“Nosotros debemos garantizar la marcha de la Revolución Bolivariana, la marcha victoriosa de esta revolución, construyendo la democracia nueva que aquí esta ordenada (Constitución Nacional) por el pueblo en constituyente, construyendo la vía venezolana al socialismo, con amplia participación, en amplias libertades, que se están demostrando una vez más en esta campaña electoral para gobernadores, con candidaturas por aquí, candidaturas para allá, libertades, en plenas libertades...”
(Discurso del 8 de diciembre de 2012)
“Ahora bien, en el “plan de la patria” que se presenta a la Asamblea se cuelan unas falsificaciones que manipulan el pensamiento de Chávez, lo tuercen hacia el capitalismo y convierten al Plan de la Patria en una franca restauración. No es lugar aquí para agotar el tema, ya en programas de radio con formatos más apropiados se abundará en las falsificaciones.” ([1])
“Queda develado que dentro de la Revolución existe una feroz lucha interna, y está claro que la derecha actúa sin ningún tipo de escrúpulo, su objetivo es yugular la esperanza socialista y ese objetivo justifica cualquier patraña”. ([2])
“Aceptado ya que el "Plan de la Patria" fue modificado, que el que salió de la Asamblea no es el original de Chávez, que fue reformado, ahora pasemos a otro punto. Obviemos quiénes lo hicieron, centrémonos en por qué lo hicieron, qué camino pensaban abrir con la modificación y, sobre todo, hacia dónde nos conducen las modificaciones.” ([3])
Ante la polvareda desatada por la presunta “falsificación del Programa de Gobierno de Chávez”, y la publicación en Gaceta Oficial del Plan de la Nación del Gobierno de Maduro no caben posiciones ambiguas. No es posible desviar la atención sobre los sujetos responsables de semejante acción de “falsificación” si ese fuera el caso. No es posible pasar a otro punto, barrer debajo de la alfombra el polvo, evadir el punto, hacerse los locos y pasar a aquella noche donde todos los gatos son pardos.
Si una presunta “derecha interna” pretende yugular la esperanza socialista, hay que desenmascararla sin medias tintas. ¿Qué significa no hacerlo? Si se trata de una patraña, de una alteración que conlleva una mentira, hay que denunciarlo con pelos y señales, no mirar para el techo y decir: pasemos a otro punto. ¿Es eso responsabilidad política?
El silenció en este punto devela o que la denuncia carece de fundamentos, o que los denunciantes no tienen coherencia entre lo que dicen y lo que hacen. Esperamos que desenmascaren a la “derecha interna”, como prometieron hacerlo, “con formatos más apropiados se abundará en las falsificaciones”. Esperamos que no se vayan por las ramas, que se diluya la expectativa, que al desnudar al Rey, salgan rápido a colocarle un nuevo ropaje de bruma.
El contraste entre el Programa de Gobierno de Chávez: Independencia y Patria Socialista, por una parte, y el Plan de Gobierno del Presidente Maduro es tarea urgente y necesaria de las bases sociales, simpatizantes, activistas y militantes de la Revolución Bolivariana. Allí se juega el criterio ético-político para determinar la continuidad o no del legado revolucionario de Chávez en el Gobierno de Maduro, en las palabras, las acciones y sus resultados.
La situación de la presunta “falsificación” ha generado un interesante aporte quizás no intencionado, porque obliga a leer, a estudiar, a analizar, a comparar, a sintetizar lecturas e interpretaciones, lo cual es parte de una necesario aprendizaje ideológico de las clases trabajadoras, populares y subalternas del país. Sobretodo obliga a afinar los sentidos, percepciones, nociones y conceptos sobre el trabajo intelectual y teórico realizado por Chávez, en función de plantear una clara opción anticapitalista y socialista para Venezuela y el mundo, en tanto curso necesario de la revolución bolivariana.
Si optar por un socialismo revolucionario y democrático (donde la conjunción “y” es esencial), dado el carácter anti-capitalista y anti-imperialista, esto implica despejar el ser calificado de “ultraizquierdista”, pues el modo como fue macerando su pensamiento y acción hacen de Chávez no un “populista de gatopardo”, un “progresista rosa” o un “socialdemócrata reformista” (como podría haber sido si los aliados en el ALBA hubiesen sido quizás el Gobierno de la concertación de Bachelet en Chile o el desvanecimiento socialdemócrata o liberal-reformista de Lula en Brasil), sino que apuntó hacia la Revolución Socialista en las condiciones objetivas y subjetivas del siglo XXI; es decir, fue acusado de “ultraizquierdista” y “anacrónico”, tanto por reformistas de centro-izquierda, como por la derecha nacional e internacional.
En consecuencia, Chávez no fue un moderado y pragmático dialogador, fue un polémico contendor político, un polarizador que identificó los antagonismos ante determinadas situaciones, así como hacia determinados adversarios y enemigos. Si, “enemigos” internacionales y nacionales en tanto que los conforman y recorren un conjunto de ejes de antagonismos histórico-estructurales: explotación, coerción política, hegemonía ideológica, discriminación social, racismo, exclusión social, negación cultural y destructividad ambiental. Allí se juega el carácter revolucionario del legado de Chávez, en el enfrentamiento de estos ejes de antagonismos:
“Es por eso que a la tesis reaccionaria de Imperio y de la burguesía apátrida contra la Patria, nosotros y nosotras le oponemos la tesis combativa, creativa y liberadora de la Independencia y el socialismo como proyecto abierto y dialéctica construcción: la Independencia no ha terminado y la forjamos en nuestra lucha diaria y permanente. Nos toca realizar plenamente el sueño libertario que nunca ha dejado de palpitar en la Patria y que hoy está latiendo de manera incesante. Así lo creo desde la fe combativa y la razón amorosa que me alienta: la herencia heroica nos obliga y tal exigencia es bandera y compromiso para nosotros y nosotras. Desde el tiempo que nos ha tocado vivir es preciso honrar los retos; tantos sacrificios no pueden ser en vano, hacerlos carne y sangre de la vida nueva tiene que seguir siendo el horizonte que nos llama y desafía.” (Chávez: Programa de Gobierno Independencia y Patria Socialista) ([4])
De manera que convertir a Chávez en un edulcorado reformista, promotor del diálogo entre las cúpulas de poder, eso sí es una profunda adulteración. Y entre múltiples ejemplos que pueden argumentarse para plantear esta tesis está aquel que señala aquellas reflexiones de Chávez, extraídas de sus lecturas de Meszaros sobre la “línea de menor resistencia”. En el Aló Presidente N° 331 del año 2009 ([5]), Chávez señala un hecho fundamental:
“Ahora, el hecho cultural... Este libro yo lo recomiendo mucho, Itzvan Meszaros, yo creo que no hay libro hoy, no conozco otro, que recoja tanta cosa útil para el momento que estamos viviendo. Creo que es una obra extraordinaria, ¿no? Como muchas otras. Ahora, Más allá del Capital, hacia una teoría de la transición...publicado hace ya más de una década pero con una gran vigencia. ¡Diez años no es nada!, más bien, en estos diez años se ha venido moviendo el Mundo, que aquí se recoge, ¿no? La Crisis Global, de lo que llama Meszaros, el Sistema metabólico... o de control metabólico social, bueno, de las sociedades, de los Sistemas.
Por aquí dice, precisamente, Meszaros, en este capítulo, muy importante en lo que es la definición estratégica, para ese reto que nos dejó Carlos Marx... ¡Se trata de transformar el Mundo! La línea de menor resistencia en la alternativa socialista. Dice Meszaros, que uno de los errores de mucho movimiento transformadores, ha sido tomar la “línea de menor resistencia”.
Yo siempre les comento a los compañeros, y al pueblo venezolano: - Cuando nosotros sintamos, sobre todo en estos años, y en este tiempo, que no hay resistencia a nuestro impulso, a nuestro empuje, revisemos a ver qué pasa. ¡Cuidado! Porque pudiéramos estar errando el camino, ¿eh? – Cuando sintamos mucha resistencia, ¡por ahí es! Cuando la corriente contraria sea muy fuerte, ¡Por ahí es! Así lo creo.
En estos momentos, nosotros estamos aquí en Venezuela, viviendo uno de esos momentos en los cuales la resistencia a los poderes que aquí se establecieron, en casi todo el Mundo, en forma hegemónica del gran capital Internacional, la burguesía criolla, la resistencia crece.
¡Vamos bien!, vamos bien, aun cuando siempre hay que tener sentido autocrítico, pero... Resumo esto tratando de aportar, y para ese desafío, de cómo transformar el Mundo. ¿Por dónde ir, por donde ir abriendo, caminos, no?
Dice Meszaros, ¿eh? por ejemplo, esto: "El requerimiento de una superación radical, tiene implicaciones de largo alcance, no sólo para todas las dimensiones productivas, y distributivas de orden material, y Cultural, de la división del trabajo, división social del trabajo, jerárquica, establecida hace largo tiempo, sino también para la totalizadora estructura de mando, heredada del capital, que después de la Revolución encarna el Estado post-capitalista, incluso."
En tal sentido, dice, “(…) ir más allá del capital, significa, sustituir el modo de control del capital, como sistema orgánico, una tarea sólo factible, como empresa global".
Y entonces señala, tres constituyentes del sistema orgánico del capital... Uno, el capital. Dos, el trabajo. Y tres, el Estado. Pero en todo ello uno nota que hay ese contenido. La cultura, el contenido cultural, lo que se arraigó. Lo que Fidel llama, siempre me dice: ¡Chávez! Cuidado, con los reflejos condicionados. Martí sigue diciéndonos: el reto de la Independencia no es el cambio de forma, sino el cambio de espíritu! ¿Cómo cambiar el espíritu? La Cultura. Es un hecho cultural. ¡Si no lo logramos, todo se perdería!
La Unión Soviética. Lo que fue la Unión Soviética está allí, como un ejemplo. El cual hay que mirar. ¡La Revolución Francesa! Víctor Hugo en Los Miserables. Lo dice en el diálogo aquel, que a mí me impresionó tanto, y se me grabó...desde que lo leí, por primera vez, hace años... Entre aquel viejo Obispo, conservador, pero buen hombre... Y aquel anciano revolucionario, de la Convención. Convencional. Que moría, y el Obispo va, se atrevió a ir...Porque al Obispo le decían que no, que allá en el bosque vive un anciano, pero ¡cuidado! es el diablo... Hasta que viene un joven a decirle: Se muere! Y el Obispo rompió el miedo, y fue. Y aquellos dos hombres en esgrima, en una esgrima de ideas, inventada por Víctor Hugo. Fue un combate, como de dos esgrimistas. ¡Lo venció el moribundo! ¡El Obispo salió derrotado! Cuando le dice el Convencional: - ¡Creíamos haber cambiado el Mundo. Pero no cambiamos las costumbres! ¡No cambiamos nada!-.”
¿Se han comprendido acaso estas expresiones de Chávez, el hecho del necesario cambio cultural, el cambio de las costumbres, para comprender que una revolución no logra una concertación ni reconciliación con la “línea de la menor resistencia”, ni con una definición de la política como “diálogo de cúpulas”, o con aquella manoseada definición del “arte de lo posible” ([6])?
Podemos empezar a indagar acerca de esta permanencia de la frase examinando el comentario hecho por Bismarck: la política es “el arte de lo posible”, frase que da a entender que uno debe optar por un curso de acción que busque lograr aquello que en efecto es viable, que en política los intereses predominan sobre los principios. Allí se pueden colar todo tipo de gatopardos en nombre del realismo de las circunstancias.
De manera que ese arte de lo posible se le opone desde entonces aquella frase atribuida no a un revolucionario, sino quizás a un agudo observador de los hechos políticos: “Solo en la lucha por lo imposible, lo posible se hace realidad” (Max Weber)
En el considerar posible o imposible el socialismo se juega la revolución bolivariana. De manera que el debate sobre la presunta “falsificación” del Programa de Gobierno de Chávez no es un asunto intrascendente.
Conviene referirse a los términos empleados, pues no es exactamente lo mismo una reforma, supresión, añadido o mejora de alguno de los contenidos, frases y sus formas, que una “falsificación”; es decir, una adulteración del Programa de Gobierno de Chávez implica una distorsión, supresión u añadido de contenidos para torcer su intención original, con base a otros intereses y objetivos políticos.
Es de Perogrullo que una “falsificación” de un documento implica una alteración con efectos relevantes de un determinado texto. Este hecho es posible determinarlo exhaustivamente con métodos rigurosos de análisis de textos. Hasta ahora, lo que existen son algunos indicios, pero se ha saltado olímpicamente a la conclusión de una tesis comprobada de modo concluyente, cuyo respaldo sigue sin profundizar en la alteraciones que afecten a las trayectorias de interpretación de los objetivos medulares de la propuesta de Chávez. Ciertamente, el diablo se esconde en los detalles, pero estos detalles deben ser hilados con rigor hasta conformar la tan mentada “falsificación”. Si fuese así, todo quedaría en un Bluff.
Si de indicios se trata, habría que incluir aquella modificación por simplificación del ahora título del llamado “Programa de la Patria”, pues esta ocurrió tempranamente, casi imperceptiblemente, a los ojos y oídos de los partidarios de Hugo Chávez. La expresión originaria más ajustada fue la de Programa de Gobierno “Independencia y Patria Socialista”, tal como lo planteó el mismo Chávez en su presentación definiendo con claridad su horizonte temporal de ejecución: “Este Programa de Gobierno para el período 2013-2019, responde a la consecución de dichos supremos objetivos: ¡¡¡ Independencia y Patria Socialista!!!!”
De manera que cuando Maduro señala en su discurso del 15 de enero en la Asamblea Nacional:
“Hay que resaltar que en diciembre del 2013 fue aprobado por esta asamblea nacional el Plan de la Patria, segundo Plan Socialista de la Nación, y ya es Ley de la República. En realidad y en verdad, es la carta de navegación que trazó nuestro comandante Hugo Chávez para los próximos seis años, y para muchos años más. He dicho, muchos años más! aclaro, porque a los cinco grandes objetivos históricos contenidos en el Plan, no podemos fijarles límites temporales para su plena realización. Seis años son del todo insuficientes, para cumplirlos a cabalidad. En seis años sí que podemos avanzar por el camino que nos abren estos cinco grandes objetivos históricos que Chávez trazara con mano maestra. Es el camino hacia la patria real y verdaderamente libre, real y verdaderamente soberana, real y verdaderamente independiente.” ([7])
Ahora bien, la carta de navegación es muy clara con relación a la dirección, contenido y alcance del Programa de Gobierno si el Presidente fuera Hugo Chávez:
“Éste es un programa de transición al socialismo y de radicalización de la democracia participativa y protagónica. Partimos del principio de que acelerar la transición pasa necesariamente por, valga la redundancia, acelerar el proceso de restitución del poder al pueblo. El vivo, efectivo y pleno ejercicio del poder popular protagónico es insustituible condición de posibilidad para el socialismo bolivariano del siglo XXI. Por eso mismo, es la base fundamental y el vértice principal del Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007–2013: nuestra carta de navegación en este ciclo que está culminando, enfatiza rotundamente su papel estratégico. Papel estratégico que en el próximo ciclo debe acentuarse todavía más.” ([8])
“Este es un programa que busca traspasar “la barrera del no retorno”. Para explicarlo con Antonio Gramsci, lo viejo debe terminar de morir definitivamente, para que el nacimiento de lo nuevo se manifieste en toda su plenitud. La coherencia de este Programa de Gobierno responde a una línea de fuerza del todo decisiva: nosotros estamos obligados a traspasar la barrera del no retorno, a hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo. Ciertamente es difícil precisar cuándo despuntará tan grandioso horizonte, pero debemos desplegar esfuerzos sensibles y bien dirigidos, para decirlo con Bolívar, en función de su advenimiento.”
¿Dijo usted hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo? ¿Acaso esto implica el arte de lo posible, la línea de la menor resistencia, el diálogo de cúpulas? Efectivamente no. Y si alguna duda queda en el terreno de los planteamientos económico-sociales, Chávez planteó lo siguiente:
“En cuanto al segundo gran objetivo histórico (Continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI, en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo y con ello asegurar la “mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad” para nuestro pueblo.), se prefigura en las formas de construcción del socialismo nuestro para alcanzar la suprema felicidad social del pueblo, esto pasa, en primer lugar, por acelerar el cambio del sistema económico, trascendiendo el modelo rentista petrolero capitalista al modelo económico productivo socialista, dando paso a una sociedad más igualitaria y justa, rumbo al socialismo, sustentado en el rol del Estado Social y Democrático, de Derecho y de Justicia, con el fin de seguir avanzando en la plena satisfacción de las necesidades básicas para la vida de nuestro pueblo: la alimentación, el agua, la electricidad, la vivienda y el hábitat, el transporte público la salud, la educación, la seguridad pública, el acceso a la cultura, la comunicación libre, la ciencia y la tecnología, el deporte, la sana recreación y al trabajo digno, liberado y liberador.”
Considero entonces que la modificación (que se trata de imputar actualmente como “falsificación”) del ahora llamado “Programa de la Patria” ocurrió tempranamente, casi imperceptible, a los ojos y oídos de los partidarios de Hugo Chávez (desde mi punto de vista, la expresión más ajustada es la de Programa de Gobierno “Independencia y Patria Socialista”), tal como lo planteó el mismo Chávez en su presentación definiendo con claridad su horizonte temporal de ejecución: “Este Programa de Gobierno para el período 2013-2019, responde a la consecución de dichos supremos objetivos: ¡¡¡ Independencia y Patria Socialista!!!!”.
De manera, que insisto en que el primer cambio significativo que se ha ido naturalizando es la simplificación de la denominación de “Programa de la Patria”, cuando allí se definen dos objetivos ¡Independencia y Patria socialista! Hay que precisar con rigor los cambios que en el discurso se vienen dando (consciente o inconscientemente, explícita o tácitamente, voluntaria o involuntariamente) para comprender y explicar si los mismos afectan la médula teórico-ideológica (sus estructuras temáticas, sus núcleos semánticos, su semiótica política y social) de los planteamientos iniciales de Chávez antes de su lamentable partida física aquel marzo del año 2013.
De manera que sigue vigentes un conjunto de inquietudes planteadas por Chávez en el “Programa de Gobierno: Independencia y Patria Socialista”, en el llamado “Golpe de Timón” y en su discurso del 8 diciembre de 2012:
- ¿Por qué plantea un Nuevo Socialismo para el siglo XXI?,
- ¿Por qué plantea la hegemonía democrática y la democracia socialista?,
- ¿Por qué habla del fracaso de la URSS?,
- ¿Por qué justifica la existencia de un período de transición al Socialismo, enfatizando su vía venezolana, su carácter progresivo, con su dirección clara y firme?,
- ¿Por qué habla de convencer en vez de imponer?,
- ¿Por qué habla de traspasar la barrera del no retorno, de hacer irreversible el socialismo?
- ¿Cuál es la importancia del cambio cultural en el nuevo ciclo de transición?,
- ¿Qué significado tiene para Chávez el “poder popular” y la “democracia socialista del siglo XXI”?
Hay que precisar con rigor las “falsificaciones de los planteamientos de Chávez”, ya que su forma de abordar el análisis de clases y sectores sociales en Venezuela, su apreciación de la dinámica geopolítica internacional, de enlazar a este análisis una intervención política en la correlación de fuerzas (internas y externas), su modo de abordar la acumulación de fuerzas y el avance revolucionario, de imaginar y trazar el cuadro de alianzas y conflictos (no antagónicos y antagónicos), su manera de relacionar gran política, estrategia, tácticas y maniobras constituye una poderosa herramienta para comprender el lugar del Plan de la Nación como carta de navegación.
Y si de “ultra-izquierdismo” se trata, no hay nada más revolucionario y ultraizquierdista que la definición de principios del PSUV cuando se declara como partido: anticapitalista y antiimperialista, anticorrupción, socialista, marxista y bolivariano. Las bases de simpatizantes y militantes del PSUV tendrían que clarificar si están dispuestos a abandonar el carácter revolucionario de la organización política, y convertirse en un partido subordinado a modos de gestión política y de gobierno independientemente de la orientación política, ideológica y económica que tome. Es decir, si se arriesgan a engranar una maquinaria de poder como lo fue la trágica experiencia de la institucionalización de la revolución mexicana, dando paso al partido-oxímoron ([9]): Partido de la revolución institucional.
De manera que más que utilizar la fraseología sobre la ultra-izquierda, sería más conveniente identificar las debilidades internas de las organizaciones políticas, fuerzas sociales y movimientos del gran polo patriótico para la asunción de formas de organización política de carácter anticapitalista y antiimperialista.
Si no se hiciese, nos encontraríamos en el atolladero de un complejo de bipolaridad ideológica en la cual se habla mucho de socialismo pero las costumbres, las prácticas y las líneas de fuerza apuntan a estancar el proceso bolivariano revolucionario en una fase de consolidación de patrones de acumulación y regulación de carácter capitalista, dependiente y rentista, que no logra desarrollar fuerzas productivas con base al “saber y el trabajo liberador”, ni transforma las relaciones sociales a partir de una profunda modificación del campo político-institucional (Chávez señaló literalmente que el proceso de transición pasa por “(…) pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política.”)
En consecuencia, la dirección político-militar de la revolución luego de la partida física de Chávez, está siendo interpelada en su disposición de comprometerse efectivamente con el legado revolucionario de Chávez o desligarse a partir de distintos tipos de maniobras de distorsión y distracción del Proyecto Nacional Simón Bolívar.
Mientras desde ciertos grupos de decisión del gobierno de Maduro se apunta a identificar la traición en las aguas de la ultra (en este caso, de la ultra-izquierda), desde sectores revolucionarios se apunta a identificar la “traición” en las aguas del “reformismo” y la “restauración”.
Sin embargo, desde mi punto de vista, son más dañinos para la revolución no estos espantapájaros, sino las formas de ortodoxia ideológica de corte dogmático y las prácticas de sectarismo propias de la cultura política de la vieja izquierda, así como un vergonzoso “pragmatismo” y “realismo” que encubren todas las formas de oportunismo de derecha y las prácticas de gatopardo.
La ahora citada Rosa Luxemburgo no puede ser desdibujada históricamente cuando sus oponentes políticos de izquierda reformistas la calificaban de “ultraizquierdista”, hecho que le costó la vida:
“Al final de su vida verdaderamente odiaba a esos políticos de izquierda que tan solo sabían aprovechar las circunstancias medianamente liberales que se habían ganado luchando, para hacer lo mismo que todos los demás políticos: una política burguesa en lo oscurito.” (Jörn Schütrumpf (2011) “Rosa Luxemburgo o el precio de la libertad”. Ed. RLS Dietz Berlín)
De modo que sigue pendiente una clarificación de los sujetos que encarnan las posiciones de derecha interna en la revolución bolivariana, promesa que no ha sido hasta ahora desarrollada por quienes hablan de falsificación del Plan de la Patria.
Todavía queda pendiente un análisis en profundidad de las modificaciones en el Plan de la Nación que deben ser ponderadas y cotejadas, evaluando sus posibles consecuencias políticas y económicas. }
Incluso puede ser perfectamente compatible una apuesta a desvirtuar la tan necesaria crítica del proceso bolivariano, lanzando al ruedo “globos de ensayo” a modo de críticas desmesuradas que refuerzan un ambiente de no-debate y la sedimentación de la descalificación de las voces que cuestionan aspectos de la política del Gobierno de Maduro desde el terreno ideológico de la izquierda. Así se contribuye a fortalecer desde altas esferas del gobierno a determinados mecanismos de defensa (cerrar filas y disciplinas automáticas), forzando un falso terreno de conflicto que no contribuye en el avance de la unidad revolucionaria preconizada en vida por Chávez.
Si fuese este el peor escenario, los siguientes enunciados serían un simple saludo a la bandera:
“Los Revolucionarios están en el deber de participar en esta lucha interna cuyo principal campo de batalla es la ideología, la teoría, es allí que se decide el rumbo del proceso, allí es que se defiende el pensamiento de Chávez, su sueño.” ([10])
Vale la pena entonces, esforzarse por clarificar el “campo de batalla”, identificar con precisión no sólo a la “ideología de derecha” en términos genéricos, sino pasar a determinar a aquellos representantes teóricos, económicos, mediáticos y políticos que corresponden al concepto genérico de “derecha interna” (como lo hizo Marx, por ejemplo, en el 18 Brumario de Luis Bonaparte), pues si trata de defender el “pensamiento de Chávez” no puede haber medias tintas.
La definición del cuadro de política económica y social en las próximas semanas y meses ira despejando muchas de las dudas e inquietudes, develará hacia donde apunta la carga de costos y beneficios de las medidas a ser asumidas; si en ellas se fortalece la capacidad de acción y los intereses del factor trabajo, su composición y ciclo de luchas para así regular, controlar y transformar el cuadro de relaciones dominante de signo capitalista; o si los escenarios apuntan a una recomposición del cuadro de mando en alianza con los enemigos de Chávez: el Gran Capital Internacional y la burguesía criolla, bajo diversos ropajes políticos e ideológicos. Allí podría decirse quién es quién, lo que significa apuntar a clarificar las derechas y las izquierdas. ¿Fin del Gatopardo?
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