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EL GABO LO DIJO Autor: Gipsy Gastello


En su breve pero contundente texto Chile, el golpe y los gringos (Crónica de una tragedia organizada), Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura y uno de los máximos creadores de América Latina, narró con su fina pluma el cruel y nefasto asesinato del gigante Salvador Allende. Nos cuenta cómo Estados Unidos jugó al titiritero en uno de los capítulos más oscuros de la historia de Nuestramérica.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, dicen. Pero no, no es coincidencia, es un guión repetido hasta el cansancio por parte de los grandes dueños del capital, del imperialismo en su forma más pura y rancia, para detener el avance de los pueblos en vías de liberación.
En su libro, publicado por primera vez en 1974, el Gabo lo dice claramente: “Chile no fue escogido por casualidad para este escrutinio. La antigüedad y la fuerza de su movimiento popular, la tenacidad y la inteligencia de sus dirigentes, y las propias condiciones económicas y sociales del país permitían vislumbrar su destino. El análisis de la operación Camelot lo confirmó: Chile iba a ser la segunda república socialista del continente después de Cuba. De modo que el propósito de los Estados Unidos no era simplemente impedir el gobierno de Salvador Allende para preservar las inversiones norteamericanas. El propósito grande era repetir la experiencia más atroz y fructífera que ha hecho jamás el imperialismo en América Latina: Brasil”.
No es una fantasía del Gobierno Revolucionario de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, como lo quieren pintar los cada día más demacrados dirigentes de la desteñida oposición venezolana, que Estados Unidos tiene la mano metida hasta el codo en la guerra económica contra la que estamos luchando en estos momentos. Y queda claro porque la mismita fórmula se la aplicaron a la Chile de Allende: “En efecto, el triunfo de la Unidad Popular no ocasionó el pánico social que esperaba el Pentágono. Al contrario, la independencia del nuevo gobierno en política internacional, y su decisión en materia económica, crearon de inmediato un ambiente de fiesta social. En el curso del primer año se habían nacionalizado 47 empresas industriales, y más de la mitad del sistema de créditos. La reforma agraria expropió e incorporó a la propiedad social 2.400.000 hectáreas de tierras activas. El proceso inflacionario se moderó: se consiguió el pleno empleo y los salarios tuvieron un aumento efectivo de un 40 por ciento”.
“La Unidad Popular recuperó para la nación con un solo acto legal todos los yacimientos de cobre explotados por las filiales de compañías norteamericanas, la Anaconda y la Kennecott. Sin indemnización: el gobierno calculaba que las dos compañías habían hecho en 15 años una ganancia excesiva de 80.000 millones de dólares”, nos cuenta el Gabo en su libro. Cuenta también, que en la Chile de Allende, la misión fundamental de la oposición derechista era “perjudicar por cualquier medio la buena salud del gobierno para ganarse las dos terceras partes del Congreso en las elecciones de marzo de 1973. Con esa proporción podía decidir la destitución constitucional del presidente de la república”. Y para ello, “la CIA inundó de dólares el país para apoyar el Paro Patronal, y esa divisa bajó en la bolsa negra, escribió Pablo Neruda a un amigo en Europa. Una semana antes del golpe se había acabado el aceite, la leche y el pan”.
A punta de escasez y de guerra económica, de colas largas y dramáticas para comprar comida y manifestaciones de calle como “la marcha de las cacerolas vacías”, realizada el 1 de diciembre de 1971 por mujeres de clase media y alta impulsadas por el movimiento Poder Femenino, el imperio logró que ocurriera en Chile “una terrible confrontación de clases que la habían provocado, una encarnizada rebatiña de intereses contrapuestos cuya culminación final tenía que ser un cataclismo social sin precedentes en la historia de América”.
Cuenta además, que durante el golpe a Allende “los golpistas asesinaron a los oficiales que se negaron a secundarlos y a los que no cumplieron las órdenes de represión. Hubo sublevaciones de regimientos enteros, tanto en Santiago como en la provincia que fueron reprimidas sin clemencia y sus promotores fueron fusilados para escarmiento de la tropa”.
“Numerosos agentes extranjeros tomaron parte en el drama”, dice el Gabo. “El bombardeo del palacio de la Moneda, cuya precisión técnica asombró a los expertos, fue hecho por un grupo de acróbatas aéreos norteamericanos que habían entrado con la pantalla de la operación Unitas, para ofrecer un espectáculo de circo volador el próximo 18 de septiembre, día de la independencia nacional”.
Resultado: “Cuatro meses después del golpe, el balance era atroz: casi 20.000 personas asesinadas; 30.000 prisioneros políticos sometidos a torturas salvajes, 25.000 estudiantes expulsados y más 200.000 obreros licenciados”.
Esto es lo que quieren los insaciables dueños del capital hoy en día con Venezuela: apoderarse de nosotros al costo que sea.
Ahora, lo que quisiera preguntarles es: ¿Qué quieren ustedes para nuestra Patria?
Después no digan que el Gabo no se los advirtió.

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