22-12-13.-A partir del año 2005 se establecieron los primeros grupos de Parkour en Venezuela. Monos Urbanos y Family of the Wind (familia del viento) fueron los pioneros de una actividad que nació en Francia en los 80 y que poco a poco comienza a abrirse espacios. Actualmente, muchos de sus practicantes acompañan el proyecto para crear la Federación Venezolana de Deportes Extremos, la cual busca reunir a las prácticas no convencionales.
“Es una alternativa para aquellas personas que no quieren dedicarse al beisbol, al fútbol o al baloncesto. Hay miles de actividades deportivas que no conocemos y que ofrecen un estilo de vida diferente”. Así explica Karl Fow (Carlo Peraza) su inclinación hacia esta disciplina que, a su juicio, es cada vez más conocida en cada rincón del país.
Como la mayoría de las venezolanas y de los venezolanos, Peraza conoció el parkour a través de internet y aprendió sus primeros movimientos con algunos tutoriales publicados en el portal de la Federación Mundial de Parkour (World Freerunning Parkour Federation – WFPF). “La ayuda que ellos me dieron a través del material audiovisual fue importante para adquirir todos los conocimientos que tengo actualmente”.
Según el sitio oficial de la WFPF, el arte del desplazamiento, como se conoce esta disciplina, consiste en moverse en cualquier entorno, ya sean ambientes urbanos o naturales, usando habilidades propias del cuerpo, como la rapidez y la fluidez, a través de movimientos seguros y eficientes. Esto significa “superar obstáculos que se presenten en el recorrido, tales como vallas, barandas o muros”.
Este entrenamiento fue desarrollado por David Belle y su grupo de amigos, inspirados en el “Método natural” de su compatriota Georges Hébert, que consiste en moverse como los animales. Los practicantes de la variante del parkour, denominada free running (carrera libre), buscan principalmente la belleza en los desplazamientos, realizando acrobacias y movimientos estéticos derivados de la gimnasia.
El primer grupo del arte del movimiento se llamó los Yamakasi, que en lengua africana Lingala significa “cuerpo fuerte, espíritu fuerte, persona fuerte”, y fue creado por los franceses David Bell y Sebastian Foucan.
¿DEPORTE O ESTILO DE VIDA?
Pese a que el Comité Olímpico Internacional (COI), máximo organismo del deporte mundial, no reconoce a algunas disciplinas no convencionales como esta, sus practicantes se autodenominan atletas, ya que la actividad también requiere y exige una constante preparación física.
“Toda actividad que exija un entrenamiento es considerada un deporte, pero ¿por qué muchas personas no lo ven como deporte? En el parkour no hay una competencia como tal”, explica Peraza, para agregar que estos deportistas no se forman para ganar medallas, sino para mejorar el espíritu de lucha constante de cada persona.
Para los jóvenes Tomas Denis (17 años) y Jeff Cruz (19), ambos instructores de una academia de parkour que funciona en Río Teatro Caribe en San Bernardino, en Caracas, esta práctica es un estilo de vida. “Lo vemos como el arte del movimiento, es saber usar el cuerpo más de lo normal, es utilizar tu cuerpo al cien por ciento”, explica Denis.
Estos jóvenes enseñan a niños y niñas en la primera academia de parkour creada en Venezuela, la cual, está acondicionada para la práctica de este deporte. “A diferencia de otras actividades, acá no existe ese punto competitivo”, explica Cruz, quien agrega que las reuniones nacionales de los practicantes de la disciplina han servido más para “compartir experiencias y técnicas”.
Anualmente, Valencia, capital del estado Carabobo, abre sus puertas al Radical Evolution (evolución radical), evento que reúne a más de 100 practicantes de la disciplina para que exhiban sus movimientos durante un minuto y medio. “No es que se da una medalla por hacer los saltos con mayor dificultad, sólo se da un reconocimiento a los movimientos más naturales, a lo que ha logrado ese atleta a lo largo de los años”, agrega Fow.
Pero, ¿por qué es un deporte? Peraza, quien recientemente logró el reconocimiento de la Federación Internacional de Parkour y se convirtió en el primer latinoamericano con esta distinción, asegura que la disciplina reúne herramientas de otras actividades; como el atletismo, la gimnasia artística, la escalada, combinadas con técnicas de escapismo que la convierten en una práctica deportiva bastante exigente.
UNA OPCIÓN PARA MEJORAR
Si bien se ha creído que la práctica del parkour podría contribuir a fortalecer la formación física de futuros delincuentes, Fow asegura que esta disciplina no lo permite, ya que la práctica fomenta una filosofía de autosuperación y lucha constante, pero agregando valores como la hermandad, la amistad, la familia, la lucha, el espíritu, el amor, el respeto y la paz.
“Con el parkour normalmente las experiencias son buenas, pero también hay muchas malas, sobre todo cuando se practica en la calle, porque aún estamos en una sociedad que no conoce mucho. Normalmente si te ve un policía te paran y te interrogan porque esto no se ve como un deporte”, cuenta Denis.
Sin embargo, Fow asegura que ya muchas personas saben más de esta actividad, gracias a que sus practicantes han tomado la iniciativa de informar a la sociedad, lo que ha despertado la curiosidad de nuevos “traceurs”, que son los practicantes.
“A mí se me han acercado muchachos con ganas de aprender parkour para utilizarlo en cosas malas, pero casi nunca aguantan, la preparación es bastante dura y requiere de una disciplina un poco más fuerte, así que casi siempre se van. Si alguno se queda y aguanta el entrenamiento son muchachos que cambian, porque ahí es cuando interviene la filosofía de autosuperación. Aquí nadie elige el mal camino, sino que son ocasiones que pone la vida y esta actividad es un camino para mejorar”, asegura Carlo Peraza.
Asimismo agrega que el lema de esta actividad es “ser y durar”, lo que significa que el practicante no debe ponerse en peligro al ir superándose día a día, y no debe competir ni intentar superar a los otros, sólo se debe confiar en sí mismo y no tener miedo, sin ponerse en peligro. “No se debe practicar para hoy; debes hacer parkour para el resto de la vida”.
SIN COMPETENCIAS
El parkour llega a Venezuela hace ocho años y Family of the Wind, el grupo de Peraza, es uno de los pioneros. Actualmente Familia del Viento ofrece clases martes, jueves, sábados y domingos en el Parque Generalísimo Francisco de Miranda, pero además, en el país destaca la labor que ha realizado Allday (todo el día) en Barquisimeto, estado Lara.
“Creo que somos las academias más antiguas del país y hemos recibido estudiantes desde los seis años hasta los 45 años de edad. Entre nuestro grupo podemos nombrar a Arquímedes Amaya, conocido en el mundo del parkour como Morfeo; tiene siete años entrenado, ya con 33 él es un ejemplo de perseverancia y dedicación”, agregó Fow.
Aunque muchas personas se sienten atraídas por el arte del desplazamiento, no se atreven a practicarla por miedo a golpearse. En ese contexto, Peraza recuerda que el parkour no se trata de ser el mejor, sino de crear confianza en sí mismo. “Cuando la adrenalina toca el cuerpo es cuando se crean los peligros, porque muchas personas intentan hacer movimientos que jamás han intentado, por eso en este deporte no existe la competencia”.
MÁS ORGANIZACIÓN
En octubre de 2007, la empresa Red Bull realizó el primer encuentro mundial Art of Motion (El arte del moviento) en Viena, la capital de Austria, y el atleta Ryan Doyle terminó hospitalizado tras fracturarse una pierna, lo cual dio origen a nuevas organizaciones mundiales para garantizar la seguridad de los atletas y establecer la filosofía de este deporte.
Los primeros pasos para el nacimiento de la Federación Mundial de Parkour (WFPF, por sus siglas en inglés), fue una idea de los estadounidenses Víctor Bevine y David Thompson, quienes pasaron más de veinte años trabajando con la juventud urbana en situación de riesgo en Nueva York y los Ángeles, enseñando el valor de la autoexpresión de las niñas y de los niños que luchan contra la adicción a las drogas y los entornos violentos.
Finalmente, el proyecto ganó la confianza de atletas como Ryan Doyle, Daniel Ilabaca, Tim “Livewire” Shieff, Pip Andersen, Phil Doyle, Ben Jenkin, Daniel Arroyo, Michael Turner, Oleg Vorslav y Marcus Gustavsson, quienes hicieron posible el nacimiento de la WFPF, partiendo de la idea de que podían influir de manera eficaz y positiva en la dirección del crecimiento del deporte.
En Venezuela, Karl Fow, residente de la parroquia caraqueña de Catia, es uno de los que trabaja para institucionalizar y formalizar la práctica del parkour a través de la creación de la Federación Venezolana de Deportes Extremos, organización que espera reunir a todos los deportes no convencionales del ciclismo, patineta, pain
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