a la Asamblea Nacional, del Consejo Legislativo, de los concejales o concejalas y de las comunidades organizadas, incluyendo las indígenas donde las hubiere”. En el Ceplacopp de Miranda están representadas, sin exclusión de ningún tipo, todas las instancias y todos los niveles de gobierno que hacen vida en el estado.
El funcionamiento y objeto del Ceplacopp está contemplado en la Ley de los Consejos Estadales de Planificación y Coordinación de Políticas Públicas, la cual establece que es el “órgano rector de la planificación pública en el estado, en función del empleo de los recursos públicos para la consecución, coordinación y armonización de los planes, programas y proyectos para la transformación del estado, a través de una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica, democrática, participativa y de consulta abierta, para la construcción de la sociedad socialista democrática, de igualdad, equidad y justicia social”. Entre sus competencias destacan la “formulación, ejecución, seguimiento y control de la gestión pública; Discutir, aprobar y modificar el Plan de Desarrollo Estadal; Establecer y mantener la debida coordinación y cooperación de los distintos niveles de gobierno nacional, estadal, municipal y comunal, en lo atinente al diseño y ejecución de planes de desarrollo”.
Desde su aterrizaje en la Gobernación de Miranda, Capriles ha menospreciado y relegado al Ceplacopp. Así, ante la reiterada renuencia de Capriles de convocar e instalar esta importante instancia de planificación, los legisladores regionales debieron denunciar a Capriles ante el Tribunal Supremo de Justicia para que esta instancia ordenara al gobernador cumplir con su obligación legal. Los mantuanos creen que pueden estar por encima de la Constitución y las leyes.
Es a partir de estas primeras y “obligadas” sesiones del Ceplacopp que los legisladores regionales exigieron a Capriles la presentación del informe situacional y operacional de la Policía de Miranda, así como el Plan de Seguridad para el año 2015. Se realizó una primera interpelación al Jefe de Seguridad Ciudadana Eliseo Guzmán (proveniente de las filas de la Disip y PTJ), donde quedó en evidencia la precaria capacidad operativa de la institución policial para enfrentar a la delincuencia. Guzmán reconoció que la gobernación, después de seis años de gestión, “no ha invertido en la compra de más unidades móviles para el patrullaje en la entidad”, ni ha ejecutado acciones para incrementar el número de efectivos en la institución.
Cabe destacar que las únicas acciones realizadas para el fortalecimiento de la policía regional, y así proteger a los mirandinos, han surgido por iniciativa del Gobierno Bolivariano, el cual le asignó más de 65 unidades policiales (entre motos y patrullas), homologó los salarios de todos los policías y asignó más de 1.200 funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana para reforzar los cuadrantes del estado Miranda. En la interpelación también se demostró que Capriles no ha presentado ante el Consejo Federal de Gobierno proyectos para el equipamiento y fortalecimiento de la policía regional. El gobernador ha utilizado los recursos allí disponibles en otras “prioridades” diferentes a las necesidades de seguridad de los mirandinos.
Posterior a la interpelación del Jefe de Seguridad Ciudadana, Capriles se negó a asistir a la Sesión Extraordinaria del Ceplacopp donde debía explicar y presentar el Plan Integral de Seguridad para el Estado Miranda. Tamaña irresponsabilidad.
A qué juega Capriles
El Ceplacopp es la instancia para el debate y discusión de las políticas públicas en cada estado. La seguridad es uno de los temas más urgentes y graves que afectan a nuestra sociedad. Cómo es posible que ante un tema tan crucial Capriles no esté presente y rehúya la discusión y la búsqueda de soluciones. Por qué no da la cara. Porqué Capriles no quiere incorporarse a la lucha contra la delincuencia.
Parece evidente el intento sistemático y silencioso de desmantelar y pauperizar a la institución policial. Desde el punto de vista logístico causar su inocuidad en la lucha contra la delincuencia. La Policía de Miranda “actúa” como si estuviera acuartelada, viendo de lejos como crece la incidencia delictiva.
La pasividad “estratégica” de Capriles no es casual. Es premeditada. Responde a una jugada planificada (de su laboratorio de guerra sucia) de ralentización frente al flagelo de la delincuencia.
En vez de dar la cara y ponerse al frente con acciones preventivas y proactivas en materia de seguridad, Capriles confiesa vilmente sus intenciones: “Este gobierno es incapaz de darnos seguridad a los venezolanos y frente a eso nos toca cambiar, y las elecciones parlamentarias son claves. Con una nueva Asamblea Nacional podemos escoger poderes que hagan su trabajo, y cambiar el sistema de administración de justicia y un sistema penitenciario, porque nos está tragando la impunidad” (24/04/2015). Es decir, hablando desde la asepsia, este irresponsable gobernador cree que no tiene ninguna competencia u obligación en el tema de la inseguridad. Evade lo que debería estar haciendo de primera mano, como el resto de los gobernadores, protegiendo a sus habitantes.
Es claro que Capriles ha destruido a su propia policía. Ahora, sin vergüenza alguna, quiere capitalizar electoral y políticamente la violencia, responsabilizando al gobierno nacional de los crímenes que ocurren en su entidad. De paso, aspira continuar profundizando sus sistemáticas acciones para intentar derrocar al gobierno. Estos agentes fascistas no tienen escrúpulos. Gozan con la violencia y el sufrimiento de nuestro pueblo. Pretenden redituar créditos políticos con la violencia. Que bajos y ruines son.
Opinador de Oficio (Gamelot Speaker)
Apoltronado cómodamente detrás de un televisor pasa sus días y sus noches este señor Capriles. Desgarbado y echado al abandono, se encuentra ínfimamente solo, amargado, abatido. Ha abandonado descaradamente sus competencias como gobernador y ha visto decaer su “liderazgo” dentro de la fauna opositora, donde cada partido está más ocupado en defender, a sangre y fuego, sus propias parcelas, negocios e intereses. Solo la derecha histérica le hace caso. Son los que exudan cotidianamente sus odios y frustraciones. Creen ciegamente en sus disparates y fantasías. En su atormentado laberinto, Capriles ha reducido todo su accionar político a mover los dedos índice y pulgar. Ya no mueve ni el cerebro ni la lengua. Se ha convertido en un “heroico” guerrero digital, un tuitero profesional, que vive criticando las 24 horas del día lo que otros hacen. Se desvive moqueando detrás la agenda política que otros construyen. Él va detrás de la ambulancia, como un periódico viejo o una bruja agorera.
Este “líder” opositor, trastocado en Opinador de Oficio va de viaje y sin retorno a la reserva política. Va de bajada y sin frenos hacia el olvido. A “CaprilesFashionTV” ya nadie lo ve.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan
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