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La tortuga verde es una protagonista de película

Correo del Orinoco
Las tortugas marinas podrían ser las protagonistas de un bolero que les cante a los largos viajes, retornos y despechos.
Pero el amor que Marco García -estudiante de posgrado del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y profesional adscrito al Laboratorio de Ecología y Genética de Poblaciones- siente por estos animales, sumado al de otros dos biólogos apasionados por la naturaleza (Verónica de los Llanos y Héctor Barrios), convirtió a las tortugas verdes en protagonistas de película. Verde salvaje es un filme en el que las estrellas no son la carne, el sexo y el crimen, sino la Chelonia mydas, animales en peligro de extinción. Aquí no se ven carros que chocan, asesinos que se matan cada vez con más sangre fría ni grandes tragedias, sino la vida de una especie que vive en el mar y que necesita salir del agua para respirar.
García comenzó a apasionarse por las tortugas cuando cursaba el tercer semestre de la carrera de Biología de la Universidad Central de Venezuela y supo que dictarían un curso sobre conservación de tortugas marinas en la isla de Margaritacon la profesora Hedelvy Guada, experta en tortugas, conservacionista y maestra de generaciones de investigadores en el área. “Hice el curso de una semana, y al terminar me dije: ‘esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida’. Ya desde pequeñito sabía que quería hacer algo relacionado con la ciencia y con algo marino, en mi bachillerato estuve muy interesado en la biología marina. Con las tortugas fue una pasión inmediata”, confía.
PREGUNTAS, PREGUNTAS
Estos animales no solo son “muy nobles”, sino que “tienen un ciclo de vida muy complejo” y además “no se meten con nadie, son tranquilos, no son agresivos”. Tienen, además, un gran carisma, indica García, y sobre ellas hay “muchos misterios”.
La hembra “llega a la playa, en un momento determinado del año, a depositar sus huevos. Elige el sitio, coloca su nido y se va al mar a seguir su ciclo de vida. A los 45 o 60 días los huevos eclosionan y los tortuguillos se van al mar orientados por la luz natural”, describe el científico. Ellos crecen, se desarrollan; al ser adultos se van hacia sus lugares de reproducción. Pero “aún se desconoce bien dónde están” en los primeros años de vida; tanto, que ese tiempo se llama “el año perdido”. Cuando ellas salen del nido “entran en el frenesí del torguillo: aletean y aletean sin parar por 48 horas; evolutivamente quizá sea la manera de salir lo más rápido posible de la zona peligrosa” donde sus depredadores se la pueden comer.
“Las estadísticas dicen que de cada 10 mil tortuguillos que salen al mar solo uno llega a la edad adulta” y a tener capacidad de reproducción, acota García. Mas todavía falta mucho por saber lo que ocurre desde que nacen hasta que “aparecen en los lugares de alimentación con una talla más grande”, que es un lapso de cinco o seis años.
Cuesta creer que un animal regrese siempre al lugar donde nació para desovar. “Pienso que eso viene de la historia natural de las tortugas. Son animales que tienen 200 millones de años” en el planeta. Evalúan que es “una explicación evolutiva: llegan a la playa en la que saben que su descendencia puede tener éxito”.
Cuando el tortuguillo sale del nido “va caminando, pone la cara en la arena, y hay una teoría que dice que está fijando las características de la playa para regresar cuando sea adulto”. Otra teoría plantea que “identifican a los miembros de su misma población, y los siguen” hasta llegar a las playas de anidación, explica el investigador.

HISTORIA DE LA HISTORIA
García cuenta que comenzó a visitar Isla de Aves -como estudiante del doctorado de ecología del IVIC- en el año 2008, lugar de anidación muy importante en Venezuela y en el caribe. “Es la segunda población más importante del Caribe. La primera es Tortuguero, en Costa Rica, con unas 15 mil tortugas. A Isla de Aves llegan unas 700 y 800 tortugas al año”, refiere.
En ese refugio de fauna, coordinado por la Armada y por el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente, es posible ver a estos animales en todo su esplendor. “El agua es completamente cristalina, transparente, y cuando te sumerges con la careta puedes ver 200 o 300 tortugas apareándose al mismo tiempo. Eso no ocurre en otro lugar del Caribe, o si ocurre, no lo puedes ver” porque el agua no es clarita.
Al ver esto, García pensó que debía ser documentado, pero “no tenía ni una camarita”. Otra bióloga, Verónica de los Llanos, quien ha trabajado en Los Roques, se comprometió a buscar los fondos, “se alió con Belén Orsini” y pensó “mucho más grande”, porque se planteó documentar todos los esfuerzos que se hacen con la especie en Venezuela. Y un tercer biológo, Héctor Barrios, profesor de la Universidad del Zulia, con trabajo en el Golfo de Venezuela, también sumó su esfuerzo. Esta zona es de gran importancia para la alimentación de las tortugas marinas, destaca García.
De los Llanos “buscó financiamiento con el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), y con Belén escribió un guión. Luego nos llamaron, nos invitaron a participar, dijimos que sí todos” y se logró el documental. “Se encargaron de hacer un hilo conductor para mostrar desde el nacimiento de la tortuga” y enseñar su ciclo vital en 90 minutos.
El documental fue dirigido por Belén Orsini, patrocinado por el CNAC producido junto a Morocota Films, Xenon Films y Antoni Films. El apneísta venezolano Carlos Coste apoyó a los biólogos a capturar a los machos, y también lo hizo el científico holandés, Robert Van Dam, especialista en el uso de trasmisores satelitales.
El material se grabó en el año 2012, con siete semanas seguidas de esfuerzo en Isla de Aves, Los Roques y el Golfo de Venezuela. “Queríamos mostrar de manera sencilla los esfuerzos de conservación que se hacen en Venezuela con la tortuga verde”, detalla. También, “sensibilizar a la gente, mediante imágenes bellísimas, sobre lo importantes que son las tortugas marinas” y mostrar “las amenazas que ellas tienen”.
La cinta ha sido exhibida en los cines nacionales. “Verde salvaje es el primer documental que llega a las salas del cine nacional, gracias al apoyo del CNAC y la ley de cinematografía”, reivindica. “Cines Unidos dio dos semanas de prueba” para la cinta. García dice que ha recibido comentarios positivos: “La gente sale encantada, dice que hay que hacer más cosas así en Venezuela”. El científico espera que sea mostrada por más tiempo en Caracas, y que pueda tener un buen espacio en el interior del país.

FRENTE A FRENTE EN EL CINE
¿Por qué ver Verde salvaje? “Un componente importante en la educación de un niño es sembrarle amor por la naturaleza, amor por los animales. Sería una buena oportunidad de seguir impulsando esos valores en los niños”, sentencia. García refiere el cambio logrado, por ejemplo, en comunidades wayúu, gracias al trabajo adelantado por Barrios en cuanto a la concienciación sobre los riesgos que afronta esta especie.
Quien entre al cine para ver Verde salvaje se va a encontrar con mar, paisajes hermosos y escenas “que no se ven en ningún otro lugar en el mundo”, como el apareamiento y la pelea entre los machos. Hay cosas que solo se ven “en Isla de Aves” o en Los Roques, asegura, pero se guarda buena parte de los secretos para que el público vea la cinta.
Se siente afortunado porque “están mostrando el trabajo que nosotros hacemos”, y se logró mostrarlo “al público”. En Venezuela “hay muchas personas que trabajan con tortugas marinas, que no salen en el documental, pero que tienen muchísima tradición de trabajo con tortugas marinas, como Hedelvy Guada y Pedro Vernet”.










ESTUDIOS
El trabajo de García en el IVIC tiene tres componentes: uno, demográfico; otro, genético, para saber “cómo eran las conexiones de las tortugas que se reproducen en Isla de Aves y cuál es su relación con las demás poblaciones del Caribe”; y un tercero, ecológico, dirigido “a entender las interacciones” entre organismos que pueden vivir sobre las tortugas (epibiontes) y una enfermedad llamada fibropapiloma que puede ser mortal para los quelonios.
Con el fibropapiloma al animal le crecen tumores cerca de la boca o los ojos que les impiden alimentarse o ver bien. Con sus estudios, García encontró que en Isla de Aves está el parásito, pero no el virus que causa la afeccion.
Este biológo ha dedicado su vida a las tortugas, pero no solo a la verde. “He trabajado con la tortuga carey; en 1998 hicimos una pasantía en Puerto Rico para aprender las técnicas de captura en el agua”, relata. Su tesis de pregrado la hizo en la costa nororiental de Miranda, donde hay playas en las que anidan cuatro de las cinco especies presentes en Venezuela.
García manifiesta que, para adelantar su trabajo, se ha visto beneficiado “por financiamiento gubernamental y financiamiento no gubernamental. Si no hubiese tenido alguno de los dos no podría hacer hecho nada”.
Aun cuando “el Gobierno apoya la investigación, y algunas personas pueden pensar que un poco más que antes”, la base del desarrollo “es la ciencia”, y por eso “hace falta más apoyo del que hay”. Insiste en este punto: “Habría que aumentar la inversión en ciencia; hay que invertir mucho más, no solo en lo monetario, sino en la facilitación de los trámites burocráticos”.
García ratifica que ha sido muy afortunado, también, para la tramitación de autorizaciones, pero “casi todos mis compañeros han pasado muchísimo tiempo esperando por un permiso”, y aunque “la Oficina Nacional de Diversidad Biológica tiene su mejor intención de ayudar”, es importante que se faciliten los procesos, remarca.
TEMAS PENDIENTES
Apasionado por las tortugas marinas, García considera que, pese a haberse logrado 20 o 30 años de investigación continua con estos animales en el país, “hace falta enfocarse en los trabajos en el agua”. El Golfo de Venezuela “es un lugar muy importante de alimentación por su extensión”, mas no es el único. “Hay otros que quizá son más importantes que el Golfo, como Mochima y el Archipiélago de Los Roques”.
Recalca que en Venezuela se deben “generar proyectos de investigación para responder preguntas” que ayuden al conocimiento general “de las tortugas marinas en el mundo”. Estos animales “no conocen de fronteras”, puntualiza. “Las tortugas que anidan en Isla de Aves han sido encontradas en Nicaragua, Panamá, Cuba”, lo que quiere decir que se dispersan por el Caribe y que “por que más que hagamos un esfuerzo en Isla de Aves, no estamos haciendo nada en otros lugares si no las protegen”.
De cada 100 tortugas que anidan en Isla de Aves “83 viven, y ese es un número menor que el que esperábamos”, precisa. La respuesta a la mortalidad “no está en Isla de Aves, que es una zona protegida, sino en otro lado que no sabemos. Eso es lo que vamos a investigar”. Mientras tanto, las viajeras seguirán con su vida digna de un bolero.
BUSCAN APOYO PARA MÁS FILMES
Tal como lo anticipa Marco García, la idea de la bióloga Verónica de los Llanos es hacer películas sobre las tortugas marinas en Venezuela, así como una serie para televisión con científicas y científicos que trabajan con otros animales.
Cita el caso de un investigador que se ha dedicado a los tiburones, que “los levanta, los mide, los pesa”, que sería interesante mostrar. También, el de otros “cerebros” que laboran con jaguares “en diferentes partes de Venezuela”: colocan algo parecido a un cierre mágico en los árboles para que el felino se frote y deje los pelos, los que serán estudiados posteriormente. Algo digno de ser visto.
El CNAC “quedó bien contento” con Verde salvaje, señaló García, por lo que espera que se abran nuevas puertas para seguir documentando la fauna venezolana.
RESPUESTAS EN EL MAR
Marco García viajará en pocos días a Estados Unidos para continuar sus estudios sobre tortugas marinas; lo hará en el Archie Carr Center por Sea Turtle Research, de la Universidad de Florida, con la investigadora Karen Bjorndal. Se plantea un proyecto a tres años, que espera completar en Venezuela.
“En Isla de Aves las tortugas se van, y a veces llegan cada año, cada dos años, cada tres años. Son grupos de tortugas. Una de las preguntas que queremos responder es si las que vienen cada año se alimentan en zonas cercanas a Isla de Aves. Queremos ver por qué usan un hábitat más cercano o más lejano para alimentarse”, explica el investigador del IVIC. Este trabajo se complementa con el seguimiento satelital, como ya lo han hecho con algunos machos.
“Hay muchísimas preguntas todavía por responder en Isla de Aves”, admite; tres estudiantes desarrollarán su proyecto de grado en la zona. “Ahora es que falta trabajar”, asevera.
¿SABÍA USTED QUE?
¿Las tortugas marinas no tienen la capacidad de introducir la cabeza dentro del caparazón?
¿En vez de tener patas tienen aletas?
¿Aunque son grandes nadan muy rápido?
¿Sus principales depredadores son los seres humanos?

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