1. El planificado genocidio contra el pueblo Palestino.
Palestina ha logrado captar la atención y solidaridad del mundo entero por su coraje y valentía al enfrentar gallardamente el salvaje, desproporcionado y criminal ataque militar del forajido Estado de Israel, sobre la sitiada Franja de Gaza. Por aire, mar y tierra las letales fuerzas militares israelíes han desatado su furia contra el indefenso pueblo Palestino. El resultado de la “limpieza étnica” es de miles de muertos y heridos, más de 10.000 casas totalmente destruidas, docenas de escuelas y hospitales bombardeados con tal precisión quirúrgica, que no quedan dudas de que el sionismo persigue el exterminio total del pueblo Palestino.
El odio Israelí va más allá de los límites de la condición humana, por eso la calculada destrucción de escuelas y hospitales. Aquí no hay nada de la verborrea de que si es daño colateral, como siempre se escudan los descarados gringos, cuando sus bombas inteligentes caen sobre familias indefensas. Los israelíes se han propuesto, como objetivo militar y político, la destrucción de escuelas y hospitales, porque saben que allí van a aprender y curarse los niños palestinos. Estos son sitios de esperanza, de fe, de la añoranza por un futuro mejor. Por lo que la maldad sionista las ha puesto dentro de sus objetivos militares. Qué pánico le tienen a un pizarrón, a unos libros y a unos pupitres. Será porque nunca, en 67 años de colonización, han podido doblegar la conciencia e identidad del milenario pueblo Palestino. Que heroico y grande es este pueblo!!!
Para los que recién se enteran de los horrores del sionismo israelí contra el pueblo Palestino, vale recordar que son 67 años de despojo territorial, de impunes y sangrientos asesinatos selectivos, individuales o colectivos. El forajido Estado Israelí decidió “sacrificar” al pueblo palestino, por eso ha convertido a la Franja de Gaza y Cisjordania en sus “campos de exterminio”, allí ensaya con total impunidad todos los oprobios, vejaciones y humillaciones que pueda concebir la maldad humana. Israel aplica cotidianamente al pueblo palestino, la violación sistemática de sus derechos humanos, los más fundamentales para la vida, coartando su libre tránsito, el derecho al trabajo, a la alimentación, a la salud, a la educación, a la identidad. Al ser una fuerza de ocupación, un Estado colonizador, Israel controla a su antojo el suministro de agua potable, electricidad, combustible, el acceso al mar (de seguro si pudieran controlar el aire, ya lo habrían hecho). Confisca bienes de manera arbitraria y mantiene en cárceles israelíes a más de 10.000 presos palestinos, sin juicio ni legalidad alguna.
Desde 1.947, el “Plan de Partición” de Palestina de las Naciones Unidas, impulsó la creación de un Estado árabe y otro judío, así como el control compartido de sitios sagrados, como Jerusalén. Muy a pesar de que a los árabes nunca les consultaron de este despojo (pequeño detalle), han pasado 67 años y no se ha cumplido con la creación del Estado Palestino, principalmente, por el recurrente veto y oposición de Estado Unidos.
No podemos olvidar tampoco, que en esta catástrofe están metidos de lleno los halcones norteamericanos y el lobby sionista. Los dólares de los bolsillos de los contribuyentes norteamericanos pagan las mortíferas armas con las que el Estado de Israel ejecuta su plan de exterminio contra el Pueblo Palestino. La “asistencia” militar norteamericana supera los 3.000 millones de dólares al año, con el fin de crearle una “Ventaja Militar Cualitativa” a Israel. Gracias a los norteamericanos, Israel ha convertido a su ejército en el más sofisticado del mundo. Aviones, barcos, misiles, bombas, tecnología de última generación, hasta armas nucleares tiene el sionismo a su disposición.
Toda una lógica de muerte, especialmente diseñada para exterminar certeramente a cientos de niños palestinos. Que no espere felicitaciones el “glorioso” ejército sionista israelí. Los líderes israelíes son asesinos, que merecen el repudio internacional y que sus crímenes de lesa humanidad sean juzgados ante tribunales internacionales. Clamando por el repudio de la comunidad internacional ante la masacre israelí contra el pueblo palestino, Roy Chaderton nos dejó la siguiente reflexión: “más temprano que tarde nuestros propios hermanos judíos torcerán el brazo de los asesinos que hoy matan en su nombre”. La justicia prevalecerá.
2. Los ataques israelíes y su certera puntería contra la ONU.
Ni la Organización de las Naciones Unidas se salva de la sed de sangre del sionismo israelí. Su odio hacia los palestinos los ha llevado a degradar su condición humana a límites despreciables y dantescos. Una carnicería es lo que ha logrado en su más reciente ofensiva. Porque para ellos esta masacre es solo eso, una ofensiva, parte de su “Plan Nacional”, su objetivo superior de exterminar totalmente a los palestinos para despojarlos de su territorio. Por eso los líderes sionistas están imperturbables, en su interior está el gozo por alcanzar el exterminio de su indefenso enemigo. Al interior de Israel han logrado aplastar y ocultar toda disidencia interna; la represión es brutal y contundente minimizando o desalentando cualquier llamado en la opinión pública israelí a la razón, a la ponderación y a la búsqueda de la paz.
En el plano internacional, una vez más se ha mantenido la cobardía y el silencio de muchos países y organismos internaciones (los que se rasgan las vestiduras cuando ocurren “opacidades” en otros lugares). Que conveniente su doble rasero, su rastrero silencio.
La certera maquinaria de muerte israelí se ha afincado específicamente en contra de la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), la cual ha visto bombardeada y destruida, por los “inteligentes” misiles israelíes, 97 instalaciones de la ONU, principalmente hospitales, escuelas y centros de distribución de alimentos. Estos espacios también servían de refugio a casi 250.000 palestinos desplazados.
Una agresión contra la ONU en otra cualquier parte del mundo significaría la inmediata movilización de las potencias mundiales contra los agresores. Sin embargo, en el caso Israelí, prevalece la doble moral occidental y la cobardía de la mayoría de los países del mundo. Estas naciones, con su imperdonable “tolerancia”, solo estimulan y le otorgan un halo de impunidad a Israel para seguir cometiendo masacres y crímenes contra civiles indefensos. Para el sionismo israelí no existen derechos humanos ni respeto a la vida, lo de ellos es limpieza étnica. El Estado de Israel es una vergüenza para la raza humana.
3. La hecatombe Norteamericana en Medio Oriente y África.
El siglo XXI entró lleno de conflictos y disputas, haciendo de buena parte del mundo cantera para la violencia, el odio y la intolerancia. Con su desastrosa visión injerencista y militarista, Estados Unidos está a la cabeza en la generación yazuzamiento de conflictos bélicos en todo el planeta. Destaca el circo que ha montado el imperio norteamericano en Medio Oriente y África, donde todos sus payasos se le alzaron, y ahora, armados hasta los dientes, van por tierra arrasada en una serie de guerras y conflictos étnicos, sectarios, religiosos, territoriales y hasta económicos. Lo hemos dicho, todo lo que toca el imperio norteamericano se rompe, se corrompe, se enajena y pierde su equilibrio y sus formas históricas. Las ambiciones norteamericanas por apropiarse del petróleo y las riquezas de los países donde “desinteresadamente interviene”, no tiene límites. Sus “salvadoras invasiones” solo generan muerte y destrucción. Sus botas y el sonido de sus armas, es la recompensa que reciben los pueblos que “disfrutan” de su estilo de imponer la democracia. Sin respeto por la vida, la justicia, las realidades sociales, culturales, religiosas y políticas de cada país, desatan las furias de los grupos nacionalistas y extremistas, para luego hacerse con el control de estos territorios.
¿Gracias a Estados Unidos estamos más cerca de la paz mundial?, pues no. Nada que ver. Por el contrario, hay tendencias que señalan que está llegando a su fin el poderío económico y político de Estados Unidos, por eso su creciente necesidad de imponerse por la voz de las armas. A su presidente, Premio Nobel de la Paz, no le ha temblado el pulso para ordenar, igual que sus predecesores, el bombardeo y asesinato de pueblos lejanos. Excusas y artimañas siempre crearán o inventarán para justificar sus horrendos crímenes. ¿O no es Estados Unidos el único país del mundo que ha utilizado armas nucleares contra otros seres humanos? Qué peligrosos eran los niños, las mujeres, los ancianos y los civiles de Hiroshima y Nagasaki, cuando cayeron sobre ellos sendas bombas atómicas, matando a más de 220.000 personas indefensas. La doble moral norteamericana es el mayor peligro para la humanidad, para la paz mundial.
Solo hace falta echarle una ojeada al artículo de Adriana Riva (“Un mundo turbulento: las diez guerras que hacen de 2014 un año peligroso”, La Nación, Argentina, 03/08/2014) donde hace una escalofriante relación de conflictos en pleno desarrollo. El común denominador es el hecho de la intervención directa del impero norteamericano en todos los acontecimientos bélicos. Financiando, armando, atacando, destruyendo, complotando o “asesorando”. En todos estos países está la nefasta marca “liberadora” de la intervención norteamericana: Libia, Afganistán, Siria, Palestina, Irak, Malí, Somalia, Sudán del Sur y la República Centroafricana.
Es una tendencia histórica, una maldición, donde Estados Unidos pretende imponer su visión de mundo, su lógica de “democracia occidental”, genera tempestades, crisis mortales y conflictos interminables. Ojalá llegue el día en que el pueblo norteamericano pueda alcanzar su libertad; sí, que tengan la libertad de exigirle a sus gobernantes, una era de paz y de respeto para con el resto de los pueblos del mundo. La era de sangre y muerte, impuesta por los halcones norteamericanos, debe llegar a su fin, para la paz y la tranquilidad del mundo.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan
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