YVKE Mundial/ Alberto Aranguibel
Pero ganó las elecciones y solo eso bastó para que
de ahí en adelante todos los candidatos de la derecha ofrezcan en cada
elección el cambio como panacea para alcanzar el bienestar y el progreso a que la gente aspira.
Ninguno presenta jamás planes o programas de gobierno consistentes que expliquen cómo pretenden convertir en realidad esa idílica promesa.
Y todos, como Caldera, fracasan cuando llegan al poder,
fundamentalmente porque el cambio no es una cosa que se decrete y listo.Ejemplo de ello fue la frustración de los electores que votaron por María Machado para elegirla diputada a la Asamblea Nacional en 2010. Su campaña fue un derroche dispendioso de propaganda en la que ofrecía textualmente que si era electa diputada se acabarían la inseguridad, la corrupción y el hambre. El cambio pleno, pues.
Al final, su paso por el Parlamento fue el más gris e improductivo de todos aquellos que desde la derecha hicieron ofertas igual de engañosas.
Hoy la frustración de los que votaron el 6-D por la fórmula opositora, es probablemente el sentimiento que más crece entre los venezolanos. La convicción de haber perdido su voto es tan profunda que ya hay importantes trabajos de investigación de opinión que están reflejando un descontento de esas bases opositoras contra su propio liderazgo, que con toda seguridad rebasará de un momento a otro la propia capacidad de reacción de esa derecha farsante, habituada a mentirle a sus electores por su solo afán de alcanzar el poder a como dé lugar.
Ahora, cuando esa inmensa cantidad de compatriotas a los que se les ofreció el cambio, y que hoy ya expresan con contundencia su frustración por la estafa de que están siendo víctimas, voltee a ver el esfuerzo auténtico que en función de los venezolanos lleva a cabo la revolución bolivariana, las aguas volverán a su cauce y la euforia opositora será solo un mal recuerdo.
@SoyAranguibel