En las últimas semanas han arreciado las críticas de buena parte de los venezolanos a un Gobierno que afirma ser revolucionario y socialista, pero que en la realidad dista de serlo, al menos para las masas. Y no ha faltado la descalificación de las mismas por parte de funcionarios gubernamentales y de algunos seguidores de Maduro, que se han transformado en una suerte de inquisidores de la libertad de pensamiento y de expresión. No aceptan éstos el inconformismo por la situación irregular que vive el país, caracterizada, entre otras cosas, por el alto costo de la vida, la escasez de algunos alimentos, medicinas y artículos de higiene, y el estado lamentable de la salud pública.
Ciertamente una parte de la crítica que se hace al Gobierno venezolano, proveniente de líderes opositores y otros ‘escuálidos’, es irracional y ridícula por señalar, entre otras cosas, que en Venezuela hay un castro-comunismo o algo así, por medio del cual se habría limitado la propiedad y la inversión privada, y el derecho a obtener importantes ganancias. Y sólo unos pocos de esos ‘escuálidos’ se han atrevido a medio denunciar, tibiamente (pura conveniencia), aspectos económicos que sí atentan contra el bienestar de los venezolanos: el endeudamiento con China (primera potencia económica), la vinculación desventajosa del Gobierno con algunas transnacionales, la pertenencia de Venezuela al nefasto FMI, y otros.
Pero al margen de la ridiculez y la indolencia “derechista” de burgueses y alienados, hay críticas que son perfectamente válidas y justificadas, provenientes de la izquierda combativa (por supuesto no se incluyen los intelectualoides de cafetín, oportunistas al máximo) y de otros sectores anticapitalistas, colaboradores o no con los Gobiernos de Chávez y de Maduro. Se trata de venezolanos, pertenecientes casi en su totalidad a la clase baja, que creyeron en la promesa de instaurar el socialismo como solución para abandonar su condición socioeconómica, y están muy decepcionados por la fuerza con que el capitalismo sigue golpeando a la mayoría. Venezolanos molestos por las alianzas gubernamentales con la burguesía nacional y global, a sabiendas que en nada beneficia a los pobres. Venezolanos hartos de que el Gobierno continúe utilizando la bandera del socialismo mientras que:
- El país sigue dependiendo casi exclusivamente del negocio petrolero, y de las fluctuaciones constantes de los precios del barril de crudo, de acuerdo a ciertos factores asociados al mercado (capitalista obviamente). Si el capitalismo per se es un sistema económico-concepción de vida bien perjudicial para las masas, ni que hablar del modelo rentista monoproductor que impera en Venezuela
- Las transnacionales petroleras continúan teniendo una importante participación logística y económica en Venezuela (si no es así, que el Gobierno ofrezca detalles y no escuetas notas de prensa). Para colmo, algunas de esas transnacionales han estado involucradas en invasiones imperialistas, y son responsables de la contaminación medioambiental donde han operado.
-El Estado persiste en el apoyo a los grandes empresarios-ladrones, y se da poca importancia a las empresas de producción social, cuya masificación reduciría de forma significativa la pobreza y aumentaría la producción agropecuaria en el país.
-La especulación empresarial es alimentada por el mismo Gobierno, tras liberar exageradamente los precios (llamados irónicamente justos). ¿Cómo es posible que el precio del arroz regulado, por mencionar un ejemplo, haya sido elevado de 9.50 a 25 bolívares de un solo golpe? Y lo peor puede estar por venir, luego de que se concrete el aumento de la gasolina.
-El verdadero Poder Comunal brilla por su ausencia, esto es, el control de los medios de producción y el capital por las mismas comunidades (autosuficientes económicamente), como herramienta de cara a la progresiva liquidación del capitalismo, y por supuesto a la superación de la pobreza material.
-Continúan los asesinatos de humildes luchadores prosocialistas, cuya muerte queda impune gracias a la justicia burguesa prevaleciente. Por el homicidio de algunos connotados dirigentes oficialistas ha habido una gran movilización policial-jurídica, pero no ha sido siquiera detenido uno sólo de los autores intelectuales de los asesinatos de campesinos e indígenas, incluyendo el del cacique Sabino Romero.
- La salud pública, en gran medida, es una porquería por falta de equipamiento e insumos, por la mala administración y por el maltrato de médicos y enfermeras /os a los pacientes. Triste situación que obliga a los ciudadanos a someterse al sistema privado, capitalista hasta el punto de dejar de atender a un enfermo tras la falta de pago o el consumo del seguro. Y para colmo el precio de las medicinas que pueden conseguirse en Venezuela es bien elevado. Una verdadera desgracia enfermarse en un mundo dominado por el dios dinero.
Más que justificadas, pues, las críticas que numerosos venezolanos hacen a un Gobierno aliado con los intereses burgueses nacionales y globales, toda vez que el capitalismo continúa deteriorando la ya maltrecha calidad de vida de las masas, y una situación como el alto costo de la vida no es cuento de camino. Como respuesta, algunos funcionarios y seguidores del oficialismo no hacen más que acusar de escuálidos, agentes de la CIA, pequeños burgueses, apátridas, quintas columnas, izquierdistas trasnochados, entre otros absurdos descalificativos, a quienes rechazan la postura gubernamental procapitalista, aunque sean humildes aseadores o albañiles.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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