Abraham, un hombre muy cercano a Dios, vivió una situación complicada en la que tenía que tomar una decisión y con ello demostró qué era lo que más amaba.
Dios le dijo: “Toma a tu hijo, tu único hijo —sí, a Isaac, a quien tanto amas— y vete a la tierra de Moriah. Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes, uno que yo te mostraré.” Génesis 22:2 (NTV)
Isaac era hijo único, fue la respuesta a una promesa de Dios a Sara y Abraham. Su nacimiento fue un milagro porque estos esposos ya eran de avanzada edad como para concebir un hijo, por lo que tenían muchas razones para amar sin medida a Isaac y Dios lo sabía.
Lo sorprendente es que Abraham estuvo dispuesto a sacrificarlo, pero cuando Dios vio que el amor de su siervo hacia Él era más fuerte que a su propio hijo impidió que ocurriera ese sacrificio.
¿A quién o qué amas más qué a nada en este mundo?
Son muchas las cosas que son importantes en nuestra vida y de seguro amamos a algunas más que a otras: padres, familia, novia/o, esposa/o, el dinero, el ministerio, el estudio, el trabajo, la ropa, etc.
Pero nada puede ocupar el primer lugar en nuestro corazón porque estaríamos quitándole a Dios el lugar que le corresponde y con ello generamos un desequilibrio en todas las áreas de nuestra vida.
No dependas de una persona, de un título, posesión u objeto porque nada de eso será eterno, las personas cambian y las cosas pueden desaparecer, pero si te aferras a Dios y tu vida está fundada en Él, ten la certeza de que estarás siempre firme y seguro.
Hoy te animo a hacerte un análisis sincero y real, para que puedas identificar si estás amando más que a Dios a una persona, cosas, bienes, trabajo, etc. ¿Qué ocupa el primer lugar en tu corazón? “Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón” Lucas 12:34 (RVR1960)
Dale a Dios el lugar que le corresponde en tu vida, no ames nada ni a nadie más que a Él.
Judith Quisbert
CVCLAVOZ
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