El Papa Francisco (al cual le tengo Ley, ojalá no lo acusen de ñángara) arrancó su primera misa del año 2016 con unas aleccionadoras y contundentes palabras, señalando que “Un río de miseria, alimentado por el pecado, parece contradecir la plenitud de los tiempos realizada por Cristo”. “Y, sin embargo, este río en crecida nada puede contra el océano de misericordia que inunda nuestro mundo. Todos estamos llamados a sumergirnos en este océano, a dejarnos regenerar para vencer la indiferencia que impide la solidaridad y salir de la falsa neutralidad que obstaculiza el compartir”.
El vocablo Miseria proviene del latín y el diccionario de la Real Academia Española lo define claramente como: “Estrechez o pobreza extrema; Desgracia o infortunio”. La miseria es la privación recurrente en las condiciones básicas de existencia, principalmente por la imposibilidad o limitación en el acceso a los servicios esenciales que permiten garantizar una vida digna.
Hablamos de la carencia material de elementos que permiten generar condiciones mínimas de vida. Ellos están claramente definidos por los organismos internacionales y humanitarios como el acceso a la alimentación, vivienda, educación, salud y a servicios básicos fundamentales como el agua potable, las redes de aguas servidas y la electricidad.
Todos estos elementos están estrechamente vinculados a la calidad y condiciones del empleo (niveles de ingresos familiares) al desempleo y al subempleo. Los bajos ingresos imposibilitan a las familias de menores recursos la adquisición de productos básicos y limitan el acceso a servicios esenciales.
Al masificarse las condiciones de miseria se generan altos niveles de exclusión social, segregación (guetos, barrios, zonas periféricas), estigmatización y marginación social. Todos efectos negativos y perniciosos para cualquier sociedad.
En el Capitalismo absolutamente todo tiene precio, hasta los servicios más esenciales. Es el arte de vender al máximo precio posible con el menor costo posible. Por eso para ellos hasta el agua es un negocio, y muy rentable. La salud, la educación y la vida misma tienen tasa, tabuladores, tarifas y honorarios. El “prospero” y pujante Capitalismo (suena a discurso falaz de Primero Justicia) solo permite la entrada a su paraíso a un puñado de privilegiados.
Ellos concentran toda la riqueza del planeta. Una inmensa masa monetaria, el control sobre los alimentos y materias primas, las industrias y todas las innovaciones tecnológicas. Para el resto del mundo solo quedan migajas.
La mayoría de los Estados han sucumbido ante el poder y fuerza de las grandes Corporaciones y sus élites dominantes (petroleras, militares, bancarias). Son ellas las que han impuesto a sangre y fuego las tesis del Neoliberalismo, donde solo impera el Libre Mercado y la Ley del Más Fuerte (Darwinismo neoliberal). En este deshumanizado mundo, los Estados solo ven a los más humildes como una carga, como gasto social. No sienten obligación alguna (moral, ética o legal) de garantizar un mínimo de condiciones para que sus ciudadanos vivan dignamente.
Esta lógica dominante tiene sus consecuencias. Según el informe del Índice de Desarrollo Humano (2014) elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en nuestro planeta viven (o mal viven) unas “1.500 millones de personas que no tienen acceso a saneamiento, agua potable, electricidad, educación básica o al sistema de salud, además de soportar carencias económicas incompatibles con una vida digna”. Entre los países del continente con mayores niveles de miseria y exclusión (sin escolarización, con alta mortalidad infantil, malnutrición y sin acceso a los servicios básicos de electricidad o agua potable) encontramos a Haití, Guyana, Honduras, Guatemala y Surinam. Ni hablar de docenas de países en África y Medio Oriente (azotados además por cruentas guerras).
Haciendo frente contra esta angustiante realidad mundial, se encuentra nuestra Revolución Bolivariana. Venezuela ha creado un punto de quiebre, un referente de lo posible, un ejemplo para toda la humanidad, basado en la lucha implacable por garantizar la inclusión y la justicia social para todos sus ciudadanos. El Comandante Chávez nos guío por el ineludible camino de la solidaridad para defender a los más humildes, a los más pobres.
Por eso el Gobierno Bolivariano creó y consolidó una variada gama de programas y políticas sociales (misiones y grandes misiones) para atender cada variable específica de necesidades del ser humano. La lista de misiones es inmensamente larga y demuestra el espíritu solidario y humanista de la Revolución Bolivariana: Misión Barrio Adentro, Misión Guaicaipuro, Misión Identidad, Misión Cultura, Misión Piar, Misión Robinson, Misión Ribas, Misión Sucre,Misión Milagro, Misión Sonrisa, Misión Ciencia, Misión Negra Hipólita, Gran Misión Agro Venezuela, Misión Amor Mayor, Misión Hijos de Venezuela, Gran Misión Saber y Trabajo, Gran Misión Vivienda Venezuela, Gran Misión A Toda Vida Venezuela, Misión Alma Máter, Misión Barrio Adentro Deportivo, Misión Barrio Nuevo Barrio Tricolor, Misión Eléctrica Venezuela, Misión Jóvenes de la Patria Robert Serra, Misión Madres del Barrio, Misión Negro Primero, Misión Nevado, Misión Transporte, Misión Alimentación, Misión Árbol, Misión Che Guevara, Misión José Gregorio Hernández, Misión Música, Misión Niño Jesús, Misión Niños y Niñas del Barrio, y muchas más.
Con todas estas misiones hemos logrado combatir y frenar los niveles de pobreza y miseria en nuestro país. Las misiones son programas y políticas sociales gratuitas o de bajo costo que cubren a toda la población, sin ningún tipo de exclusión. Es inversión social, ratificando que primero está el ser humano, primero los más humildes.
Gracias a estos resultados hemos mantenido un Nivel Alto en el Índice de Desarrollo Humano, gracias a las condiciones generadas en su conjunto de variables: “vida larga y saludable, conocimientos y nivel de vida digno”. Por estos avances hemos sido reconocidos por diversos organismos internacionales y estamos bien alejados de los niveles de pobreza y miseria de los días oscuros y aciagos de la Cuarta República.
En esta coyuntura que nos toca vivir, se requiere el máximo estudio y comprensión de todas las variables políticas, sociales y económicas intervinientes en nuestra realidad nacional. Nadie debe olvidar nuestros logros y mucho menos olvidar los desmanes y las miserias generadas por la derecha y el capitalismo mundial.
Estamos frente a neofascistas y neoliberales, ahora disfrazados de corderitos del Cambio. Sin embargo, debajo del poncho se les ve el puñal, los colmillos y la piel de lobo.
Nuestra Revolución Bolivariana seguirá adelante. Nos levantaremos de la adversidad. Vamos a mejorar, ampliar y consolidar todas las misiones sociales y las conquistas de nuestro pueblo. Seguiremos en combate permanente contra la miseria, la pobreza y las exclusiones sociales. Nadie nos sacará de la senda de la solidaridad y la justicia social.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan