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Café Tacvba condena la desaparición de normalistas en festejo por sus 25 años


México, DF. El Café Tacvba llegó al escenario del Auditorio Nacional para festejar su 25 aniversario de creación y 20 años de la salida de su disco Re, considerado pieza angular en el rock latinoamericano. Con una herradura de veladoras sobre el entarimado y después de que Agustín Lara se rifaba con Veracruz, fue interrumpido por el recibimiento de alarido al Café Tacvba, con la canción de "El aparato".

Haciendo gala del artnacó, que los ha caracterizado a lo largo de su carrera, los integrantes salieron con luminosos/intermitentes sacos. El cuarteto sateluco, integrado por Rubén, Joselo, Emanuel y Enrique, se les veía felices, pero sin el desgarbo de otras celebraciones.
Las veladoras desaparecieron de las tablas para dar paso a "Ingrata", el descuelgue al frente del escenario de varias decenas de fanáticos provocó huecos en las primeras filas, pero rápidamente la seguridad del inmueble los reacomodó y todos bien portados regresaron para festejar en sus localidades adquiridas. Rubén se paseaba en el escenario con mandil rojo, pinado con dos chongos que parecían que nunca se iban a deshacer.
A continuación el grupop dio la bienvenida: “¡¡¡Muchachos, muchachos!!! Nos la pasemos de poca madre. Sudemos nuestros problemas en este primer concierto en el Auditorio Nacional, estamos celebrando 25 años de carrera artística y 20 de la salida de nuestro disco Re. Así que lo tocaremos completo y no tocaremos "Eres" o "La chica banda" para que no insistan. Para los que conocen el disco ya saben cual sigue”, en efecto siguió "El ciclón", donde Rubén se despojó del mandil rojo, para seguir brincoteando por todo el escenario.
Pero algo inasible flotaba en el ambiente para que la velada tomara forma.
Por la combatividad y militancia de Café Tacvba, la curiosidad del respetable por escuchar el pronunciamiento del grupo por los sucesos de Ayotzinapa, se sentía en la atmósfera. Y llegó en el ocaso del concierto, cuando el vocalista de la banda Rubén se dirigió a los 10 mil fanáticos y soltó/dedicó: "...para nuestros 43 compañeros desaparecidos, de este crimen de Estado. Que no nos confundan no sólo hay que aplaudir en un concierto. Hay que desmantelar este sistema opresor... Pedimos por todos los estudiantes".
Mientras el concierto continuó. Desaparece Rubén del escenario y Emanuel se apropia del del micrófono para entonar "El borrego", rola a la que no le quitaron su escénica ciberpunk, sonó rabiosa como hace 20 años, totalmente aceptada/entendida por el tamiz del tiempo.
Criticando el uso de los teléfonos celulares, Rubén regresó a la escena con un traje rojo, rojo, rojo y deseó a los asistentes que tuvieran mas momentos de soledad para que se escucharan ellos mismos, y soltó "Esa noche". Y la noche comenzó a tomar forma.
Siguió 24 horas, que habla de lo ocupado que resulta el día. Rubén lanzó el prefacio: "Imagínense si eso era hace 20 años, ahora nos traen en chinga todo el tiempo. Sino es produciendo, trabajando, o comprando.. Tomando fotografías o vídeos o viendo un concierto por una pantalla", aunque a muchos no les quedó el saco se lo pusieron.
Ixtepec continuó en la lista, a los Tacvbos se le continuaba viendo felices pero contenidos, quizás no fue el mejor marco para festejar los 25 años, pues faltó la chelita y un espacio adecuado para taconear, caderear y brincotear al son que tocó el Café Tacvba, que en muchos momentos pareció cuarteto de cámara y no bar.
"Trópico de Cáncer", siguiendo el orden de la lista. Los músicos portaron unos cascos de mineros, iluminando a los asistentes de las primeras localidades. No fue el mejor momento del concierto pero no fue del todo desafortunado. No pasó del punto medio.
No así la rola "El Metro", que explotó de nuevo el ánimo festivo y que sirvió para calentar motores y atisbar con "El fin de la infancia", donde de acuerdo al festejo los músicos se vistieron con ropas de bailable tipo norteño, un desmadre sonoro/luminoso/vistoso y bonito, pues.
Otra vez Emanuel toma el mando para rifarse con "Madrugal", flanqueado por Enrique y Joselo, para que después Rubén regresara con nuevo vestuario y en la penumbra complementará el canto de la rola, que cerró a dos voces.
El fluir del concierto siguió con la alegre "Pez/verde", el escenario se iluminó mientras miles de ojos siguieron el deambular de Rubén pateándose el escenario; siguió "La negrita" y "El Tlatoani".
Pero el verdadero espíritu festivo se llegó con "Las flores", ahí si todo el auditorio se deschongó, aplaudió y algunos hasta se les escuchó aullar y tocar el air guitar.
Fue en ese momento en que Rubén dijo: "Muchachos muéstrenme sus florecitas y podamos generar una energía y direccionarla para alguien que la necesite, como para nuestros 43 compañeros desaparecidos, de este crimen de Estado. Que no nos confundan no sólo hay que aplaudir en un concierto. Hay que desmantelar este sistema opresor... Pedimos por todos los estudiantes". Para dar paso a "La pinta". Después otro enorme momento del concierto con trajes plateados para interpretar "El baile y el salón" donde el grito Tacvba: pararapauu eoeoe, pararapauu eoeoe sonó macizo.
Se festejó se prolongó con "El puñal y el corazón", vestidos de riguroso negro, excepto Rubén que siguió con el saco plateado y pateándose el escenario. El cuarteto se veía feliz, así con los músicos que los acompañaron.
La última canción del disco  es "El balcón", así llegó, con el agradecimiento al público y con el mensaje "podemos reinventarnos no porque estemos mal sino porque podemos hacerlo". Así leve acabó el concierto.
Por lo menos la primera parte porque regresaron para interpretar sus sonados éxitos, iniciando con Emanuel cantando "Eres". Después Rubén llegó para “la hora de las complacencias” iniciando con "Chica banda", "Chilanga banda", "Las persianas", "María", "Quiero ver" y "Déjate caer", donde los músicos bailaron la escenografía cagada que se inventaron para colofonear la canción original de "Los Tres". Y así concluyó el delirio colectivo del espectáculo.
Aunque algunos aferrados, ya con las potentes luces del Auditorio Nacional encendidas gritaron “otra, otra, otra”.

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