Por Franco Vielma
Casi como paradoja, la historia también tiene lugares comunes y encrucijadas a veces insoslayables. Y es que en el diseño del “sistema mundo” como el que ilustrara Fernand Braudel, mientras sigan desarrollándose las relaciones “centro-periferia” y mientras existan hegemonías consolidadas, habrá países que asedian y países asediados. Es así como los ciclos históricos se reproducen. Para Venezuela, la convocatoria a la memoria es fundamental.
Los giros en la historia venezolana dan cuenta de prolongados ciclos de opresión oligárquica e imperial, y momentos, casi fugaces, de emancipación y dignidad nacional. Romper tal ciclo histórico es, en esencia, la gran tarea histórica de la Revolución Bolivariana. Chávez se refirió a tal proeza, como “romper el maleficio de la derrota”. Y es que para entender el punto álgido de amenaza sobre el pueblo venezolano es necesario rememorar otros momentos de un pasado no tan remoto e identificar “coincidencias” que pueden resultar sorprendentes.
La Venezuela de Cipriano Castro
Con Cipriano Castro en la presidencia y con la declaratoria de no pagar los abultadísimos intereses de una ladrona y absurda deuda externa, Venezuela es asediada y sometida a embargo.
Barcos alemanes e ingleses bloquearon las costas. Luego vendrían barcos de Italia, España, Holanda y México. Pero el petróleo, era la principal razón. Se hablaba en aquellos años de la generación de una crisis inducida por los grandes factores del poder capitalista en ese tiempo, para provocar el impago de Venezuela, pues el empleo de groseros artificios de la banca y de los grandes comerciantes de la época se articularon con una baja enorme del precio mundial del café, principal rubro de exportación de Venezuela.
Ya se hablaba en aquellos tiempos de ir a la I Guerra Mundial. Ya se hablaba de la industrialización de la guerra, de elevar exponencialmente la capacidad de la industria del primer mundo y de consolidar la guerra como negocio. Y he ahí que también se hablaba de la necesidad de que las potencias emergentes y a punto de choque consolidaran para sí las materias primas y la energía que definirían el destino de dichas naciones en un nuevo tipo de guerra, las de la era del vapor y el sistema de producción tylorista-belicista. El propósito del embargo a Venezuela por impago de deuda, tuvo como respuesta la Doctrina Drago, que fustigaba la toma violenta de los bienes nacionales como parte de pago. La cuestión de fondo era que los grandes poderes fácticos tenían a la vista el secuestro y aprovechamiento del petróleo venezolano a mediano plazo.
En aquellos tiempos en Venezuela operaba el primer consorcio gringo-venezolano que manejaba nuestros hidrocarburos, New York & Bermudez Company. De la mano del banquero venezolano Manuel Antonio Matos iniciaron una pseudo revolución salida desde lo más elitesco de la burguesía llamada la Revolución Libertadora que se desarrollaba en simultáneo al asedio extranjero. Consistía en un conflicto civil armado por opositores a Castro, pero con apoyo financiero y militar (encubierto) de EEUU.
Al borde de una intervención gringa para “pacificar el país” pero que tenía el propósito de consolidar los intereses gringos y europeos así como el de llevar al poder a una clase política burguesa entreguista y que estaba detrás de un golpe de Estado, Cipriano Castro llama a la unidad nacional, pues el propósito del asedio era la confiscación de la riqueza nacional, el sometimiento del país como colonia y la recaptura del poder por parte de la oligarquía.
Otro que también se alistó fue el doctor José Gregorio Hernández, quien pese a ser un hombre religioso y pacífico asumió su compromiso patrio
Al llamado de unidad concurrieron incluso viejos adversarios como “El Mocho” Hernández, férreo caudillo opositor a Castro, quien estando en la cárcel pidió ser liberado para poder tomar un arma y defender el suelo patrio. Y así lo hizo, poniendo al servicio de la República todos sus hombres y recursos. Otro que también se alistó fue el doctor José Gregorio Hernández, quien pese a ser un hombre religioso y pacífico asumió su compromiso patrio.
Castro resultaría vencedor de esas batallas. Pero luego vendría su derrocamiento por su compadre Juan Vicente Gómez, apoyado por EEUU. Gómez desarrollaría la más cruenta y extensa dictadura en la historia venezolana. La historia que sigue es harto conocida: literalmente vendió el país entero a cambio de apoyo militar, el cual usó para “pacificar” al país y erradicar el caudillismo, es decir, la disidencia de la época.
Lecciones de la historia
Cruzado el umbral de esta nueva etapa de la abierta injerencia gringa sobre Venezuela, las definiciones son impostergables, y el llamado a la memoria se hace fundamental para reflexionar la coyuntura. Las similitudes entre la época de Castro y la actual son ineludibles. No sólo definen la situación de Venezuela ante el sistema-mundo, definen nuestra propia lucha de clases, nuestro propio proceso político.
A inicios del siglo XX se intentó (para luego consolidarse en la era de Gómez) sujetar a Venezuela al sistema-mundo capitalista por medio del bloqueo y la confiscación de sus riquezas. Fue así como dimos el salto de ser un país agroexportador a ser la gasolinera de EEUU en el Caribe durante la II Guerra Mundial. Al consolidarnos como factoría petrolera y aportar nuestras riquezas a las economías centrales del capitalismo, consolidamos nuestra condición periférica y de subordinación. Los mismos intereses de aquel pasado no tan remoto se ciernen nuevamente sobre nuestro país.
La burguesía venezolana a la sombra del banquero Matos, servil a EEUU, patrocinada desde el extranjero y por petroleras como la New York & Bermudez y la Orinoco Steamship Company, autoras materiales de la Revolución Libertadora, son para nosotros antecedentes a la acción de la burguesía venezolana en tiempos de la Revolución Bolivariana. “La Salida”, los grandes intereses de Venamcham, Fedecámaras y hasta Pedro Carmona son reediciones y herencia fiel de la burguesía entreguista que confiscó la dignidad nacional durante todo el siglo XX. Las guerras aupadas por la burguesía para recapturar el poder político en Venezuela han tenido pobres en la contraparte y han sido la máxima expresión de la lucha abierta de clases en nuestro país. La herencia de las montoneras de Taita Boves y de la Guerra Federal ha seguido pisando fuerte en los cimientos de nuestra sociedad.
La historia nos sigue hablando si extrapolamos los eventos de aquella época a probables escenarios actuales.
Esa confrontación de fuerzas regulares y leales a la patria versus fuerzas irregulares del golpismo transnacional constituyen el escenario ideal para la infiltración mercenaria-paramilitar y el desarrollo de un contexto de confrontación civil
Recientemente el jefe del Comando Sur de EEUU, John Kelly (entiéndase éste como el brazo militar de EEUU para América Latina), ha negado que su país esté planificando una intervención contra Venezuela. Pero curiosamente ha hecho algunas “predicciones” que además de osadas, no dejan de ser curiosas, pues, básicamente predice el “colapso” de Venezuela, la generación de un estallido social (un escenario de confrontación interna) y un golpe, o acción militar, proveniente desde el chavismo.
Básicamente predice al detalle la reedición de las guarimbas (seguramente armadas) y un alzamiento militar camuflado como chavista. Paro dadas las condiciones políticas en Venezuela, lo cierto es que ninguna traición militar autodeclarada “chavista” tendría el apoyo de la base chavista, y el Pentágono lo sabe. Pero la política del Pentágono para Venezuela ha sido consistente coqueteando y apuntando la posibilidad de una intentona en nuestro país. Además, hablando de intervenciones imperiales, ellos son capaces de hacer parecer cualquier cosa como lo que no es. No olvidemos las fábulas con las que han intervenido en otros países petroleros.
Ante la gran probabilidad de que ese intento fracase, cosa que el Pentágono también sabe, Kelly infiere el planteamiento simultáneo de una situación de confrontación abierta y generalizada en Venezuela. La reedición de una Revolución Libertadora aupada por la derecha y por un supuesto chavismo disidente-militarista.
Esa confrontación de fuerzas regulares y leales a la patria versus fuerzas irregulares del golpismo transnacional constituyen, en esencia, el escenario ideal para la infiltración mercenaria-paramilitar y el desarrollo de un contexto de confrontación civil, ideal para el planteamiento del modelo Libia y Siria en Venezuela. Son también escenarios para bloqueos económicos, para lo cual Obama ya tiene las vías legislativas como se ha hecho saber luego de su declaratoria de Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria”.
La dignidad nacional
Pero la historia nos da otras lecciones. El pasado reciente de Cipriano Castro y su rol ante los tiempos y realidades es un resumen de la historia nacional en un breve episodio. Su traición fue la reedición de San Pedro Alejandrino. Si bien la hegemonía imperial consolidó durante todo el siglo XX sus objetivos de la mano de la traición de Gómez, la historia de Castro fue cimiento de nuevos estadios de dignidad y unidad nacional.
Castro terminó aplastando la Revolución Libertadora. Multó obscenamente y canceló las concesiones de la New York & Bermudez Company y la Orinoco Steamship Company, y finalmente logró acuerdos con EEUU y los países europeos para el refinanciamiento y reducción enorme de la deuda externa, evitando otros escenarios de bloqueos e intervenciones.
Pero quizá la mayor victoria de Castro fue la de superar la intervención y el golpe con un país más unido y más digno, más cohesionado, en tiempos en que liberales y conservadores traían aún frescas las heridas de la Guerra Federal, en tiempos de caudillos, de soberanistas y entreguistas.
Sobre esta parábola de la historia venezolana se escriben nuevas líneas. Si estos son tiempos de definiciones, entonces es necesario acudir a la encrucijada de la historia. Habrá quienes atiendan al clarín de la patria y habrá quienes se hundan en la ignominia de la traición. Pero también habrá unidad nacional, en muchos ámbitos, hasta en algunos insospechados, si los peores escenarios han de venir.
Si algo ha consolidado la Revolución Bolivariana es su profunda mirada a la historia. El destino de la Revolución Bolivariana será distinto al de la Revolución Restauradora, aquella que liderara Cipriano Castro. No seremos avasallados por el tiempo; la razón y la herencia nos acuden.
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