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Vayan a opinar de su madre

La burguesía criolla, y la izquierda ídem -rebautizada progresismo-, no son tan autóctonas que digamos: ambas tienen, ab ovo, su bolsillote en algún lugar de La Mancha, y su corazoncito anillado al motor retrógrado europeo. Esta izquierda resemantizada "progre" en el XXI, se arrogó ímpetus desde el XX para importunar la paciencia histórica del pueblo, a raíz de la católica, borbónica, apostólica e impune desaparición física de Franco, el constitucionalizador de la satrapía monárquica y precursor del eurocomunismo; plaga ideológica que lleva casi cinco décadas parasitando "Iberoamérica" -una de las regiones lingüísticas más grandes y culturalmente más cohesionadas del mundo; Wikipedia dixit-, para pruebas botones: Teodoro Petkoff, y el cómplice del pran Leopoldo, Felipillo González, quien viene "a" por estos lares, contagiando su andorrea; no por casualidad el MAS venezolano recién sopló 44 antorchas de malvivir rasguñándole migajas a la derecha electoral y a la ultra derecha fascista, que no es lo mismo pero es igual.

Por su lado, la apatridófila oligarquía criolla, sin excepciones, cohabita entre la bastardía lacaya y el hijoeputismo excretado -según J.P. Pérez Alfonzo-, por El Diablo: alimento del mísero burgués, usurero, oportunista, marrullero, indolente y felón que allanó en mala hora, aquí en los sures como en los nortes, este vasto Mundo llamado Nuevo por el obcecamiento supersticioso de los genitores de John Kerry, Barack Obama, Hillary Clinton, Rajoy, Cisneros, Mendoza, Gómez Sigala, Capriles Radonski y Mitzi.

De tal nómina originaria se excluyen dos personajes de novísima generación progre, pero de antiquísimos resentimientos feministas. No destacan por inteligentes pero sí por mañosas, y sólo son dignas de mención porque no es casual su despunte vocinglero justo después de la derrota sufrida por USA -así se llama el país que aún la poética del pueblo no ha podido nombrar- en la Cumbre de la dignidad. Ambas señoras, oportunistas de oficio, alcanzaron el Parlatino gracias a la vocación democrática del poder popular chavista. Ambas reniegan de ese poder, colocándose al lado de quienes pretenden coaccionar la República Bolivariana de Venezuela, acusándonos de peligro inusual y extraordinario para justificar los objetivos sine qua non de los humanistas del Pentágono y los demócratas de El Mosad: los daños colaterales de una invasión y la reconstrucción post-bélica. La señora Delsa Solórzano quiere que le garanticemos a esos humanistas globales el mismo derecho a la violencia política ejercido a cabalidad por Leopoldo López; y Doña Ana Elisa Osorio la acompaña en sus aspiraciones y se queja de retrocesos constitucionales.

Ocuparse de los parlamentarios lamesuela de la burguesía santanderista, la más despiadada y cínica sufrida por los pueblos bolivarianos, es un demás; de eso se encarga el pueblo colombiano que tiene sus cojones bien puestos y lo ha demostrado desde hace más de cincuenta años, enfrentando sin rendición la violencia genocida de los enemigos seculares de Bolívar. No pudo derrotarlos el narco Uribe y su odio criminal paraco, ya nadie los derrotará, la Paz está echada a favor del ejército libertador: el Ejército de los pobres del campo y la ciudad. La resistencia revolucionaria da sus frutos, los pueblos los cosechan en buena hora, la hora de Nuestra América, el meridiano de Chávez.

Vayan a opinar de su madre, dijo Maduro. Vayan a joder a su madre, recalcamos

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