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Rosita Caldera: “Hay un complot mediático y no estamos haciendo nada”

-Rosita Caldera es una aguerrida y veterana periodista natural de Caripito, estado Monagas. Pionera de la defensa de los derechos de las mujeres en la prensa nacional, forma parte de un gran movimiento de comunicadores sociales que recientemente denunció la existencia de una sistemática conspiración internacional contra el gobierno de Nicolás Maduro, en la que los medios privados son un ariete fundamental. “Hay que tomar posición frente a lo que está pasando, que es un complot, una conjura comunicacional, una concertación delictiva y descarada tanto nacional como internacional en contra de Venezuela”, dice Caldera.


¿Por qué es una conjura?

Porque son acciones premeditadas, preparadas con mucha antelación. No son acciones espontáneas de gente iracunda o indignada por la falta de papel toilet, harina o azúcar. Esa es solo una fachada utilizada para salir a la calle y encubrir sus actos violentos que luego son difundidos en el exterior como si fueran actuaciones represivas de un gobierno dictatorial. Lo que se quiere con esos espectáculos es conmover a la opinión pública internacional que desconoce la verdadera realidad de Venezuela.

¿Qué papel les toca a los periodistas revolucionarios?

La gente sensata de la comunicación, los periodistas con sentido ético no estamos haciendo nada para contrarrestar esa campaña depravada. La libertad de expresión ciertamente está secuestrada, pero no por el Gobierno, sino por los sectores privados opositores. 90% de los medios de comunicación están controlados por el superpoder económico, que así impone su visión de una manera dictatorial. Al mismo tiempo, con gran cinismo, utilizan ese poder para decir que acá hay una tiranía, que no hay libertad de expresión, que hay censura. Es al contrario: en toda la historia republicana de este país nunca ha habido tanta libertad de expresión como la que hay hoy. A través de la radio, la televisión, los medios impresos, mensajes de todo tipo, se llama sin ningún rubor a derrocar al Gobierno constitucional, se exhorta al magnicidio, se incita a la subversión y todo se hace con absoluta impunidad. ¿En qué otra parte del mundo ocurre eso?, ¿es posible difundir ese tipo de mensajes en Estados Unidos, Alemania o Inglaterra? Por supuesto que no.

Usted estuvo mucho tiempo en El Nacional. Es importante explicarle a los periodistas jóvenes y a los no tan jóvenes que sufren amnesia selectiva (se les olvidan ciertas y determinadas cosas) en qué se diferencia la actitud combativa de ese diario ante gobiernos de la IV República y la que ha mantenido en contra de la Revolución Bolivariana. 

El Nacional fue un periódico más o menos progresista que se permitía ser bastante crítico. La diferencia es que en los gobiernos pasados sí sufrió consecuencias por esa actitud. En los años 60, el poder económico le impuso un boicot y obligó a que saliera Miguel Otero Silva de la dirección y a que fueran despedidos varios periodistas. En plena democracia, en tiempos de Carlos Andrés Pérez (segundo gobierno), le aplicaron un censor. Muchos articulistas fueron sacados para hacerles concesiones a los gobiernos. No hubo un solo gobierno de la IV República que no cercenara la libertad de prensa.

Los dueños de medios solo reaccionaban cuando esas medidas afectaban sus intereses. En ese tiempo, los únicos que realmente luchaban por la libertad de expresión como derecho de toda la ciudadanía éramos los periodistas.

¿Por qué usted dice que el periodismo “se derechizó”?

Lamentablemente los periodistas han desvirtuado su oficio por no ser consecuentes con los principios y valores del gremio. Todos los periodistas deberían estar identificados con las necesidades del pueblo, con la construcción de una Patria independiente y soberana, con la defensa de las libertades y los derechos. El periodismo se derechizó en Venezuela, pero no es un fenómeno aislado, es un proceso mundial que no solo afecta al periodismo, sino a la sociedad en general. Es producto de la influencia de los modelos educativos y de los mismos medios de comunicación que alienan a los pueblos, banalizan sus conductas y sus ideales.

Usted afirma que los periodistas no podemos ser neutrales ante la conspiración en marcha pero, ¿cómo no incurrir en las posiciones sesgadas que se le critican a los comunicadores de los medios privados?

Moviéndose por principios y por valores, el primero de ellos, la búsqueda de la verdad. Hay montones de periodistas que saben que no es correcto llamar a la insurrección ni cohonestar las opiniones de ciertos voceros golpistas. No hace falta un periodismo partidista, sino comprometido con la verdad.

En 2002 y 2003 el gobierno enfrentó la guerra mediática casi sin capacidad de respuesta, tan solo Venezolana de Televisión y Radio Nacional. Ahora cuenta con más recursos… ¿qué le falta?

La fortaleza del sistema de medios públicos es una ventaja, pero, acogiéndose al mensaje del presidente Maduro, a sus llamados a la paz, estos medios han sido muy comedido, no han hecho una denuncia abierta y clara de lo que está pasando, no han condenado suficientemente esa campaña sucia internacional. Hay que utilizar la información que está disponible, mostrarla al público. No basta con que el gobierno recoja las pruebas y se las dé a la Fiscalía, hay que responder mediáticamente también. Mientras los medios privados son altamente agresivos, nuestros medios son muy legalistas.

De antes y de ahora

Rosita Caldera, ex secretaria general del Colegio Nacional de Periodistas y ex directiva del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, tiene una larga trayectoria que le permite hablar de hechos bastante remotos. Pero, como no ha pasado a retiro, también opina sobre temas de candente actualidad:

“El poder mediático siempre ha tratado de imponer su ley. A Luis Herrera Campíns, los medios lo vetaron de por vida porque en su período se aprobó la Ley Tutelar del Menor, que regulaba la participación de niños en la publicidad y las telenovelas, y porque prohibió la publicidad de licores y cigarrillos en radio y TV”.

“Un típico caso de la campaña internacional contra Venezuela es el ridículo que acaba de hacer un senador republicano (Marco Rubio) quien ha pasado la vergüenza de dar unas declaraciones basándose en pruebas falsas, en fotos de otros lugares y otros tiempos. ¿Cómo queda ese señor ante el Congreso de su país o ante sus electores? Es un tonto útil. En vez de defender al pueblo de Estados Unidos, que tanto lo necesita, se pone al servicio de una oposición irracional y apátrida Llama la atención lo fácil que fue engañarlo”.

“Las redes sociales son un arma política muy destructiva y favorece la guerra sucia, cuando se las utiliza para difundir mentiras y desvirtuar la realidad. Sus promotores saben que la primera imagen tiene el mayor impacto y que luego pueden llegar muchos desmentidos, muchas aclaratorias, pero ya el daño está hecho”.
FUENTE. CIUDAD CCS

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