Publicado el 25 de diciembre de 2015 Amy Goodman y Denis Moynihan El atardecer del 22 de diciembre de este año, el primer día del invierno, Clarence Moses-EL salió caminando de la cárcel del condado, en Denver, libre después de 28 años. El día más corto del año podría ser el que marque el fin de la pesadilla más larga de su vida. Y todo fue por culpa de un sueño. Moses-EL fue acusado de violación en 1987. En un comienzo, la víctima de violación dio el nombre de tres hombres con los que había estado tomando algo como sus posibles atacantes. Sin embargo, un día y medio más tarde, soñó que su vecino, Clarence Moses-EL, había sido su atacante y lo denunció ante la policía, que procedió inmediatamente a arrestarlo. Nunca se investigó a los otros tres hombres que la víctima nombró en un comienzo. No había pruebas físicas que vincularan a Moses-EL con el delito. El sueño de la víctima fue la única "prueba" que se presentó en su contra. Sin embargo, la fiscalía tenía pruebas disponibles a su alcance: muestras para analizar tomadas en la escena del crimen, las sábanas y la vestimenta de la víctima. Nunca se analizó el ADN de estos artículos. En 1995, tras haber pasado años en la cárcel, Moses-EL obtuvo una orden judicial que ordenaba la realización de un análisis forense de las pruebas, gracias a las cuales podría haber sido liberado. Moses-EL logró recolectar los mil dólares necesarios para pagar las pruebas, gracias a las donaciones de otros reclusos. El juez ordenó a la policía de Denver que entregara las pruebas. La policía marcó la caja que contenía las pruebas con la leyenda: "No destruir" e inexplicablemente la tiró a la basura.
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La Columna de Amy Goodman/El sueño de uno que se convierte en pesadilla para otro: Clarence Moses-EL, 28 años preso
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Denizer Carter
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