Hay toda una serie de bombas de tiempo financieras que están listas para estallar por toda la región del transatlántico en 2016, y lo más probable es que empiecen el 1 de enero, si no es que antes. Aunque la pensa internacional está muda en general, hay algunas novedades en Europa, en los países en donde las bombas están a punto de estallar, como sucedió en Italia con sus cuatro bancos cerrados. Consideren lo siguiente:
El gobierno portugués puso a su octavo banco más grande, Banif, en un proceso de "resolución" (nombre técnico del "rescate interno") mediante el cual todos sus acreedores subordinados, depositantes y accionistas —de los cuales el mayor es el propio gobierno que ya había rescatado al banco hace más de dos años— perdieron todo. La próxima bomba podría ser el Novo Bank, el "banco bueno" que se formó con lo que quedó del colapsado Banco Espírito Santo, el otrora banco más grande de Portugal; si se va a una "resolución", esta vez las nuevas reglas del rescate interno se llevará a todos los depositantes por los cuernos.
La resolución de estos bancos portugueses apunta a la posibilidad de que los bancos rescatados en otros países europeos, en especial en Irlanda y España, se encaminan ha un proceso de resolución o rescate interno. Esto nos recuerda que a principios de este año, el ministro de Hacienda británico, George Osborne, hizo una venta de remate de las propiedades del gobierno británico en los bancos Lloyds y el Royal Bank of Scotland (RBS), los cuales había rescatado durante la crisis del 2008, y ahora los vendió a pérdida. Ninguno de esos bancos se ha recuperado y siguen operando solo con el apoyo de las "emisiones cuantitativas" (infusión de dinero a cero por ciento de interés) ya sea de la Reserva Federal o del Banco Central Europeo. Osborne le llama a esta estafa contra los pequeños inversionistas "democracia compartida de accionistas". Si estos bancos se tienen que llevar a una resolución, se someterán a un rescate interno en el que el público perderá hasta la camisa. El gobierno también quiere el retiro de las nuevas regulaciones bancarias para hacerla más fácil para los bancos otra vez.
España es el caso más obvio. Su sistema bancario está sostenido todavía por una montaña de créditos e hipotecas malas que lo ha llevado a la "consolidación" del sistema bancario en un número menor de bancos, pero que ahora el sistema se ha vuelto más "sistémico", lo cual quiere decir que lo que le pase a cualquier banco, le pasa a todo el sistema bancario.
El gran elefante en el closet español es la empresa Abengoa, el gigante de la "energía renovable" que se acogió a la bancarrota preliminar a fines de noviembre. De por medio hay una deuda de 25,000 millones de euros, según la agencia británica Reuters, que añade: "Aunque no hay una cifra oficial para el total de las obligaciones financieras de la empresa".
Entre los acreedores de la empresa se cuentan a los bancos españoles Banco Santander, Caixabank, Bankia, Banco Sabadell y Banco Popular; a los bancos franceses Crédit Agricole, Société Générale y Natixis. El banco de su majestad HSBC, así como el Bank of America y Citibank de Estados Unidos, le extendieron una línea de crédito por $210 millones de dólares para asegurar la existencia de la compañía antes de las recientes elecciones españolas. Luego de las elecciones, se va a necesitar más crédito después del 15 de enero. Y no se espera que se forme ningún gobierno durante los próximos dos meses, en todo caso. Su mayor acreedor en México es la compañía constructora ICA, que se especializa en la construcción de obras públicas del gobierno.
La columna de Don Quijones en Wolfstreet.com, comenta que la persona que hizo pública la inminente bancarrota de Abengoa el año pasado, fue un estudiante de bachillerato de 17 años llamado Pepe Baltá, de Barcelona, quien había escogido a Abengoa como su proyecto para el curso de economía. Pudo revisar los libros de contabilidad de Abengoa y descubrió un fraude evidente. Baltá escribió en su ensayo de investigación titulado "Informe analítico sobre Abengoa, 2012 y 2013". Decía que "si no actúa pronto, hay un gran riesgo de que Abengoa caiga en bancarrota", escribió en su ensayo de 18 páginas. "Yo tengo algún conocimiento de contabilidad", le dijo al diario español El Mundo, "y las cuentas de Abengoa no parece que cuadran. Hay mucha deuda y pocos activos de capital comparado con los activos fijos. La gran sorpresa fue que las ganancias negativas se convirtieron en positivas. No entendí como pudieron hacer eso".