En ese momento, un grupo de presos de la cárcel de Uribana, en el occidental estado de Lara, inició una huelga de hambreexigir la destitución de un funcionario.
En medio de la protesta, algunos reos ingresaron violentamente a la enfermería del centro penitenciario para ingerir fármacos como antibióticos, antihipertensivos, antiepilépticos y alcohol, entre otros, según la versión oficial.
En un primer momento el Gobierno dijo que habían fallecido 13 internos, pero el jueves, en un comunicado citando a la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, informó que el número aumentó a 48.
"Estoy entristecida por lo que pasó en Uribana, pero asqueada de ver la hipocresía por la cantidad de muertes", dijo Varela.
"No están contentos hasta que no se diga que hubo 100 muertos. Gracias a Dios fueron más de 100 los que se salvaron.
Algunos todavía están luchando para salvarse", agregó. Medios locales reportaron que la ingesta de medicinas fue para llamar la atención de las autoridades por supuestos tratos inhumanos y violaciones a sus derechos humanos. Los motines y riñas en cárceles venezolanas son frecuentes.
El año pasado, en uno de los hechos más sangrientos, al menos 58 reos murieron y más de 100 resultaron heridos tras un enfrentamiento en la misma prisión.
Casi 50.000 reclusos se reparten en una treintena de cárceles construidas para menos de un tercio de la población penitenciaria actual, según grupos locales de derechos humanos.
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