Ha transcurrido medio año y todavía México y el mundo desconoce el paradero de aquellos 42 estudiantes de la escuela Normal Rural de la población Ayotzinapa en el estado Guerrero, por lo que sigue surgiendo la misma pregunta ¿Dónde están?.
A lo largo de este período, el caso ha generado indignación, reclamos, críticas hacia las autoridades, detenciones de grupos hamponiles y funcionarios públicos. Ha sido un tema de tanta controversia que ha captado la atención de la comunidad internacional como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la (OEA). Lea aquí: CIDH urge al Gobierno mexicano a seguir investigando caso Ayotzinapa Pero, ¿cómo ocurrió este hecho?
En horas de la noche de aquel 26 de septiembre de 2014, decenas de estudiantes de la escuela normalista iniciaron una manifestación en contra del Gobierno local, policías municipales repelieron la acción disparándoles, el saldo fue: seis personas muertas, al menos 25 heridos y 43 estudiantes desaparecidos.
La policía municipal se encargó de detenerlos y los trasladaron a la población de Pueblo Viejo donde fueron entregados al grupo criminal “Guerreros Unidos”, quienes luego de ser detenidos en noviembre pasado, declararon ante las autoridades haber asesinado a los 43 estudiantes, tras lo cual sus cuerpos fueron calcinados en el basurero municipal de Cocula y sus restos lanzados al río San Juan.
La versión de "Guerreros Unidos" fue aceptada por la Procuraduría General de la República (PGR), pero en diciembre pasado fue rechazada por científicos de dos universidades de ese país, que consideraron imposible que se hayan reducido a cenizas 43 cuerpos en el basurero de Cocula. En el sitio solo se identificaron los restos de uno de los normalistas: Alexander Mora.
El pasado 20 de enero, expertos del laboratorio de Austria no lograron identificar los otros 42 estudiantes mexicanos mediante el análisis de ADN de restos hallados en Cocula. #YaMeCansé El hashtag, que se volvió viral en redes sociales, empezó de forma espontánea después de que el procurador general de México, Jesús Murillo Karam, dijera la frase el 7 de noviembre al final de una rueda de prensa donde relataba el supuesto asesinato de los 43 normalistas de Ayotzinapa en el estado de Guerrero.
A lo largo de este período, el caso ha generado indignación, reclamos, críticas hacia las autoridades, detenciones de grupos hamponiles y funcionarios públicos. Ha sido un tema de tanta controversia que ha captado la atención de la comunidad internacional como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la (OEA). Lea aquí: CIDH urge al Gobierno mexicano a seguir investigando caso Ayotzinapa Pero, ¿cómo ocurrió este hecho?
En horas de la noche de aquel 26 de septiembre de 2014, decenas de estudiantes de la escuela normalista iniciaron una manifestación en contra del Gobierno local, policías municipales repelieron la acción disparándoles, el saldo fue: seis personas muertas, al menos 25 heridos y 43 estudiantes desaparecidos.
La policía municipal se encargó de detenerlos y los trasladaron a la población de Pueblo Viejo donde fueron entregados al grupo criminal “Guerreros Unidos”, quienes luego de ser detenidos en noviembre pasado, declararon ante las autoridades haber asesinado a los 43 estudiantes, tras lo cual sus cuerpos fueron calcinados en el basurero municipal de Cocula y sus restos lanzados al río San Juan.
La versión de "Guerreros Unidos" fue aceptada por la Procuraduría General de la República (PGR), pero en diciembre pasado fue rechazada por científicos de dos universidades de ese país, que consideraron imposible que se hayan reducido a cenizas 43 cuerpos en el basurero de Cocula. En el sitio solo se identificaron los restos de uno de los normalistas: Alexander Mora.
El pasado 20 de enero, expertos del laboratorio de Austria no lograron identificar los otros 42 estudiantes mexicanos mediante el análisis de ADN de restos hallados en Cocula. #YaMeCansé El hashtag, que se volvió viral en redes sociales, empezó de forma espontánea después de que el procurador general de México, Jesús Murillo Karam, dijera la frase el 7 de noviembre al final de una rueda de prensa donde relataba el supuesto asesinato de los 43 normalistas de Ayotzinapa en el estado de Guerrero.
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