Foto: Archivo.
YVKE Mundial
El periodista Pedro Cuartilla, salió en su viejo Malibú y tomó rumbo hacia Juangriego y pasando por Santa Ana, observó el reconstruido templo de Santa Ana, donde se fundó la Tercera República, el 6 de mayo de 1816, con el Libertador Simón Bolívar al frente, y pensó: “Gracias a este gobierno revolucionario que se reparó esta iglesia y así se le rinde tributo al hijo ilustre de Caracas; porque de lo contrario, la cuarta República no lo habría hecho; es más, lo prometió hacerlo y la dejó abandonada”.
El reportero siguió su camino y al llegar al parque Bicentenario, en Juangriego, al ver la gran cantidad de casas alrededor de este, meditó: “Quién iba a creer que en esta soleada y abandonada salina, pudieran hacer este parque y al lado ese gran número de viviendas dignas para el pueblo. Esta obra de la revolución hay que reconocerla y aplaudirla y el que no lo haga es un simple mezquino”.
Antes de bajarse del automóvil y caminar un poco por los alrededores, oyó por su emisora predilectaMundial Margarita (1020am y 92.9fm), una referencia del 27 de febrero de 1989, y los recuerdos se le vinieron en tropel y optó por sentarse en un banco y recordar aquellos acontecimientos negros y terribles para la Patria.
Las imágenes sombrías y escalofriantes del hecho le recorrían la mente. Ahí estaba un gobierno sanguinario, asesino e impío masacrando un pueblo que tenía hambre y que estaba defendiendo sus derechos. Sin embargo, en nombre de una supuesta democracia, se ordenaba a disparar a mansalva contra una población inocente e indefensa. La gente corría de un lado a otro, buscando auxilio y entre todos se socorrían. Aquello era un espectáculo horrendo nunca visto en la historia republicana del País.
Y luego vino lo peor. Después de los días 27 y 28, vino el toque de queda y la suspensión de garantía y mataban a cualquiera que saliera a la calle, para seguir aumentando los muertos, que muchos de ellos fueron transportados en camiones y enterrados en la fosa común de La Peste…
Pedro Cuartilla, se sacudió la cabeza, se alejó un poco de los recuerdos y se paró para irse, pero antes, pensó: “Y todavía hay gente que quiere que estos señores vuelvan a gobernar este país”.
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