Gloria tiene 65 años, a los 11 comenzó a viajar seguido desde Valentín Alsina hasta el barrio de Boedo, en Buenos Aires, porque ahí estaba el Gran Cine Cuyo que tenía “en cartelera las películas nuevas”.
Frente al templo evangélico que hoy se erige en el ex cine, la mujer paseaba incansable una hoja en la que invitaba a cada transeúnte a anotar su nombre para adherir a la consigna “recuperemos el cine del barrio”. La actividad fue organizada por el colectivo de espacios culturales y vecinos que integran Boedo por el Cine Cuyo.
“Acá todos los vecinos quieren que se recupere el cine”, explicó Gloria a este diario. “A menos que sean evangélicos, porque ellos ahora están alquilándole a los dueños el lugar que era del Cuyo”, continuó. La sala, que sigue teniendo la misma estructura que cuando cerró hace 24 años pero ahora está escrita en el frente con el nombre Iglesia Visión de Futuro, era un lugar “muy querido por todos y de encuentro”, explicó Gloria. La mujer vive “a la vuelta” y cada vez que pasa por la iglesia piensa que “es terrible tener que ir al centro para ver una película”.
Según contó a Página/12 Marcos Fernández, integrante del Centro Cultural el Surco-Seamos Libres, “el Cuyo abrió en el año 45 y cerró en el 92”. Desde entonces, hubo varios intentos por reabrir este lugar pero, según consideró, “recién ahora contamos con las condiciones objetivas, como un Estado nacional que facilita estos espacios y un buen diálogo con los dueños del lugar para empezar a pensar en comprarlo”. Actualmente, el espacio físico donde antes estaba el cine es alquilado por un grupo “que tiene perfectamente conservado el salón, pero no se usa como cine sino como iglesia”, explicó Fernández.
Según Mauro Vázquez, referente del Centro Cultural La Minga, que también integra el colectivo por la recuperación del cine barrial, el principal deseo que tienen desde este espacio es “que se logre armar un Gaumont en Boedo. Un lugar que tenga precios accesibles, que sea de calidad y administrado por un Estado nacional que fomenta la producción nacional y la cultura” y no uno que se ponga en “contra de todas estas cuestiones como es el caso del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires”.
Fue por eso que ayer a la tarde el colectivo organizó la proyección al aire libre, en la vereda del ex cine, del film El maquinista, de Buster Keaton, que fue musicalizado en vivo por una orquesta encabezada por Fernando Kabusacki. Numerosos vecinos se detuvieron a ver la proyección y manifestar su apoyo a la recuperación de Boedo “como barrio de cines”.
Entre ellos se hizo presente Luis Cruz, un crítico de cine que debe su “afición por el séptimo arte a la cantidad de salas que había en Boedo, y al Cuyo en particular”. Según recuerda Cruz, con dos o tres monedas que le daba su madre, “iba a las proyecciones” en las que miraba “estrenos, porque ésta era una sala de estrenos”.
Luis destacó que “el Incaa está incentivando mucho la producción local”, pero “no dan abasto las salas de proyecciones”, por eso es importante “recuperar estos lugares para estrenar cine nacional”. Además, para el crítico, “Cuyo era un lugar de esparcimiento y de encuentro en el barrio. Se llenaba de gente, comías algo y después te ibas a ver la película… todo eso ahora lo tenés que hacer en el centro”, reflexionó.
En la proyección se hicieron presentes el subsecretario de la Presidencia Gustavo López, la diputada nacional del FpV Liliana Mazure, el legislador Pablo Ferreyra y representantes del Ministerio de Cultura de Argentina.
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