El periodista José Vicente Rangel señaló en su columna“El Espejo” publicada en el diario Últimas Noticias que el presidente de EE UU, Barack Obama, “asumió el error en el cual, según él, incurrieron sus predecesores” contra Cuba.
Asimismo, acotó que mandatario norteamericano “adelantaría un manejo distinto de los diferendos de EE UU con naciones de la región” y manifestó que “Cuba no cede en sus principios. Para aquellos que creyeron que el gobierno cubano traficaría con el nuevo trato de la potencia imperial, deben estar sorprendidos con la dignidad con que reaccionaron los cubanos”.
Sostuvo que hay “una reacción de estupor ante el atrevimiento de Obama” de calificar a Venezuela como “’amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los EE UU’”.
A continuación el texto íntegro:
1.- Cuando el presidente Obama anunció la nueva política del gobierno norteamericano hacia Cuba, comenzó por admitir el fracaso de más de 50 años de bloqueo, de acciones desestabilizadoras, de apoyo descarado a las aventuras de los opositores al régimen de la isla, de intentos de magnicidio de los líderes de la revolución y de invasiones como Playa Girón. Asumió el error en el cual, según él, incurrieron sus predecesores -diez presidentes que perseveraron en esa línea equivocada, incluyéndolo a él en su primer mandato-, y señaló que ahora adelantaría un manejo distinto de los diferendos de EE UU con naciones de la región. El gesto fue saludado como demostración de coraje ante la ultraderecha y el recalcitrante lobby cubano de Miami. Como señal positiva de reconocimiento a los cambios que se operan en esta parte del mundo donde los procesos democráticos, con amplia proyección social, son la característica.2.- ¿Pero qué bullía en la mente del gobernante norteamericano, en su entorno, en los laboratorios donde se planifica la política exterior de la primera potencia militar del mundo? ¿Se trataba de una política concebida sólo para el caso cubano, insostenible, repudiado unánimemente en todos los foros internacionales, o de una política de signo diferente, de distensión, de diálogo de iguales? ¿Acaso formaba parte de una estrategia cizañera, con el trasfondo de resolver la situación con Cuba, mientras se preparaba la fijación de un nuevo blanco de la misma política, aparentemente cancelada?3.- En otras palabras, cabe preguntar si lo que calificó Obama como fracaso durante más de cinco décadas -la posición ante Cuba- se repetiría, con iguales o peores características, contra Venezuela. Porque nadie puede pensar que la agresión brutal del decreto ejecutivo de 9 de marzo de 2015 de Obama -basado en ley aprobada por el Senado de EE UU, en diciembre de 2014-, es producto de una reacción circunstancial, o de un error, como lo definen algunos analistas; o es parte de un plan para repetir contra nuestro país la misma política que se ejecutó contra Cuba. El accionar de EE UU contra Venezuela es de larga data. Comenzó en el momento que Hugo Chávez accedió a la presidencia en 1999 y tuvo inequívocas manifestaciones de vesania en el golpe del 11 de abril de 2002, cuando fue evidente la injerencia del presidente George W. Bush y de la Misión Militar de EE UU en Fuerte Tiuna. Ahora pensarán los estrategas gringos que con la hoja de parra de la reformulación de la relación con Cuba, Washington puede optar por arremeter contra Venezuela creyendo que las condiciones lo permiten.4.- No obstante, esta política tiene fallas en el cálculo de sus posibilidades. Una, muy importante, proviene del hecho de que Cuba no cede en sus principios. Para aquellos que creyeron -en los cenáculos del poder norteamericano y de sus amigos regionales- que el gobierno cubano traficaría con el nuevo trato de la potencia imperial, deben estar sorprendidos con la dignidad con que reaccionaron los cubanos: plena solidaridad con el proceso bolivariano y clara advertencia de que lo esencial de la nueva situación es el cese del bloqueo (Raúl Castro dixit). Otra, la reacción de Venezuela, de Maduro, firme y audaz; del pueblo y el chavismo, unitaria y coherente; y de la comunidad internacional. En este frente no hay fisuras, solo matices explicables en el apoyo a la causa venezolana. Y, sobre todo, una reacción de estupor ante el atrevimiento de Obama (El Supremo), plasmada en la calificación de Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los EE UU”. Agresión real que se extiende a cualquier otra nación. Aun cuando, por ahora, lo de Obama es “Cuba, sí; Venezuela, no”.
“Cuba, sí; Venezuela, no”
“El Espejo”
Por José Vicente Rangel
Últimas Noticias
0 comentários: