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Venezuela. General Kelly: No basta rezar

POR CARLOS AZNÁREZ/ Resumen Latinoamericano / 31 de octubre 2015.- No hay un día en que las usinas del poder internacional no ataquen a la Revolución Bolivariana. Si no son las constantes mentiras urdidas por las corporaciones mediáticas que muchas veces llegan a inventar realidades a su conveniencia, para de esta manera intentar intoxicar a lectores, escuchas o televidentes, otras veces se produce la intervención directa de los funcionarios de Washington para inyectar cizaña en contra del gobierno del Presidente Nicolás Maduro.
Sin dudas, frente a una oposición que no sabe cómo vencer en las urnas, que no tiene propuestas ni liderazgos, siempre es más cómodo que la “doctrina desestabilizadora” venga del exterior para “iluminar” el camino. Se pudo ver esto de manera transparente cuando el dúo de “viudas” del golpismo integrada por las esposas del ex alcalde Ledezma y del ultra Leopoldo López consiguieron el acompañamiento del número 1 del Terrorismo estatal español Felipe González y se dedicaron a generar en varios países la matriz de opinión de que “Venezuela sufre una atroz dictadura”. Sin embargo, como suele ocurrirles en cada una de sus embestidas, fracasaron. Felipe tuvo que meter violín en bolsa y dedicarse a contestar las acusaciones de corrupción y otras acciones delictivas que produjo en su propio país, antes que preocuparse tanto por ilusorias “violaciones de los derechos humanos” en Venezuela.

Ahora le tocó el turno al general estadounidense John Kelly, jefe del Comando Sur y uno de los nuevos halcones de la política exterior de Barack Obama, quien muy suelto de cuerpo dice estar “preocupado” por la situación económica venezolana y habla de “crisis humanitaria” que estarían padeciendo sectores muy amplios de la población. De esta manera, Kelly deja abierta la puerta a una posible intervención militar en aras de “ayudar humanitariamente” a quienes no se lo han solicitado. Kelly apuesta a que la situación es tan “grave” que podría producirse una “implosión”, y que llegado ese momento, Washington intervendría prestamente.
Más allá de este injerencismo nada solapado, vale la pena señalar que cuando el Pentágono inicia una escalada hacia quien considera sus enemigos, y vaya si Venezuela lo es por todo lo que significa a nivel revolucionario para el continente latinoamericano, utiliza diversas tácticas que van desde el hostigamiento económico hasta la aproximación indirecta en términos militares. La primera fase, destinada a producir una crisis de desgaste interno, receta ya probada en el Chile de Salvador Allende, viene ejecutándose en Venezuela con intensidad desde hace varios años, acentuando la guerra económica, produciendo desabastecimiento con la complicidad de agentes locales de la oposición, y también con el concurso de gobiernos vecinos, como es el caso de Colombia y Guyana. Todos esos pasos ya han sido recorridos, pero la firme conducción del Presidente Maduro y la abierta y decidida estrategia de autodefensa planteada por el pueblo venezolano han impedido el “colapso” tan anunciado por los “generales” del terrorismo mediático.
De allí, que ahora el Imperio necesite que directamente intervenga el general Kelly, una figura de notorios antecedentes guerreristas en Irak, donde ejerció como comandante de los marines en la etapa que el poderío criminal norteamericano descargó toda su fuerza sobre la población, generando centros de detención como el de Abu Graib donde se torturaba y asesinaba a ciudadanos iraquíes que se oponían a la intervención.
En lo que hace a los recientes dichos de Kelly, estos apuntan no sólo a hablar amenazadoramente del proceso bolivariano sino a cumplir estrictamente con lo sugerido por las “Indicaciones Estratégicas” explicitadas por Obama en el documento “Mantenimiento de la superioridad Global: Prioridad para la Defensa en el Siglo XXI”, donde se establecen los principios que regirán el accionar en el ámbito geopolítico y militar en cada uno de los países del mundo donde les toque intervenir.
En el marco de esas iniciativas quedan abiertas las puertas para que el Comando Sur pueda intervenir en caso de “desastres naturales” o “intervenciones humanitarias” de mayor alcance para ayudar a países que sufren hambrunas u otras variantes derivadas de graves crisis económicas. Ejemplo: la descarada presencia de marines norteamericanos y tropas de la ONU en Haití, tan repudiadas por su población. O la infinidad de “misiones cívico-militares” eyectadas por el Comando Sur en Perú, Honduras, Paraguay, Guatemala y otros países, con la excusa de “ayudar” a quienes no se los han solicitado.
Hacia allí precisamente apunta Kelly en estos días, aprovechando el mandato que explícitamente le dan sectores de una oposición que tarde o temprano será juzgada por traición a la Patria por su conducta cipayesca. Primero son artífices de la guerra económica, enseguida generan una campaña de denuncia “internacional” y luego directamente piden la intervención “salvadora” de sus padrinos de Washington. Con ello intentan cerrar el círculo que el poder político-económico y militar norteamericano tiene pautado para un país al que quiere despojar de sus riquezas petrolíferas.
Sin embargo, todas estas maniobras siguen chocando con algo que en la cabeza de los estrategas norteamericanos perfora su escaso entendimiento. El pueblo venezolano, como sus vecinos cubanos, no están dispuestos a retornar al pasado. Las hombres y mujeres bolivarianas han puesto en todos estos años mucho esfuerzo e incluso sangre para ir construyendo, primero de la mano del Comandante Hugo Chávez y ahora bajo la conducción de Nicolás Maduro, un edificio revolucionario sólido, provisto de ideología anticapitalista y antiimperialista. Pero además, por si sus enemigos lo intentan de una manera más violenta, también a lo largo y ancho del territorio hay armas suficientes, tanto en manos de las Fuerzas Armadas Bolivarianas como en las de las milicias populares, como para defenderse de los Kelly, los Kerry y los lacayos internos. Como bien se dice en cada acto o se grita en cada calle: a Venezuela se la respeta, si es por las buenas mucho mejor, y si no será por las malas, pero no pasarán.

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